Parte sin título 24

359 10 0
                                    

Los días pasaron y mis encuentros con Adiel solo duraban menos de cinco minutos, por A o B, nos era imposible encontrarnos, solo nos quedaba llamarnos y escribirnos.

Había pasado una semana desde aquella noche, era el primer día en el transcurso de esa semana que podíamos encontrarnos en el lugar de la primera vez.

Cuando Adiel ingresó me tomó por la cintura, me sentó en la mesa y empezó a besarme con locura, mi cuerpo se calentó llegando a una temperatura elevada.

Sus rápidos dedos aflojaron su pantalón, los rodó un poco, por consiguiente, se indujeron debajo de mi falda, hicieron a un lado el panti para al segundo siguiente embestirme de una estocada.
Al sentirlo dentro me aferré a sus hombros y él de los míos, sus fuertes empujones hacían mover mi cuerpo, los jadeos eran aplacados con los besos férvidos.

Cuando Adiel estaba por terminar envolví mis piernas en sus caderas, deseaba que terminara dentro, me gustaba cuando daba las estocadas finales, pero cuando lo hacía, cuando terminaba en mi interior era porque usaba condón, y cuando no, se regaba fuera acabando así con el mejor momento del sexo.

—¿Dónde estabas Crys? —, preguntó Cleo al colocar su mano sobre mi hombro —¿No me digas que con él? —, preguntó en el oído.

Sonreí y asentí.

Abrazadas fuimos hasta el coliseo donde nos dijeron que habría una reunión, la gran mayoría de los estudiantes se encontraban sentados en las gradas, incluso los licenciados estaban reunidos, solo faltaba Adiel, cuando llegó me buscó con la mirada, cuando me encontró sonrió y se sentó.

—La venta de la marihuana en la institución está prohibida, más aún, el consumo—, dirigí la mirada a Will, sonreía con el grupo de amigos que se había conseguido —Desde el día de mañana, todos los alumnos deberán pasar por una requisa.

—No pueden—, dijo uno del grupo de Will —El gobierno prohibió las requisas.
Y era cierto, de un tiempo para acá estaba prohibido que hurgaran en nuestras mochilas, pero eso al director pareció no importarle, dijo que el gobierno no iba a interferir en su instituto.

Hubo una acalorada discusión entre profesores y los alumnos de segundo y tercero de bachillerato. Estos eran los más grandes, y entre ellos había dos que tres rebeldes que querían mandar en el colegio, y se comentaba que eran los mismos que vendían la marihuana.

Una vez que terminó la reunión, todo volvimos a las aulas —Parece que tus amiguitos no podrán seguirle con su negocio—, Will caminó a mi lado y musitó.

—¿Quién dijo eso? Ellos encontrarán la manera de ingresarla, Crys, y tu novio no podrá evitarlo—, dijo a mi oído. Guardé silencio y continuamos caminando juntos hasta el aula —Como son los licenciados, ¿no? Repudian un consumidor de mariguana, pero adoran salir con chavitas. ¡Qué doble moral las de ellos!

—¿Puedes parar Will? —, se adelantó riendo a carcajadas.

Cuando Adiel ingresó y se sentó, Will sacó el tema de la reunión —Profesor, ¿está de acuerdo con lo que dijo el director?

—¿Le preocupa? —, le respondió con otra pregunta.

—No tanto como a usted profesor—, Adiel achicó los ojos.

—Explíquese señor Lewis.

—No creo que quiera contexto, profesor. O le suena pasillo 12 aula izquierda—, ante aquella respuesta, Adiel rascó su nariz y me dirigió una mirada rápida.
—Empecemos con la clase.

Will continuó riendo y aquello solo hizo molestar a Adiel, que terminó sacándolo de clase.

Una vez que su hora terminó, salí al baño, ahí abrí la llamada de Adiel —¿Puedes explicarme lo que dijo Will?

—No se lo he dicho. Will nos vio saliendo de ese lugar la primera vez.

—¿Lo sabe desde ahí?

—Si—, Adiel suspiró grueso.

—Hablamos después—, cortó la llamada.
Para la siguiente semana, con Cleo volvimos a organizar una pijamada, y volví a dormir con Adiel, pero en esta vez estaba al tanto de lo que haría, incluso pidió un Uber para mí, dijo que así iría más segura.

Al estar en su departamento, cerró la puerta y me llevó a él, el bolso que colgaba de mi hombro rodó de este y cayó al suelo, Adiel lo empujó para debajo de un ensere.

Caminamos hacia la habitación devorándonos la boca, las prendas iban cayendo al suelo, al quedar completamente desnudos me subió al nivel de sus caderas, me arrimó a un ensere y entró de una estocada.

Hizo varios círculos y luego caímos a la cama. Aquellas grandes manos masajearon mis senos, los apretaron y luego chuparon de ellos.

—¡Oh Adiel! —. Musité mientras cabalgaba sobre él.

POV DE ADIEL.
Tenerla ahí, sobre mi, moviéndose como toda una experta, aruñando mi pecho con sus afiladas uñas cada vez que alcanzaba un orgasmo me fascinaba.

Era la segunda noche que decidía venir a mí departamento. Joder, Crys era muy arriesgada, ella no razonaba, pero me encantaba que estuviera aquí, si no corría los peligros no podíamos disfrutar de estos momentos los cuales jamás pensé que sucederían.

Cuando la tenía cerca, cuando estaba a solas con ella yo podía controlarme, ya no podía estar sin hacerla mía. Pero hay veces me llenaba de preocupación que muchas personas lo supieran, aunque estas decidieron callar, no dejaba de angustiarme, más que todo este chico, pues se notaba que estaba ilusionado con Crys, y temía que por despecho terminara confesando esta gran verdad.

Dándole la vuelta la dejé debajo, entré en ella y la embestí con furor, mientras más duro le daba, más lo pedía —Carajo, eres exquisita—, mordí su labio —Te amo Crys, nunca dudes de mi amor.

Ella lo sabía, ella sabía que me tenía atrapado en su inocencia, locura y perversidad.

Di las últimas estocadas provocando que su cabeza chocara contra el espaldar de la mesa, gruñí al momento de expulsar el esperma. Me quedé unos minutos sobre ella contemplando su hermoso rostro y besando cada parte de el, luego salí de dentro de ella y retiré el condón, fui hasta el baño y cuando salía escuché el timbre de mi departamento.

Miré el reloj, eran más de las once, ¿quién tocaría a esta hora? —Quédate aquí. No hagas ni el más mínimo ruido—, salí a ver quién era, lo malo de este sitio era que no había mirilla, por eso cuando Crys llegó me dio una fuerte impresión —¿Quién? —, pregunté antes de abrir.

—Yo—, cuando escuché esa voz mi sangre cayó a los pies, mi corazón fue de prisa y me quedé anonado, ¿qué hacía Jack aquí? ¿qué quería?



Profesor AdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora