Ilusión rota

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Cada átomo de su cuerpo existía para ese momento, para esa ilusión, fue hasta la ciudad que le dijo su abuela, una vez ahí paso toda la tarde pidiendo referencias para llegar el registro de la ciudad que para su mala suerte quedaba en la otra punta de la ciudad, con miedo de gastar lo poco que tenía para el pasaje de vuelta, caminó, caminó por horas, las calles eran largas y las personas hostiles, hacía frío, pero le calentaba el alma la ilusión de poder conocerlo.

Cuando por fin llegó, junto todos los datos que había recolectado acerca de su padre, edad, nombre, apariencia, etc. Miraba expectante y atento mientras la encargada buscaba en sus carpetas, no le importaba tener que caminar a la otra punta de la ciudad de nuevo solo para verle, estaba dispuesto a todo.

- Lo siento, no encontramos a una persona con los datos que usted me dice - Avisó de forma monótona y cruda la encargada, Matías solo pudo respirar, agradeció tratando de evitar llorar, todo su esfuerzo y su disposición se habían agotado en vano, quizás Enzo tenía razón.

Esa noche durmió en un asiento de un parque, esperando el próximo bus que salían al amanecer siguiente, se sentía aturdido y cansado, pero no podía dormir, se sentía miserable y ridículo, frente a sus ojos se desvanecía su más grande anhelo y su corazón se estrujaba de dolor al afrontar la realidad. Lagrimas brotaban de sus ojos ante la desesperación y su estupidez, se abrazó a si mismo convenciéndose que su padre jamás lo haría, viendo con sus dos ojos aguados la cruel y triste realidad, por primera vez puso los pies sobre la tierra y se dio cuenta que había peleado con Enzo sin razón, había ilusionado a su abuela y sobre todo había decepcionado a su madre por su simple capricho.

Regresó a casa con más dudas que respuestas, pero ya no quería responder sus dudas, ya no quería buscar a un fantasma, esa noche dejó a su alma llenarse y pudrirse de rencor y odio, juzgó y martilló a su padre en su mente, ya no le importaba, no le importaba porque ya se había dado cuenta que no volvería, ya se había dado cuenta que Enzo y su madre tenían razón, aunque doliera y pesara la pena y desilusión, era mejor llevar con la cruz antes que hacer que todos los que amaba la llevaran por él.

Ya en frente de la puerta de su casa, estaba perplejo, tenía tanto miedo y tanta angustia como sangre en el cuerpo, no encontraba las palabras correctas para disculparse, ni los actos que tendría que hacer para reivindicar su falta, no sabía nada, solo necesitaba estar en los brazos de su madre. Antes de que pudiera tocar, su madre salió y se quedó estática viéndolo fijamente, Matías ya estaba preparado para recibir una bofetada o gritos por lo que acababa de hacer.

- Y-yo...lo siento - Matías no sabía que más decir y agachó la cabeza sin saber que esperar de su cansada madre, pero jamás se esperó recibir el abrazo más emotivo de su vida, ella lo abrazó y ambos lloraron, el abrazo los protegía a ambos de la abrumada y tormentosa realidad, esa realidad donde habían sido abandonados y desechados, Matías lloraba de desilusión, su madre lloraba de martirio y culpa, ambos por el mismo hombre, ambos por la misma causa. Ese día Matías pudo entender un poco la amargura de su madre y su madre pudo entender un poco la ilusión y esperanza de Matías, todo por un abrazo.

Ambos entraron a casa, Matías explicó lo que había pasado a su madre y a su abuela, lo escucharon, lo entendieron y lo perdonaron, ellas también pidieron perdón y aunque Matías tenía tantas preguntas que hacerle a su madre, prefirió tragarse la duda antes que recibir respuestas que lo hicieran pudrirse más por dentro.

- El malandro ese ha venido a preguntar por ti varias veces, solo le dije que no estabas, llamó al teléfono casi que todo el día, parece desesperado - Matías sintió su cuerpo tensarse, y por primera vez no sintió emoción ante la mención de Enzo, solo sintió desesperanza. 

Matías decidió ir a dormir, extrañaba tanto la comodidad de su cama estaba tan necesitado del calor de sus cobijas, pese a ser de mañana, durmió y descanso todo lo que no había descansado. Despertó horas después sin nadie en casa, supuso que su madre fue a trabajar y que su abuela fue a darle de comer a las palomas en el parque, se sentó en los muebles de la sala dispuesto a ver la televisión tranquilo, pero fue interrumpido por el toque de la puerta. Pensó que era Malena preocupado por su aparente desaparición así que decidió abrir, y cuando abrió, se encontró con Enzo del otro lado de la puerta.

- Hola nene, regresaste - Saludó Enzo con una gran sonrisa en su rostro, estaba a nada de abrazarlo por la ferviente emoción que sentía, pero Matías retrocedía ante su acto.

- Nene no me la bajes así, tenemos que hablar - Matías sintió sus ojos humedecerse ante la compasión del otro.

- No tenemos que hablar de nada -

- Nene, yo... -

- Tenías razón - Enzo se quedó atónito ante su confesión.

- Creo que ya pisé la realidad, mi padre no volverá, moriré en este hostil y deplorable pueblo y probablemente pasé toda mi vida trabajando para mantener a una familia que no quise tener - Sus palabras salían vacías y sin sentimiento y eso asustaba a Enzo.

- No fue lo que quise decir, pero ¿Qué pasó? -  Y ante la pregunta de Enzo, Matías se desplomo en sus brazos, pero se sentía tan diferente, los brazos de su madre lo consolaban, pero los brazos de Enzo lo hacían tocar la cruel realidad.

- T-te juro que trato de no odiarlo, pero... - Lloraba sobre el pecho de Enzo mientras este acariciaba su cabello buscando que parara el llanto, Enzo tomó la cabeza contraria entre sus manos y la separó de su pecho.

- La vida es injusta, tú y yo somos igual de miserables Matías, podemos vivir separados y pensar que lo hemos dejado atrás, aunque nos estemos pudriendo por dentro, o poder estar juntos y sufrir acompañados como solo nosotros podemos entender - Tras decir eso, Enzo lo besó, y Matías lo correspondió, fue un beso lento y hasta tortuoso.

Ese día Enzo le demostró amor y Matías le correspondió, pero lejos de sentir dichoso y enamorado, Matías se sentía miserable y roto, como su ilusión, mientas más lo besaba, más roto y quebrado se veía a sí mismo. 





"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" enzo x matiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora