[Cap. 2] ¿Solo vecinos?

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Se quedaron mudos, mirándose durante unos segundos que parecieron vidas enteras. Ninguno cabía en sí del asombro. Después de tantos años...

- Musgo... ¿Qué haces aquí? - Sanji se atrevió a hablar primero, aunque seguía con la misma expresión de antes.

- ¿Eso es lo que me dices después de tantos años sin vernos? No has cambiado nada, cocinero. - Zoro se cruzó de brazos, acompañado de una sonrisa ladeada. 

- Perdona, tienes razón... Es que han pasado diez años al menos, ¿sabes? Si no fuera por el césped que llevas por pelo no te hubiera reconocido. 

Los dos empezaron a reír. Quién iba a decir que se volverían a reunir tras tantos años y en una ciudad diferente.

- Bueno, volviendo a la tan oportuna pregunta que me hiciste antes: yo vivo aquí. - Señaló la puerta contigua a la de Sanji. - Y parece que somos vecinos. 

- Sí, acabo de mudarme ahora mismo. No me quedaba más remedio, era eso o comerme casi seis horas de transporte público. - Sonaba hastiado. - Y conducir otras tantas horas tampoco me hacía gracia. Igualmente necesitaba un cambio de aires. - Dirigió la mirada a la puerta de entrada de su nuevo piso compartido. Tenía el presentimiento de que no iba a aburrirse. - ¿Y tú? ¿Qué haces tan lejos de casa?

- Perona empezó a trabajar hace unos meses por la zona, y yo me vine para abrir mi propio centro de kendo. - Espera, mucha información. ¿Perona?

- ¿Perona? - Miró a Zoro con asombro. Nunca había escuchado el nombre de esa chica en su infancia o adolescencia, y Zoro no era de hacer nuevas amistades. 

- Ah, sí... Mi novia. Vivo aquí con ella. 

Sanji se quedó perplejo. ¿Zoro? ¿Con novia? 

- Vaya, parece que nuestro beso adolescente aclaró tus dudas sobre tu sexualidad. - Intentó reír, para quitarle hierro al asunto. Pero le salió mal, consiguiendo sacar una amarga sonrisa, cabizbajo. 

Zoro quiso hablar, o excusarse. No sabía qué iba a decir, ya que se quedó con la boca abierta, mirando hacia abajo, intentando sacar alguna palabra de su boca. 

Como si el destino supiera que Sanji quería salir de ahí, escuchó cómo unos pasos se acercaban desde dentro de su casa, ya que mantuvieron toda la conversación quietos en sus respectivos felpudos. Hasta que se abrió la puerta del piso del rubio.

- Sanji-ya, ¿nos vamos? - Cogió la perilla para cerrar la puerta, mientras que con la mano que le quedaba libre pasó su brazo por la espalda del rubio hasta poder coger su hombro y acercarlo a su pecho. 

Ambos salieron de ahí, en silencio. Bajo la atenta mirada de Zoro.

🔸️

Ya en la calle, llegando al estanco al que iba Sanji, por fin se atrevió a hablar. 

- Oye, Law... Muchas gracias por lo de antes. No sabía cómo salir de ahí y tú fuiste mi salvador. - Le dedicó la sonrisa más sincera que era capaz de mostrar en ese momento. 

- No te preocupes. Si no es mucho preguntar... ¿Quién era? Llevo meses viviendo aquí y me lo he cruzado un par de veces por los pasillos de la comunidad, pero nada más. Aunque se nota que tú no lo conoces solo como vecino. - Law parecía molesto. Seguro que era por haber tenido que perder su tiempo en salvarle de una situación incómoda. - Escuché alguna parte de la conversación. Disculpa por ello.

- ¡No pasa nada! Que escucharas fue lo que me salvó. - Sanji no quería dar muchas explicaciones, al menos por ahora.

En cuanto compraron el deseado tabaco del rubio volvieron a subir a casa. Uno rezando para no volver a ver a cierto hombre de pelo verde y el otro, deseando ver bien su cara.

Llegaron a su planta, la segunda; y en la puerta en la que hace veinte minutos estaba Zoro, ahora había una chica con el pelo rosa intentando abrirla. En cuanto la abrió, se abalanzó hacia la persona que estaba dentro de la casa, colgándose felizmente de su cuello. 

Sanji vio algo que hubiera deseado no ver nunca: Zoro besándose con otra persona. 

𝓣𝓪𝓻𝓭𝓮. - [𝓩𝓸𝓢𝓪𝓷]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora