Pequeños pasos

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Los años pasaron, marcados por el suave susurro del tiempo que llevaba consigo el crecimiento de Blas. De un bebé indefenso que dependía por completo de los cuidados de Matías y Enzo, se transformó en un niño curioso y lleno de energía, cuya risa resonaba alegremente por los rincones del pequeño apartamento.

Matías se dedicaba por completo a su hijo, encontrando en él una fuente inagotable de amor y alegría. Cada día era una nueva aventura, una oportunidad para descubrir el mundo a través de los ojos brillantes de Blas.

El pequeño Blas se había convertido en el centro de su universo, llenando cada rincón de su corazón con una alegría indescriptible. Matías disfrutaba cada momento con su hijo, creando recuerdos que atesoraría para siempre en lo más profundo de su ser.

Los días transcurrían lentamente, marcados por las risas juguetonas de Blas y los cálidos abrazos de Matías. Juntos, exploraban el mundo que los rodeaba, encontrando maravillas en cada pequeño detalle.

- ¿Estás listo para nuestra aventura de hoy, Blasito? -

- ¡Sí, pa! ¿Adónde iremos? -

- Hoy vamos al parque. Podremos jugar en los columpios y tal vez hasta picar algunas flores para papá Enzo - 

- ¡Qué emoción! ¡Voy a correr tan rápido como pueda! -

Cada salida al parque era una oportunidad para que padre e hijo se acercaran más, compartiendo risas y conversaciones mientras disfrutaban del aire fresco y el cálido sol. Matías se maravillaba ante la curiosidad infinita de Blas, su entusiasmo contagioso iluminando cada rincón de su corazón.

Pero mientras Blas crecía y florecía, el pequeño apartamento se llenaba cada vez más con el peso silencioso de la ausencia. Enzo llegaba a casa cada vez más tarde, sus pasos tambaleantes y el olor a alcohol impregnando el aire con una tristeza palpable.

- Blas, ¿has visto a papá hoy? -

- No, papá. No lo he visto. -

A veces, Enzo ni siquiera llegaba a casa, dejando a Matías para enfrentarse solo a las noches oscuras y solitarias. La incertidumbre se aferraba a Matías como una sombra, su corazón lleno de temor por lo que el futuro podría depararles.

Pero a pesar de todo, Matías se aferraba con fuerza al amor que sentía por Blas, encontrando en él una razón para seguir adelante incluso en los momentos más oscuros.

- ¿Cómo estuvo tu día en la escuela, Blas? -

- ¡Fue genial, papá! Aprendimos sobre los dinosaurios y dibujamos nuestros favoritos. ¡El mío es el T-Rex! -

Las noches eran largas y solitarias, pero Matías nunca se sentía solo cuando Blas estaba a su lado. En los momentos de quietud en la madrugada, cuando el mundo parecía detenerse a su alrededor, Matías se encontraba a sí mismo acunando a Blas en sus brazos, susurrándole palabras de amor y consuelo mientras el pequeño dormía tranquilamente.

- ¿Quieres que te cuente un cuento antes de dormir, Blas? -

- ¡Sí, por favor, papá! ¿Puedes contarme sobre el caballero valiente que luchó contra el dragón? -

- Claro, mi valiente caballero. Había una vez un valiente caballero llamado Blas, que con su espada y su coraje enfrentó al feroz dragón y... -

Y así, en esos momentos mágicos antes de dormir, Matías y Blas se sumergían en un mundo de fantasía y aventura, donde los sueños se convertían en realidad y el amor de padre e hijo era la fuerza que lo conquistaba todo.

A medida que los días se convertían en semanas, y las semanas en meses, Matías veía a Blas crecer y florecer ante sus ojos. Cada nuevo logro, cada nueva sonrisa, era un recordatorio del milagro del amor y la alegría que Blas había traído a su vida.

Y a pesar de las dificultades y los desafíos que enfrentaban, Matías sabía en lo más profundo de su corazón que tenían el uno al otro, y que juntos podrían superar cualquier obstáculo que el destino pusiera en su camino.

"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" enzo x matiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora