第三十一章

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Capítulo 31
(Trampa II)

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(Se recomienda discreción)

Jiang Cheng estaba desesperado, Lan WangJi y su bebé habían desaparecido y no tenían ninguna pista para encontrarlos

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Jiang Cheng estaba desesperado, Lan WangJi y su bebé habían desaparecido y no tenían ninguna pista para encontrarlos.

A-Cheng, tranquilo, ya verás como pronto aparecen, estoy seguro que Lan Zhan cuidara bien de A-Yi, ya veras— aseveró Wei WuXian, tratando de tranquilizar a su hermano. Aunque sí era honesto, él también moría de angustia por no saber en dónde se encontraban su sobrino y su amado.

¡Wei WuXian, ¿Cómo quieres que me tranquilice?, Mi hijo es mi vida y si algo le pasa, yo me muero… Lan Huan, haz algo rápido, localiza a tu hermano ya, quiero a mi bebé de vuelta en mis brazos!— ordenó el Jiang, completamente molesto y angustiado.

A-Cheng, eso estoy intentado y ya llame al tío, así que te aseguro que pronto los encontraremos, pero por favor no llores, te juro que de ser necesario, sacrificaré mi vida para salvar la de tu hijo— En ese momento, un mensaje que auxilio apareció en la pantalla del teléfono de Lan XiChen, seguido por una ubicación.

Rápidamente, el primer jade tomó una captura de pantalla, justo antes de que la señal desapareciera y el mensaje fuera eliminado —¡Se en dónde están!— se apresuró a informar el Lan.

¡Lan Huan, ¿En dónde está mi bebé?!— cuestionó el Jiang, acercándose al jade para mirar a la pantalla de su teléfono.

A-Cheng, al parecer fueron secuestrados, WangJi dice que no sabe con qué intenciones, pero están utilizando al pequeño para que él coopere

¡Lan Huan, ¿Pero, por qué demonios están utilizando a mi hijo?, ¿Acaso ellos saben que…?!

¿Qué, qué?— cuestionó el Lan más que intrigado —¿Qué debían de saber, como para que se llevarán a tu hijo junto con mi hermano?

El Jiang guardó silencio, tenía miedo de que Lan XiChen le arrebatará a su bebé si se enteraba que era su hijo.

¡A-Cheng, dime!— insistió el jade.

Cuñado, sólo haz las cuentas, A-Yi tiene nueve meses— informó Wei WuXian, para luego abrazar a su hermano.

¡No debiste decirle!— reclamó el loto púrpura, golpeando el pecho de su hermano.

Secretos: tan cerca y tan lejos de la verdad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora