[Cap. 11] Un "quizás" es suficiente

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Zoro estaba hecho un manojo de nervios. Antes de las 17:00 ya estaba aseado, vestido y perfumado. Vestía una camiseta blanca pegada, la cual hacía que se ciñieran sus trabajados músculos; unos vaqueros de color negro algo holgados cogidos a los tobillos, a los cuales añadió un par de cadenas color plata; y unas botas militares de color negro.

Quería y necesitaba estar perfecto, era la primera vez que le dedicaba tanto esmero a un atuendo. Ni siquiera con la primera cita que tuvo con Perona se preparó tan meticulosamente.

Perona...

En estos días no se le pasó por la mente el hecho de que tenía novia, novia con la cual compartía piso y un supuesto futuro juntos. Ya vería cómo se las apañaría.

Realmente Zoro no supo cuán enamorado estaba del rubio hasta que le volvió a ver aquel día en la puerta de al lado de su casa. Era un sentimiento que en su momento se almacenó en el fondo de su corazón y no quiso volver a florecer hasta ese día.

Pensó que con los años ese sentimiento se iría desvaneciendo, pero qué equivocado estaba. Era verdad que pudo superarle, aunque no contaba con el factor sorpresa de volver a encontrarle.

Nadie sabía qué felicidad recorrió su cuerpo cuando volvió a ver esos ojos azules.

Y hoy, por fin, iba a pedirle salir al amor de su vida.

🔸️

Llegaron las deseadas seis de la tarde. Zoro ya estaba sentado en la mesa del bar con una jarra de cerveza por delante. Movía una pierna sin parar debido a los nervios. Miraba inquietamente a cualquier lugar que alcanzaba su vista, esperando la llegada de Sanji. Aunque lo que encontró fue una melena rosa dirigiéndose hacia él.

- ¡Amor! - Ahí estaba Perona, dirigiéndose grácilmente hacía él a la vez que movía una mano a modo de saludo en lo que llegaba a la mesa. - ¿Qué haces aquí? Te hacía en casa. - Una vez llegó a su lado, descendió delicadamente para darle un tierno beso en los labios.

Zoro no correspondió, solo se dejó hacer para no levantar sospechas. Al menos por ahora. No quería dejar a Perona descortésmente, y mucho menos en público.

- Estoy esperando a un amigo con el que llevaba mucho tiempo sin hablar. - Dijo Zoro sin más para después llevarse un buen trago de cerveza a la boca.

- Oh, ¡qué bien! En ese caso esperaré para que me lo presentes. - Perona estaba muy contenta de conocer a un amigo de Zoro, ya que no tenía muchos. Con las mismas, cogió la silla que más cerca estaba de su novio para ponerse a su lado.

- N-no hace falta... Mejor en otra ocasión. Tenemos muchas cosas de las que hablar. - Por más que pensara, Zoro no sabía cómo salir de esta situación.

Miraba continuamente a todas direcciones, rezando a todos los dioses que conocía para que el rubio llegara más tarde.

Aunque parece ser que ninguno le hizo caso.

Ahí estaba Sanji, saliendo del portal. Parecía un dios griego ante sus ojos. Se quedó perdido en sus pensamientos mientras le miraba... Hasta que su novia habló, sacándole de sus pensamientos.

- Mira, ¿ese no es el vecino? - Le dio un pequeño codazo a Zoro. - Creo que está saliendo con su compañero de piso, el moreno alto y tatuado, ¿sabes quién es? - Por desgracia, sí. - Creo que hacen súper buena pareja. Los dos son guapísimos. - Parecía que Perona no quería parar de halagar a la "nueva pareja", qué asco. Zoro apretaba sus puños disimuladamente, a la vez que clavaba sus uñas en las palmas de las manos debido a la ira reprimida. Quería patearle el trasero al larguiducho por tener lo que él deseaba.

Un buen olor a perfume le sacó de sus pensamientos. Era Sanji, estaba parado frente a la mesa en la que estaban, dudoso de sentarse o no.

- ¡Cariño! - Perona sonaba sorprendida. - No me digas que el vecino es tu viejo amigo, ¡qué casualidad! - Y tanto. - Encantada, soy Perona, la novia de Zoro. - La chica se levantó de la silla alegremente para darle dos besos a Sanji a modo de presentación.

- Sí... Encantado, yo soy Sanji, Vinsmoke Sanji. - El rubio le devolvió los dos besos, aunque no con tanta alegría como ella.

- Bueno, os dejo solos. - La chica cogió su bolso del respaldo de la silla. - ¡No bebáis mucho, sed buenos! - En cuanto terminó de hablar, se lanzó a los labios de su novio para darle un apasionado beso de despedida. Sanji, mientras tanto, miraba hacia otro lado. - Ya nos veremos, Sanji. - Se alejó a la vez que movía su mano en forma de despedida.

Una vez que ambos vieron que la chica entró al portal, Sanji explotó.

- ¿Me has citado para presentarme a tu novia o para hablar conmigo? - Sanji no quería alzar la voz, aunque difícilmente lo conseguía. - Veo que no cambias, Zoro, no sé para qué he perdido el tiempo. - Y con las mismas, el rubio dio media vuelta decidido a marcharse.

- ¡No es eso! - Zoro se levantó de la silla bruscamente. Sonaba bastante exaltado. - Yo estaba aquí y apareció ella, fin. Solo quiero hablar pacíficamente contigo. - Intentaba controlar su respiración, no quería parecer más desesperado de lo que ya estaba.

El rubio le miró de reojo, dudoso, pero finalmente decidió que zanjar el tema lo antes posible iba a ser lo mejor para todos. Volvió a la mesa y se sentó en la silla que estaba frente a Zoro.

- Muy bien, pues empieza a hablar. - Sanji cruzó las piernas a la par que buscaba su cajetilla para echarse un cigarro a la boca. Lo necesitaba.

- De acuerdo... - Zoro suspiró, volviéndose a sentar, relajándose al fin. Ordenó sus pensamientos antes de empezar a hablar. - Cocinero, yo... - Sanji notó cómo un leve rubor nacía en sus mejillas. Hacía mucho que nadie le llamaba así. - Me he arrepentido toda mi vida de haberte dejado escapar aquel día, y sobre todo de no buscarte; quería respetar tu decisión. Aquel beso fue lo mejor que me pudo pasar porque ahí descubrí que realmente me enamoré de ti la primera vez que te vi. - Tomó una pequeña pausa para respirar. Le estaba costando soltar tantos años reprimidos en un solo momento. - Éramos críos y yo estaba hecho un lío... No estoy justificando nada, solo quiero que sepas que has sido y eres el amor de mi vida. - Zoro se atrevió a mirar a Sanji a los ojos por primera vez desde que empezó su monólogo. Estaba completamente quieto, con los ojos abiertos y con una pequeña lágrima recorriendo su cara. Parecía estar en shock. - Sé que los dos estamos en situaciones complicadas, pero me da igual; quiero estar contigo, Sanji.

El rubio no cabía en sí del asombro. No sabía si quería patearle o abrazarle. Estaba hecho un completo lío. Se secó las mejillas a causa de un par de traicioneras lágrimas y le dio una calada al cigarro intentando recomponerse.

- Yo... - Intentó hablar Sanji, con Zoro poniéndole su máxima atención. - Cuando nos volvimos a ver actuaste como si nada y acto seguido me dijiste que tenías novia, ¿cómo quieres que ahora me tome todo esto, musgo? - Su mejilla volvía a estar mojada. Mierda. - Lo has significado todo durante casi toda mi vida, y cuando consigo olvidarte, ¿me vienes con estas? - Sanji se estaba poniendo cada vez más nervioso. Sus piernas no paraban de moverse debajo de la mesa. - Quizás tú también lo has pasado mal, no lo voy a negar, pero has aparecido en mal momento. - Sanji se levantó. - Primero aprendamos a ser vecinos, conocidos... Y el tiempo dirá.

- Gracias. - Zoro se quedó sentado en la silla, quieto, sin saber bien lo que hacer en ese momento. - Entonces... ¿Podríamos intentarlo, con el tiempo? - Se le comenzaba a secar la boca por los nervios. Solo necesitaba una respuesta.

- Quizás. - Sanji le dio la espalda caminando hacia el portal, mientras se despedía moviendo su mano, sin saber en realidad si el cabeza de musgo le estaba mirando.

Y cómo no le iba a mirar.

𝓣𝓪𝓻𝓭𝓮. - [𝓩𝓸𝓢𝓪𝓷]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora