Parte sin título 34

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Al igual que Crys, Will estaba convencido que una vez casados y viviendo lejos dónde no se encontrara Adiel Brenes, Crysthel lo llegaría amar con todo su corazón. Se encargaría de cada día hacerla feliz y ayudarla a olvidar ese amor que le hizo tanto daño en el pasado.

Will Lewis no estaba dispuesto a renunciar a su Crys, era la única chica que en su jodida vida le había llegado al corazón, y no iba a dejarla libre, no después de que ella lo eligió a él y si lo eligió era porque sabía que a su lado podía ser muy feliz, aunque para eso debieran irse al último rincón del mundo, pero estaba muy optimista que ella lo amaría aún más de lo que amó a Adiel, y que este saldría de su corazón y no habría momento para que lo pensara.

Pero no todo salió como Will lo tenía planificado, él había olvidado algo, algo que su padre le había dicho cuando era apenas un niño, y a solo minutos de que empezara la ceremonia, un hombre conocido se acercó a el altar y le entregó un sobre.

Will tomó el sobre mirando con el ceño fruncido aquel hombre que no se retiró del lugar, si no que, se paró en una esquina.

Antes que el vals rodara, Will abrió el papel y leyó lo que estaba escrito ahí.

"¡No puedes casarte!, ¿has olvidado que ya estás comprometido? Vuelve a Estaquía porque tu futura esposa espera por ti, si no vuelves, si tan solo aceptas casarte, Gordon acabará con ella. Y si intentas escapar pagarás las consecuencias, te digo que la hemos estado vigilando desde hace meses, sabemos dónde trabaja, dónde vive, con quien vive, incluso sabemos todo sobre tu madre, y si no quieres que todas las personas que te rodean salgan lastimadas, déjala. Además, no te ama, te es infiel, la fotografía te lo demostrará". Una pequeña imagen de Adiel besando a Crysthel, justo en la finalización del semestre, provocó un dolor indescriptible en el pecho de Will, sus ojos se iluminaron, quiso salir corriendo antes de que todo empezará, pero ya era tarde, el vals había empezado, ella caminaba en su dirección, con una hermosa sonrisa.

La mano de Will apretó el sobre arrugando consigo lo que había en él, y cuando el sacerdote le preguntó no pudo evitar pensar en el hombre que se encontraba a unos cuantos metros, de reojo lo miró y este hizo un movimiento en su traje dejando ver el arma.

Will pasó gruesa saliva y no tuvo otra opción que, abandonar a Crys en el altar y huir como un cobarde.

Cuando dio la vuelta para salir vio a Adiel parado en la puerta de la iglesia, ahí supo que ese hombre jamás se daría por vencido.

Will aceleró el paso, al estar frente a Adiel musitó —Hazla feliz—, dicho eso se marchó. Pasando el mural corrió sin rumbo, se detuvo a unos kilómetros y gritó frustrado.

—¡¿Por qué padre?!

Will dejó caer su cuerpo en la vereda, sollozó con su cabeza afirmada en los brazos y estos sobre las rodillas.

—Debemos irnos joven Will, hay un vuelo esperando por nosotros.

—¿Por qué ahora? —, cuestionó —Si tenían meses siguiéndola, ¿por qué se acercaron ahora?

—Su padre lo ordenó así, quería que no existiera ni una oportunidad de que ella lo perdonara.

—¡Es una crueldad! ¡Incluso una crueldad hacia su propio hijo! ¿¡Ese es el amor que me tiene!?

—Su padre lo ama... solo busca lo mejor para usted y claramente esa joven no lo es.

—Tú y él no saben lo que es mejor para mí—, se levantó y dio la vuelta —Debo despedirme de mi madre. Incluso explicarle a Crys las cosas.

—No hay tiempo para despedidas, debemos irnos ahora.

—No me iré sin dar la cara Gordon, si hay algo en esta vida es que, no me gusta huir como los cobardes.

Profesor AdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora