Capítulo 30

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Itadori Wasuke sabe que la culpa es suya. Fue él quien le dijo a su nieto que se buscara la vida, que hiciera más amigos y que incluso empezara a salir con alguien. Que hiciera algo más que visitarlo todos los malditos días en el hospital. Pasar más tiempo con niños de su edad y menos tiempo encerrado en una habitación de hospital con él.

Pero no puedes culpar a un anciano por echar de menos a su nieto favorito, ¿sabes? Después de todo. Es viejo y se está muriendo.

Echa de menos las visitas del mocoso, su amplia sonrisa y su sonoro "¡Abuelo!". Cada vez que abre la puerta y entra en la habitación. Alegrando el normalmente gris y aburrido lugar. Su otro nieto, el gemelo de Yuji, Sukuna, nunca se molestaba en visitarlo (a menos que Yuji lo arrastrara él mismo). Pero Wasuke y él nunca habían tenido una relación estrecha.

Yuji venía a menudo con un jarrón lleno de flores. A veces, una bolsa llena de frutas que las mujeres mayores le ofrecían como regalo de agradecimiento por algo que su nieto había hecho por ellas.

Y lo mejor de todo. Historias sobre su día. Wasuke a menudo actuaba como si le importaran una mierda las desventuras de su nieto, pero en realidad escuchaba con agudos oídos atentos mientras fingía estar concentrado en el televisor.

Meses atrás, las historias de Yuji para él eran aburridas y sólo algo que cabría esperar de un típico adolescente. Escuela, deberes, actividades extraescolares, ofertas de clubes, abandono de dichas actividades extraescolares, rechazo de ofertas de clubes, hacer amigos, dejar a los amigos, bla, bla...

A Wasuke nunca le sentó bien que Yuji pasara más tiempo en el hospital con él que con sus amigos fuera.

Solía soltarle: "¡Deja de perder el tiempo conmigo y busca amigos!". Su nieto, Yuji, se reía de él. Ponía los ojos en blanco o sonreía moviendo la cabeza.

Últimamente, las visitas de Yuji son menos frecuentes. Por supuesto, seguía viniendo, pero ya no tan a menudo como antes. Ahora venía dos veces por semana.

Y cada vez, traía historias sobre su tiempo en su nueva escuela. Instituto Jujutsu.

Le contaba con entusiasmo a Wasuke cómo le había ido el día con sus dos mejores amigos. Un chico llamado Megumi y otra llamada Nobara o algo así. "¡Megumi es genial, tiene un montón de perros! Le gustan los perros, y es un gran luchador... cuando le vi derrotar a cinco tipos él solo, supe que no necesitaba mi ayuda, pero mi cuerpo se movió solo...", divagó.

"Nobara es muy segura de si misma y tal vez un poco ególatra, pero es genial, a veces me obliga a llevarle las bolsas de las compras... Bueno, la mayoría de las veces" Yuji gimió. "Una vez, casi se me cae una bolsa, y ella me miró con cara de susto y me dijo 'si se te cae una de esas bolsas, idiota, estás muerto'. Estaba tan asustado que no se me cayó ni una sola cosa en todo el día", narró.

"Y Gojo Satoru..."

Ahh ahí está eso otra vez. Gojo Satoru.

Por alguna razón. Yuji siempre dice el nombre completo de este chico cuando habla de él. Y era casi como si estuviera rodando el nombre en su lengua, disfrutando de la forma en que el nombre 'Gojo' y 'Satoru' salían de su boca.

Siempre que hablaba de Gojo Satoru era como si nada más le importara.

Literalmente, el chico podría hablar todo el día sobre Gojo Satoru y aún así no se le acabarían las cosas de las que hablar. Desde sus ojos, su pelo, su forma de hablar, sus modales, sus aficiones, sus metas en la vida, hasta las tonterías más simples como "... Hoy llevaba una chaqueta roja en lugar del uniforme, estaba guapo con ella. Siempre está estupendo, pero hoy estaba...".

Y como cereza del pastel. Su nieto tendría esta mirada aturdida, enferma de amor. Era como si alguien le hubiera echado algo en la bebida y hubiera caído en un estado de ensoñación.

"¿Cuándo vas a traerlo?" espetó Wasuke.

Yuji se calló por fin lo de 'Gojo Satoru' y miró a su abuelo, que yacía en la cama del hospital, conectado a un goteo intravenoso. "¿Eh?"

"Hablas de él. Cada maldito día. Te pido que me traigas una taza de café y aun así te las arreglas para que todo gire en torno a tu Gojo Satoru", se burló al ver que su nieto se ponía rosa. "Tráelo, quiero conocerlo antes de morir"

"No te vas a morir" espetó Yuji, poniendo los ojos en blanco.

"Todo tiene un límite Yuji, todo muere a su debido tiempo" le recordó Wasuke. "Quiero conocer al mocoso que ha estado haciendo feliz a mi nieto estos últimos... ¿cuánto tiempo ha pasado? ¿Semanas? ¿Meses?"

"Si tantas ganas tienes de conocerle, yo iré por él" dijo Yuji riendo. "Y por cierto, Satoru también me ha estado molestando para conocerte"

"¿Están saliendo?"

"¡No!" Yuji se apresuró a negar.

"¿Seguro? Porque por la forma en que hablas de él, y me has dicho que te ha estado molestando para que nos conozcamos..."

"Es que es ese tipo de persona, abuelo" se apresuró a decir Yuji, poniéndose rojo. "Un bicho raro, como yo".

"Eso explica por qué se llevan tan bien" Wasuke no se tragaba las tonterías de su nieto.

Yuji se rió. "Yo... le llamaré", sacó el teléfono y salió de la habitación.

Wasuke miró por la ventana. De algún modo, la conversación con su nieto le había tranquilizado. Por las recientes historias que Yuji le ha contado, puede decir que no tiene nada de qué preocuparse cuando inevitablemente deje atrás a sus mocosos.

Aunque aún tiene tiempo. Tiene muchas ganas de conocer a ese Gojo Satoru cara a cara.

Cielos Azules y Rayos de Sol - GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora