Parte sin título 23

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Adiel asomó la cabeza y miró a ambos lados de los pasillos, luego me tomó de la mano y me adentró al departamento, tras cerrar la puerta me miró con enojo —¿¡Te has vuelto loca!? ¿¡Qué haces a esta hora aquí!?

—¿¡No te gustó la sorpresa!? —, apretó los dientes y continuó mirándome con enojo, era como si no le agradara mi presencia.

—¡Eres inconsciente! ¿Cómo fue que saliste de tu casa a esta hora de la noche? ¿No te das cuenta el peligro que corriste al venir sola?

—Quería verte—, me acerqué, pero me apartó las manos antes de que lo tocara, se dio la vuelta y pasó la mano por su cabeza —¿No quieres que esté aquí? —, pregunté con los ojos aguados, me miró sobre el hombro y apretó los labios.

—No me gusta que hagas estas cosas, ¡Por Dios! Piensa en las consecuencias, en lo que pudo pasarte y en lo que puede suceder que estés aquí. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado?

—¿Y dónde más podrías estar? —, reproché.

—Tengo familia Crys, estoy tratando de recuperarla.

—¿A quién? ¿A la profesora Rocío? —, mi corazón se apretó al hacer esa pregunta, tenía miedo de que dijera que sí.

—¿¡Qué pregunta haces!? Hablo de mi madre y hermana—, suspiró, me miró por un segundo y luego se acercó a la mesa, agarró las llaves y dijo —Vamos, te dejaré en casa.

—¿Dejarme? —, negué.

—Crys—, se acercó y tocó mi rostro —Entiende que no es bueno que estés aquí, si tu familia descubre que no estás en la cama empezarán...

—Mi mamá sabe que no estoy en la cama, todos creen que estoy en casa de Cleo en una pijamada.

—¿¡Qué!?

—Fue la única forma que encontré para poder estar un tiempo a solas, sin miedo a que nos descubran, sin miedo a que nos interrumpan, sin miedo al tiempo ni espacio—, pasé las manos por su cuello, me empiné desde los dedos de los pies para darle un beso —No quiero irme, no voy a irme porque quiero y deseo estar contigo—, lo besé suavemente, no correspondía a mis besos, pero sé que moría por hacerlo.

—Crys—, musitó —Estás loquita—, su pecho empezó a subir y bajar con rapidez. Enterré mis dedos en sus cabellos, y con los ojos cerrados froté suavemente mi nariz en su mentón.

—Estoy loquita por ti Adi.

Solté un suspiro, lo miré fijamente sintiendo el estómago rodeado de mariposas, más cuando me besó con ansias, deseo, pasión y cuando sus manos atraparon mis nalgas y me elevó al nivel de sus caderas.

De camino a esta nos comimos las bocas soltando más de un grueso suspiro. Al estar dentro, Adiel me bajó, me dio la vuelta dejándome de espalda, apartó mi cabello a un costado y empezó a dejar cálidos besos por todo mi hombro y cuello, logrando así empapar mi panti.

Sus manos se metieron debajo de mi blusa y acariciaron mi vientre, luego subieron a mis senos y las apretó con suavidad. Jadee ante ese contacto, más cuando su lengua ingresó a mi oído.

¡Por Dios! Me sentía resucitada.

Cuando Adiel retiró mi blusa sentí un frío recorrer mi cuerpo, pero inmediatamente sus brazos lo rodearon dándome ese calor que necesitaba.

Una de sus manos rodó por mi vientre introduciéndose dentro de mi pantalón llegando hasta la pelvis dónde su dedo masajeó mi clítoris.

Ante ese toque moví mis caderas y ajusté más las piernas, pero con su pie, Adiel movió mis talones abriendo más mis piernas para que su mano pudiera entrar más, y su dedo resbalarse en mi intimidad.

Profesor AdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora