Nicolás.
—No, espera—Dylan me detiene cuando estaba a punto colocar la última calabaza, mi mano queda colgada en el aire—Ponla del otro lado, que se vea en este ángulo—gira su cuerpo y me indica como la tengo que ubicar—¿Ves?, de tal modo se verá mejor.
Vamos Nika, contemos hasta diez.
Solo hay que contar hasta diez.
—Si no me dejas hacerlo tranquilo juro que al que voy a poner de calabaza es a ti—le advierto con una diminuta sonrisa forzada.
—Es que si me haces caso te va a...
—Última advertencia—le suelto y este eleva las manos en señal de rendición, cuelgo la calabaza a como me pega la gana y este suelta un bufido.
—Ya veo porque te dejaron—se queja (aunque más bien es una perfecta burla), mientras se cruza de brazos.
—Quizás por la misma razón por la cual tú no consigues pareja—me defiendo. Dylan estira su rostro en total ofensa y procede a mover la escalera con malicia.
—¡Si que eres un tonto!
—¡No, deja de hacer eso!, ¡Me vas a tirar!—me sostengo de la barra de hierro que desciende en lo alto como pilar—¡Ya, no sigas!
—Aww, tiene miedo—suelta riendo y estoy a un paso de tirarle lo primero que logre arrancar del techo.
—Joder, cálmate—sigo diciendo, pero no hace caso, entonces se escucha un "crash" que me asusta en realidad—Dylan, no sigas, ahora si lo digo muy enserio.
No me hace caso.
—No temas, esta escalera está bien segu...—sus palabras quedan suspendidas en el aire cuando un nuevo "crash" se escucha.—Vale, bájate ya.
—¡Maldita sea, no me digas que esta es la escalera rota!—zanjo con algo de desesperación.
—Si es la rota—me asegura mientras la analiza.
—¡Te dije que no me dijeras!
—Vale, lo siento, traje la equivocada.
—No, el que va a sentir el madrazo cuando caiga voy hacer yo—le señalo con mi dedo y este se encoge en su propio lugar, como si quisiera tener un propio caparazón que lo cubra de mi mirada vagamente asesina.
—Solo bájate con lentitud—me dice como solución.
—No puedo, me voy a caer si bajo un puto escalón—le digo con obviedad.
—Te voy a sostener, confía en mí—me dice mientras arrastra un taburete y lo posiciona al pie de la escalera.
—Después de esto no confío ni en tu sombra—suelto con indignación, es que como no se pudo fijar que traía la escalera incorrecta—¿Dónde traes los ojos?, ¿pegados en el culo o qué?
—Deja de estar hablando mucho y baja, te puse este banco para que luego saltes aquí.
Veo la dirección en el suelo y no se ve muy apetitoso saltar a algo muy pequeño, ¿Qué pasa si me rompo un pie o un brazo?.
—Vamos a intentarlo—doy un suspiro, resignado a oponerme—Si me rompo el cuerpo te mato luego.
—Ya sin las partes de tu cuerpo ni como lo hagas—agrega con ironía.
Trato de no ponerle mente, bajo con mucha cautela el primer escalón, rogándole a todos los santos que habitan el cielo que no me dejen caer, soy muy joven como para quedarme sin una extremidad.
—Eso, ahora de la misma manera haz con el otro pie—Dylan me indica con precisión.
La escalera tiembla por completo, yo estoy que me cago. Es que estas cosas definitivamente solo me pasan a mí, no hay nadie con peor suerte que yo en el mundo. Cuando Dios me ha creado seguro andaba con mucha pereza, es más, lo hizo sin tomarse la libertad de tomar los polvitos de: suerte, atracción, dinero, fama y éxito. Porque lo más seguro es que estaban en el estante más alto de su taller de creación humana y las más accesibles eran las de: pereza, desagrado, mal temperamento, pobreza, mala suerte y tercermundismo.
ESTÁS LEYENDO
Entre el verano y el invierno©
Teen FictionNicolás, un chico que es el "desastre" en persona. Gustavo, un chico que es la "mala suerte" en persona. Se verán involucrados en un sinfín de "cagadas" que ambos provocan inconscientemente, obvio, ambos son pésimos haciendo algo bueno. Lo que nunc...