MARTINComo todas las mañanas entre semana, sonó la alarma a las 7h. Me puse a hacer mi vida rutinaria como si fuese un robot y estuviese programado para hacer siempre las mismas acciones en el mismo tiempo cada día.
Me encontraba mejor comparado con el caótico inicio del fin de semana. La salida con Lucas me ayudó a despejarme y el domingo me quedé en casa jugando a las cartas, y a otros juegos de mesa, con él y con Bea.
Una vez me hube vestido y desayunado, me despedí y salí de casa. Justo en ese momento, se abrió la puerta del piso de enfrente, dejando entrever a un Aitor de ojos cansados y en pijama. Bufé y seguí caminando para bajar las escaleras.
No quería hablar con él, no quería verle. Me había hecho daño. Necesitaba mi tiempo para poder perdonarle, y aún no había llegado ese momento.
—Martin, espera— me pidió, cogiéndome del brazo para retenerme. Miré el agarre y me sacudí para deshacerlo— ¿Podemos hablar?
—Tengo prisa, llego tarde a clase— dije con enfado.
—Por favor, solo será un momento— suplicó.
Ni siquiera era capaz de mirarme a la cara. Me di la vuelta por completo para poder encararlo. Mi intención no era discutir con él, pero necesitaba dejarle claras ciertas cosas.
—Ya tuviste oportunidad de estar hablando conmigo y preferiste no aparecer. Los dos sabemos que tenemos una conversación pendiente, pero ahora no será.
—¿Y cuándo, entonces?
Pude ver dolor y arrepentimiento en sus ojos. Suspiré y pensé rápido. No tenía ganas de hablar, pero cuanto antes se solucionase todo mejor.
—Después de clase tengo un hueco.
En realidad tenía toda la tarde disponible, pero me inventé que había quedado con unos amigos y que no debía llegar tarde.
—Vale. Te esperaré abajo, en el portal.
Asentí resignado y me fui de allí casi corriendo. Por una parte me agobiaba la idea de tener que estar a solas con él sin haber tenido tiempo de reflexionar sobre qué decir y contrastar los distintos puntos de vista. Por otra parte, me gustaba el hecho de que quisiera comunicarse conmigo para resolver el mal ambiente que se había creado entre nosotros justamente por la falta de eso, de comunicación.
Me pasé todo el trayecto del tranvía hasta la facultad haciendo una lista de las cosas que quería que Aitor me aclarase. No eran muchas, pero prefería no olvidarme de ellas e ir preparado.
Llegué al salón de actos y vi que todos ya se estaban colocando en sus puestos para comenzar los ensayos. Teníamos prisa por empezar porque quedaban las semanas justas antes del estreno y debíamos ser continuos con nuestro trabajo.
La obra que estábamos preparando era una comedia-romántica bastante entretenida y peculiar. Me había tocado el papel secundario de un joven universitario que vivía con sus padres y que estaba enamorado de su perro. Su problema era que su novia era alérgica al pelo de cualquier animal. La verdad, me divertía mucho metiéndome en el personaje.
—Martin, Denna y Cris, os toca. Ruslana, sales en la siguiente escena— nos dirigió la profesora.
Habíamos tenido suerte en el reparto y nos había tocado al grupo de amigos juntos. Denna y Cris hacían de mis padres, mientras que a Ruslana le había tocado el papel de novia alérgica.
Después de ensayar un par de veces nuestra intervención en la obra, me esperé a que acabasen el resto de grupos y me acerqué a la profesora.
—Abril, ¿qué te ha parecido?— le pregunté nervioso, esperando una respuesta sincera.
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Todo Contigo
FanfictionMartin ha decidido mudarse a Valencia para cumplir sus sueños y estudiar la carrera de arte dramático. La incertidumbre por no saber lo que le deparará esta nueva etapa de su vida es inmensamente profunda. Lo que no se imagina es la verdadera magi...