Cinco años habían transcurrido desde que Matías y Enzo dejaron atrás las tranquilas calles del pintoresco pueblo y se aventuraron juntos hacia la bulliciosa capital en busca de un futuro prometedor. El resplandor de las luces de la ciudad ya no los deslumbraba como antes; ahora, solo arrojaba sombras sobre su relación desgastada. Sus días estaban marcados por una rutina implacable de estudio y trabajo, dejándolos exhaustos y con poco tiempo para ellos mismos.
Matías se deslizaba fuera de la cama en las primeras horas de la mañana, aún envuelto en la oscuridad del sueño, para enfrentar otro día agotador. Trabajaba incansablemente para mantener a flote a su familia, cuidando de su madre enferma y su abuela anciana, de vez en cuando las iba a visitar para hacerles compañía y pasar algún tiempo con ellas, pero cada vez estaba más ocupado, sin embargo, le hacía sentirse mejor el hecho de estar devolviéndoles toda la ayuda que le habían dado.
Cada día era una lucha constante contra el cansancio y la incertidumbre, pero se aferraba a la esperanza de un futuro mejor para todos ellos. Respecto a sus amigos, pese a perder un poco de comunicación, sabia como se encontraban y planeaban verse cada cierto tiempo, Francisco se volvió un modelo muy famoso y bien posicionado, por otro lado Juani salió del país para estudiar lo que le apasionaba en el extranjero, seguían siendo amigos pero las cosas cambiaron mucho desde que se fueron del pueblo, sobre todo con Francisco, con quien Matías nunca más volvió a tocar el tema de su discusión, pero cada que se veía era como si ninguno de los dos podía olvidarla.
Enzo, por otro lado, se sumergía en su propio mundo, dedicado exclusivamente a su carrera y a sus propios intereses. Como aspirante a empresario, se esforzaba por abrirse camino en el competitivo mundo de los negocios, sacrificando horas de sueño y ocio en busca del éxito. Pero a medida que avanzaban los años, su dedicación al trabajo comenzó a distanciarlo de Matías, creando una brecha entre ellos que parecía cada vez más difícil de superar.
La distancia física entre ellos era solo el reflejo de la brecha emocional que se había abierto entre sus corazones. Enzo se volvía cada vez más reservado, menos dispuesto a compartir sus pensamientos y emociones con Matías. Los gestos cariñosos se desvanecían gradualmente, reemplazados por una frialdad que cortaba más profundo que el viento invernal.
Matías luchaba por mantener viva la chispa de su amor, pero se sentía como un faro solitario en medio de la oscuridad. Sus intentos de acercarse a Enzo eran recibidos con indiferencia o, peor aún, con desdén. La sensación de estar solo, incluso cuando Enzo estaba presente, lo consumía como una sombra que lo seguía a todas partes.
Las sospechas de infidelidad se agolpaban en la mente de Matías, alimentadas por la falta de transparencia de Enzo y sus constantes evasivas. Cada vez que Enzo llegaba tarde a casa, con excusas vagas y ojos esquivando su mirada, el peso de la desconfianza se hacía más insoportable en el pecho afligido de Matías. ¿Qué estaba ocultando Enzo? ¿Acaso ya no lo amaba? Las respuestas lo atormentaban, pero enfrentarlo no era su primera opción, mientras más avanzaba el tiempo más dependiente se hacía de Enzo, y desde su pelea en el pueblo, trató de que no hubiese tantos conflictos, pero cada vez era más difícil, con Enzo siendo una tumba y con Manitas siendo una montaña rusa de emociones y recuerdos nostálgicos y amargos.
Entre los suspiros silenciosos de la noche, los recuerdos de antiguas peleas emergían como fantasmas del pasado, recordatorios dolorosos de la fragilidad de su relación.
Matías recordaba las noches interminables en las que discutían sobre el futuro incierto que les aguardaba, cada palabra cargada de emociones intensas y heridas aún sin cicatrizar. Aún recordaba una pequeña discusión que habían tenido días atrás, no había gritos ni reproches, solo dos personas cansadas tratando de esquivar lo que sienten para no hacerse responsables por sus acciones pasadas y presentes.
- ¿Recuerdas cuando discutimos sobre irnos del pueblo? Pensé que eso nos uniría más, pero solo nos ha alejado. - Matías preguntaba cansado y harto de la situación, ambos estaban en el balcón del departamento viendo lo melancólica y sola que se veía la noche en la ciudad, pero a Matías no le importaba nada, solo tenía sus ojos enfocados en Enzo, mientras los dos fumaban podían sentir como el ambiente cada vez era más seco entre ambos, como si tuvieran tanto que decir, pero no pudieran hablar.
- Lo sé, lo siento... Pero no puedo cambiar el pasado. - Soltaba Enzo con resignación y pesadez mientras le daba otra calada a su cigarro y aspiraba la brisa de la decadente noche.
- No se trata del pasado, Enzo. Se trata de nosotros, de nuestro futuro juntos. - Trataba de hacerle entender Matías, pero era en vano, Enzo no lo escuchaba, y jamás lo escucharía, desde que ambos se fueron de la ciudad, Enzo comenzó a desarrollar rechazo y resentimiento hacía Matías, y cada día que pasaban juntos el desprecio era más inminente, al final Matías solo le dio otra calada a su cigarro y lo dejó pasar, como siempre.
El eco de esas palabras resonaba en su mente, recordándole que el tiempo no podía deshacer el daño que habían causado. Cada discusión, cada palabra hiriente, se convertía en un obstáculo insuperable en su camino hacia la reconciliación.
El peso del resentimiento y la amargura se hacía más insoportable con cada día que pasaba, amenazando con arrastrarlos a ambos hacia la oscuridad.
Y con todo el peso de la curda realidad Matías empezó otro día sin ver a Enzo en la mañana y sin tenerlo a su lado al despertar, y sabía que lo más probable es que cuando llegara en la noche del trabajo, Enzo tampoco estaría, y se iría a dormir con la sensación de soledad en todo su cuerpo escurriéndose desde su corazón, era tan triste ver como un sueño se podía convertir en una pesadilla.
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"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" enzo x matias
FanfictionEn medio de su madre depresiva y el abandono de su padre, Matías se enamora del malandro del pueblo en los 80's