JUANJOSábado por la mañana. El sol entraba con potencia por la ventana. Me reprendí por haber dejado las cortinas abiertas de par en par y la persiana subida hasta arriba.
Ayer salí con Denna y Violeta a tomar algo y las rondas de chupitos se nos fueron de las manos. Sentía como si me estuvieran dando martillazos en la cabeza. Intenté levantarme de la cama, pero todo daba vueltas a mi alrededor y sentía que en cualquier momento iba a caerme al suelo. Dejé pasar un par de minutos tumbado en la cama y volví a intentarlo. Esta vez me sentí menos mareado y aproveché para salir de la habitación.
—Buenos días, Bella durmiente— me recibió Álvaro en la cocina. Me dio un beso de buenos días en la mejilla y siguió cocinando.
—¿Qué hora es?— pregunté desorientado al ver a Álvaro con varias sartenes en los fogones.
—Tarde para mí, pronto para ti. Si lo calculamos según la hora a la que llegó cada uno a casa— bromeó.
—Já, qué gracioso— me burlé —. ¿Te ayudo en algo?
—No hace falta. Mejor tómate el ibuprofeno que te he dejado ahí preparado, junto al vaso de agua— dijo señalando con la cabeza.
Le agradecí el gesto con una sonrisa y me tragué la pastilla. Decidí contribuir un poco en la casa y, mientras Álvaro terminaba de emplatar sus magníficas elaboraciones, puse la mesa.
—¿Has leído lo que ha puesto Denna por el grupo?— me preguntó Álvaro durante la comida.
—No, ¿por?— pregunté. Cerré los ojos del placer al llevarme a la boca un poco del salteado de verduras —. Joder, está que te corres, Álvaro.
—No seas guarro, anda. Esas cosas en la mesa no se dicen— dijo negando con el dedo índice y ambos estallamos en carcajadas.
—Perdón, papá— le contesté con falso arrepentimiento.
—Siempre me desvías del tema...— murmuró —Bueno, Denna ha dicho que esta tarde van a venir unos amigos suyos de la uni— dijo Álvaro.
—¿A qué? ¿A jugar a los bolos con nosotros?— pregunté desubicado.
—Claro, a qué va a ser si no— se rió de mis preguntas.
—Pues me parece perfecto, así conocemos a gente nueva y abrimos el grupo de amigos— comenté animado.
—Eso mismo he pensado yo. Nunca está de más hacer nuevas amistades.
Después de comer, fuimos al salón a ver la tele un rato para matar el tiempo antes de tener que ir a arreglarnos.
De repente, sentí un par de sacudidas. Fruncí el ceño, molesto, aún con los ojos cerrados. Y entonces caí en la cuenta: me había quedado dormido. Entreabrí los ojos y lo primero que visualicé fue la cara de Álvaro a pocos centímetros de la mía.
—¡Buh!— dijo nada más despertarme. Me llevé una mano al pecho del sobresalto y agarre un cojín del sofá para tirárselo a la cara. Le di de pleno.
—Cabrón, algún día me dará un infarto y será por tu culpa— me quejé.
—Venga ya, exagerado, tampoco ha sido para tanto— dijo entre risas. Me cogió de un brazo y estiró de él hasta incorporarme —. ¡Ale! Menos quejas y más ritmo en el cuerpo, que al final volverás a llegar tarde y Denna acabará echándote del grupo.
—Ya voy— contesté alargando las vocales.
Fui a mi habitación a vestirme. El plan de después de la bolera era ir a una discoteca del barrio, así que opté por un conjunto más arreglado de lo normal: unos vaqueros ajustados blancos que dejaban los tobillos al aire y una camiseta negra de manga corta. Odiaba las de tirantes.
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Todo Contigo
FanfictionMartin ha decidido mudarse a Valencia para cumplir sus sueños y estudiar la carrera de arte dramático. La incertidumbre por no saber lo que le deparará esta nueva etapa de su vida es inmensamente profunda. Lo que no se imagina es la verdadera magi...