La brisa

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- Tranca Matu, ya se te pasará, vení y come galletitas - Matías ya les había contado todo a sus amigos, estos para tratar de animarlo lo invitaron a la casa de Juani a hornear galletas con chispas de chocolate, pero Matías seguía tan rígido que como había llegado, no quería comer y no hablaba más que lo necesario y esto inquietaba a sus amigos quienes no paraban de preocuparse por él.

Tras la larga y pesada tarde, Matías decidió no ir a su casa, había pedido permiso hasta tarde así que tenía tiempo de sobra para deambular por las calles, caminando perdido en sus pensamientos se encontró un parque, donde vio la perfecta oportunidad para despejarse, aunque fue un gran error. Mientras Matías se columpiaba lentamente tratando de no pensar en nada, Enzo lo miraba de lejos, Matías sintió su mirada y ambos se conectaron, el más bajo quería acercarse, pero el contrario estaba rodeado de otras personas así que siguió en su mundo columpiándose y respirando pesadamente.

Enzo se acercó hacía él y se agachó hasta su altura para quedar cara a cara, viéndose fijamente.

- ¿Y tus amigos? - 

- Ya se fueron, tenían mejores cosas que hacer, ¿Quieres dar una vuelta? - Matías asintió y caminó junto a Enzo, el parque estaba vacío así que Enzo no dudó en tomar la mano de Matías quien seguía con la vista perdida.

- ¿Qué tal la pasaste con tus amigos? - Se animó a preguntar Enzo pues ya no soportaba el silencio que había entre ambos.

- Bien supongo - Matías no tenía tantas ganas de hablar y la presencia de Enzo por alguna razón le causaba malestar, pero sabía que si se iba se sentiría peor después. Enzo ya no soportaba el ambiente tenso y estaba dispuesto a romperlo a como diera lugar, así que, en un momento imprevisto, agarro a Matías de la cadera y lo subió a sus brazos cual príncipe a su princesa.

- ¡¿Qué hacés?! ¡Enzo bájame! - Matías forcejeaba, pero Enzo era más ágil y cuando Matías ya estuvo acomodado entre sus brazos se dispuso a correr lo más rápido que su cuerpo le permitía. La brisa fría y refrescante de la noche golpeaba contra sus rostros y contagiaba vida y juventud, bastaron un par de metros para que Matías se contagiara de alegría y emoción a cada paso que daba Enzo. Ambos se reían y sentían la frescura e inquietud de la juventud, de la noche.

Una vez pararon por el cansancio de Enzo, Matías se separó del contrario y lo miró a los ojos, esos ojos traviesos y perdidos y pensó que quizás nadie lo miraría como él, y pensó que quizás nadie más lo amaría, que nadie más se quedaría, así que lo besó. Un beso lleno de necesidad de súplica, Matías con ese beso rogaba que no se fuera, que se quedara con el hasta que sus huesos ya no respondieran y hasta que sus ojos se cerraban, y Enzo correspondiendo el beso le hacía saber que lo necesitaba, que no soportaba la soledad ni el abismo de la oscuridad.

El besó se terminó, pero sus dolores pasados no cesaron, Enzo sintió sus ojos picar y Matías pudo ver ante él las lágrimas de Enzo brotar de sus ojos y mojar sus pestañas, nunca lo había visto llorar y era hermoso ver que Enzo estaba igual de confundido que él, igual de roto que él.

- C-creo que te quiero... - Soltó Enzo ante el estruendo de emocionar que yacían sobre su pecho y Matías sonrió ante su confesión, pero no respondió porque no sabía si lo que sentía se le llamaba querer, porque sentía tantas cosas cuando Enzo lo tocaba, algunas oscuras como la misma noche que los asechaba y otras tan luminosas como el sol que iluminaba las mañanas, o incluso a veces ambas al mismo tiempo, pero cuando entendió que Enzo se sentía igual decidió responder.

- No sé si te quiero, pero por favor nunca me abandones - Le dijo Matías mientras sus labios temblaban urgidos por su respuesta, y sus ojos paseaban por el rostro de Enzo que siempre parecía tan difícil de descifrar. 

- No lo haré - Y aunque Matías no podía creerle, decidió mentirse esa noche y dejarse amar. Matías se subió a la espalda de Enzo y volvieron a correr, volvieron a reír, volvieron a amar, Matías dejaba castos besos en las mejillas del otro, y aunque una inseguridad e incomodidad junto con culpa nacían del pecho de Matías, decidió callar sus sentidos y solo dejarse caer en los hombros de Enzo, disfrutando de la brisa.

"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" enzo x matiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora