"De nadie seré, solo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas, y mi corazón deje de latir."
-Pablo Neruda.
Beso tan desenfrenadamente a Nick, me encanta el sabor de su piel, se siente tan delicioso que podría morir justo encima de él. Con lentitud subo nuevamente a su boca, se calla y me vuelve a atacar, sus piernas envuelven mis caderas y sus manos con lentitud tocan mi trasero, haciendo presión en nuestras intimidades.
Un jadeo se escapa de mi boca al sentirnos a través de la ropa, mis caderas inconscientes se mueven y lo veo disfrutar de nuestra fricción. No obstante, aunque quiero hacerle de todo una parte de mi no me lo permite, aun no estamos listos para llegar a niveles más extremos, puedo ser paciente y lo he demostrado todo este tiempo. Sin embargo, no dejo de besarlo y él tampoco tiene la intensión de dejar de hacerlo. Su boca es tan adictiva, que solo quiero memorizar su sabor para recordarlo en mis noches más silenciosas antes de ir a dormir.
Nos las pasamos así durante los próximos minutos, excitándonos con las ropas puestas, su abdomen destapado es una obra maestra, moría de ganas por verlo una vez más desnudo, él es como una maldita obra de arte que merece ser admirado únicamente por mis ojos y nadie más. Nicolás es la persona más hermosa que he visto en toda mi jodida vida, el único chico que no tiene comparación, mi única adicción y obsesión. Ahora ya no necesito a otra persona porque ya lo tengo, todo lo que necesito esta en él.
Nick me encanta, me estremece y me fascina. Todo en él me vuelve loco, más de lo que ya lo estoy.
Podría recitarle todos los poemas del mundo de memoria, cada fragmento, cada estrofa, todo. Porque todos los poemas de amor me llevan a él, podría ser un maldito poeta y Nicolás mi musa de letras, puedo ser incluso su payaso para divertirlo. Siento amarlo y eso es demasiado patético, tanto que me gusta.
─Me gustas mucho... Mucho, mucho, mucho—murmuro despegándome de él—¿Entiendes cuando digo mucho?, no quiero que pienses que me gusta otra persona porque no es verdad... Solo eres tú, no hay nadie más.
Nick respira pesadamente, me ve fijamente a los ojos y con suavidad dibuja una sonrisa, mi pecho se calienta, no puedo creer que por fin lo tenga nuevamente.
—Pensé que no te detendrías—susurra con un poco de temor en la mirada, eso me pone los pelos de punta. Joder, no quiero hacerlo sentirlo incomodo, debí ser más considerado.
—No haremos nada que no quieras—le digo con toda sinceridad—, te prometo que nos detendremos cada que lo pidas.
Aquello era verdad, mis demonios se pueden controlar, no quiero que se sienta incomodo sino todo lo contrario, necesito que se prepare para dar un segundo paso, no tengo porque obligarlo a realizar cosas que no le apetecen.
—Tú también me gustas mucho—me dice antes de volver a besarme.
Sus manos suben por mi pecho y con vehemencia quitan mi sudadera para luego empezar a desbotonar mi camiseta del instituto, me desprendo poco a poco de esta, sus uñas se deslizan una vez a mi espalda y se aferran haciendo una leve presión, arañando con exquisitez. Sin embargo, en un movimiento nos invierte de lugar, quedando encima de mí, pero no nos despegamos en ningún momento. Ambos nos besamos hasta que nos desgastamos, hasta que no podemos ni siquiera respirar, como una maldita tortura que ninguno quiere parar.
Era tocar el infierno con la punta de tus dedos y no quemarte, entrar en todos los círculos, Nicolás me hace sentir como en la divina comedia; un infierno que solo yo quiero gobernar.
Empieza a masajear mi abdomen en una caricia tierna que de a poco se vuelve dolorosa al sentirlo clavar sus uñas en mi piel con mucha más fuerza lo que me hace soltar un gruñido, con persistencia baja sus manos hasta el cierre de mi cremallera en donde empieza a bajarla para luego desabrochar mis pantalones e irlos bajando, inconsciente imito su acción hasta que ambos quedamos desnudos, sintiéndonos piel con piel; con la pequeña brisa cayendo de fondo. Solo ella era testigo de lo que sucedía a través de la ventana y vagamente nos susurraba que no nos detuviéramos.
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Entre el verano y el invierno©
Teen FictionMás allá de ser un simple romance entre un mismo genero, "Entre el verano y el invierno" es una maravillosa jugada del karma, un grito desgarrado del desamor, un efecto secundario del apego humano. Es odio; rencor; risas y dolor, entre el verano y e...