Sinopsis:
El deseo puro de dos pequeñas niñas, lleva a Lan Wangji y a Wei Wuxian a encontrarse... El destino de sus almas, está unido, se pertenecen desde antes de nacer, sin embargo, una promesa tras una tragedia, hace que el jade deba esconder su...
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(Se recomienda discreción)
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Al día siguiente al mediodía, los lotos, acompañados por Lan WangJi, se dirigían a la residencia Nie, para visitar a Nie HuaiSang como lo habían prometido un día antes.
Al llegar al lugar, los tres chicos fueron guiados por el ama de llaves, hasta la habitación de Nie HuaiSang, quien los esperaba más que animado —Wei Xiong, Jiang Xiong, sí vinieron y trajeron al segundo hermano Lan con ustedes… ¿Puedo ver a los bebés?, Extrañe mucho a A-Yi y el otro pequeño también es lindo, ¿Cuál es su nombre?— comenzó a cuestionar el Nie, más que feliz.
—Ayio, Nie Xiong, esas son muchas preguntas, puedo ver qué estás más animado—
—Lo estoy— aseveró el chico, con una gran sonrisa en el rostro —Estoy feliz de verlos… pero en serio, ¿puedo jugar con los bebés?—
—Bien, pero con cuidado, no queremos ser los responsables de que algo te suceda… mira, te presento a SiZhui, él es mi hijo y de Lan Zhan, ¿No es así hijo mío?—
El pequeño A-Yuan miró a Wei WuXian y le sonrió —Mn, mama—
—¿Wei Xiong es la Madre?— cuestionó el Nie, tratando contener una pequeña risita.
—Hey, no juzgues, aquí existe la diversidad y el cambio de roles, así que si, soy la orgullosa madre de SiZhui— aseveró el loto rojo, con orgullo.
—De acuerdo, me agrada tu manera de pensar— aseguró el Nie, comenzando a jugar con los pequeños.
…
Los amigos se divertían y hablaban de trivialidades, cuando alguien llamó a la puerta de la habitación.
—Pase— respondió HuaiSang, sin apartar la mirada de los pequeños.
Los ojos de Jiang Cheng se abrieron como platos, al ver a la persona que abría la puerta de la habitación.
—Buen día— saludó el primer jade, entrando en la recámara de HuaiSang.
—XiChen Xiong, llegaste, ¿Pues qué hora es?, Creí que vendrías más tarde— cuestionó el Nie, dirigiendo la mirada hacía Lan Huan.
—Bueno, salí del trabajo temprano y decidí venir para ver cómo seguías— respondió Lan XiChen, mirando discretamente al Jiang.
