JUANJOSi alguien llegase a preguntarme sobre Martin, sería incapaz de describirle qué y cómo me hacía sentir. Con solo rozar la punta de mis dedos conseguía trasladarme volando a un nuevo universo lleno de galaxias y estrellas aún por descubrir. ¡Con un simple roce! Ni yo mismo entendía como era posible sentir tanto al tocar o mirar a los ojos.
Sus ojos...
Eran dos esferas que cambiaban de tonalidad según la luz proyectada en ellos. Cuando hablaba de su familia, brillaban por sí solos; cuando estaba todo a oscuras, parecían los de un lobo entre los árboles en medio de un bosque; pero cuando nuestras pieles hacían contacto, sus ojos ya no eran los suyos, porque con una mirada era capaz de decirte que él a sí mismo ya no se pertenecía, que era dueño de quien quisiera quererle. Y yo estaba empezando a sentir cosas por él similares al querer.
Le quería cerca. Le buscaba entre multitudes por si aparecía por casualidad en la misma calle. Abrazaba primero a mis amigos y dejaba lo mejor para el final: su abrazo. Quería llamarle y preguntarle qué estaba haciendo y si le apetecía quedar un rato conmigo a dar un paseo por el parque o a tomar algo en el bar de siempre. También quería invitarle a comer al piso y que, al marcharse, no se notase su partida, porque su olor permanecería en cada rincón de cada habitación de la casa. Le quería a todas horas y no sabía cómo parar, cómo remediar esa necesidad sin agobiarle a él o a mí mismo.
La situación me venía grande. Sabía que por que no hubiese vivido o sentido nunca algo semejante por un chico, no era un motivo de peso para ponerme a llorar en una esquina y maldecir a la vida por ser como era. Pero no dejaba de ser un cambio brusco en mi día a día ese descubrimiento sobre mí; sin embargo, no me autoreprimía por ello. Incluso me sorprendí a mí mismo al sobrellevar la situación con normalidad. Como debía de ser. De hecho, me sentí hasta orgulloso de ser capaz de entenderme y valorarme.
Ser como era no iba a suponerme un problema. Por lo menos aquí, en Valencia, no. Pero si me ponía a pensar en mi familia de Zaragoza y la gente de mi pueblo, mi cuerpo temblaba de miedo. Uno nunca podía anteponerse con seguridad a las reacciones del resto. Por eso, al imaginar las caras de asco o decepción de mis padres al confesarles cómo me sentía, me entraban ganas de llorar.
No iba a ser una tarea fácil el deshacerme de la coraza que me protegía frente a la sociedad, pero estaba dispuesto a conseguirlo. Todo por ser yo mismo, valorarme y mostrarme al mundo como era, sin máscaras ni muros de piedra.
Durante los últimos cuatro días de la semana, Martin y yo no habíamos parado de enviarnos mensajes o fotos enseñando lo que hacíamos o a dónde íbamos y recordándonos el uno al otro lo mucho que nos apetecía volver a vernos. Ambos habíamos estado ocupados y no habíamos podido quedar ningún día entre semana; yo con exámenes y él con ensayos extra de la obra. Pero, para nuestra suerte, volvía a ser viernes.
El día del estreno de la obra había llegado y habíamos decidido ir todo el grupo a ver el espectáculo. La mitad estaría actuando sobre el escenario, así que no había excusa que valiera para no ir. Iba a ser una sorpresa para Martin, después de tanto tiempo sin vernos. Denna me había avisado de que se trataba de un evento importante donde asistirían tanto familiares de los actores, como alumnos de todos los cursos, como algún que otro representante de alguna escuela de arte dramático que quisiera actores y actrices para nuevos proyectos.
Por su culpa, llevaba más de media hora frente al armario decidiendo que puñetas ponerme, queriendo evitar parecerme a un adolescente pijo. O así fue como Martin denominó la ropa que solía llevar. Sabía que tenía razón, pero aún no había encontrado la oportunidad de ir de compras y renovar la ropa de mi armario. Estaba tan desesperado por encontrar un conjunto aceptable que recurrí al experto de la casa en moda.
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Todo Contigo
FanfictionMartin ha decidido mudarse a Valencia para cumplir sus sueños y estudiar la carrera de arte dramático. La incertidumbre por no saber lo que le deparará esta nueva etapa de su vida es inmensamente profunda. Lo que no se imagina es la verdadera magi...