Parte sin título 8

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Me quedé impresionada de escuchar la mentira de Adiel, caray que no se inmutaba en hacerlo, hablaba con tanta firmeza como si estuviera diciendo la verdad.

Cuando logró controlar a la fiera de su esposa se acercó a cancelar. Mientras Adiel se encontraba frente a la caja, la profesora se acercó a mí y masculló.

—¿Crees que me comí ese cuento de que tú hermano estuvo aquí? No soy estúpida como ustedes creen, me bastó ver dos pozuelos sobre la mesa para saber que no había nadie más que ustedes dos... pero escúchame bien mocosa, que sea la última vez que sales con Adiel, ve y búscate un novio de tu edad y deja de andar tras mi marido.

Con dificultad tragué la saliva, quise defenderme pero que iba a decirle, si ella tenía razón, Jack no había estado ahí, y yo siempre he estado tras de Adiel, pero jamás he tenido el valor de confesar mis sentimientos ni mucho menos lo haré.

Minutos después salimos del centro comercial. Adiel detuvo un taxi y me envió a casa, sin voltear a verlo subí y una vez que llegué a casa subí a toda prisa a la habitación y me lancé en la cama. Como una boba volví a llorar, dejé que las lágrimas cayeran lentamente.

El domingo la familia volvió a organizar una salida y nuevamente incluyeron Adiel, pero en esta vez no fue solo, en esta vez llevo a su esposa y verlo con ella destrozó mi corazón.

Nos encontrábamos en una de las piscinas más grande de la capital, el lugar era completo, había cabañas y dentro de estas se encontraban pequeños hornos construidos de piedra tallada, dónde se podría realizar un delicioso asado. Mientras mamá y la empleada de la tía preparaban la comida, los demás nos encontrábamos disfrutando del caluroso sol.

Adiel se encontraba junto a su esposa y Jack, bebiendo unas cervezas. En cuanto a Xime y Flavio, estos dos estaban en medio de la piscina jugando al balón con papá y Diego. Y yo, pues yo estaba recostada en una de las sillas contemplando el cielo. De pronto, unas manos taparon mi rostro, lo cual me obligó a levantarme de inmediato. Joder, que me llevé un puto susto cuando me hicieron eso, pero cuando escuché la sonrisa de Will recobré el aliento.

—¿Te asustaste?

—¡Claro que sí! —, dije al golpear su pecho —¿Qué haces aquí?

—Vinimos a pasar un rato con la familia. ¿y tú?

—También ando con mi familia— volteé a ver dónde se encontraban los demás y me encontré con la mirada de Adiel.

—O sea que hoy puedo conocer a mis suegros—, dijo con una ancha sonrisa.

—¿De qué hablas tarado?

—Es solo una broma—, dijo al hacerme cosquillas.

Mientras sonreía con Will, escuché el llamado de Flavio. Me despedí de Will y caminé hasta mi hermano quién no dejaba de mirar a mí amigo.

—¿Quién es ese? — Cuestionó con el ceño fruncido, que por cierto cuando lo frunce se le forma una línea de ferrocarril en la frente.

—Es un amigo del colegio.

—Pero es muy confianzudo ¿No?

—Si, pero es un amor—, dije y Fla enchinó los ojos. Sonreí y lo abracé.

—Ven, juega con nosotros.

Primero dudé, pero ya luego decidí divertirme.

—¿Puedo invitar a Will?

—Bueno, así lo conocemos—, vociferó al lanzarse —Acá te espero.

Caminé de vuelta a Will y lo invité a jugar un rato con nosotros. Antes de lanzarme a la piscina me saqué el blanco vestido que cubría mi traje de baño, al quedarme sin este la mirada de Will me hizo sonrojar.

Profesor AdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora