Atraco

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Matías no podía creer que había aceptado gastar su fin de semana en una fiesta ruidosa y mal oliente, sus amigos lo habían notado decaído y triste así que no se les ocurrió mejor idea que llevarlo a una fiesta llena de marihuana, la mitad de todas las personas fumaban y la otra mitad se reía mientras bailaban de la forma más tiesa posible, Matías no lo soportaba, había perdido de vista a sus amigos, supuso que debieron estar hablando con otros chicos y de seguro estaban bailando en medio de la multitud.

Debido al fuerte olor y a la música ruidosa que explotaba sus oídos decidió salir y respirar un poco de aire fresco, de verdad lo necesitaba. La noche era algo agobiante y acalorada, al parecer no era el único que pensaba así, había otras dos chicas fuera de la fiesta riendo y hablando tranquilas entre ellas. Matías sonrió inconscientemente, le recordó a sus amigos y a él cada que hablaban, sin prisa y sin tensión, y a pesar de hablar tanto siempre les faltaba más por hablar.

Matías estaba perdido en sus pensamientos, pero la llegada de un nuevo individuo al lugar le hizo salir de sus pensamientos, era un hombre alto, venía todo cubierto de negro con una capucha y una tela que le tapaba la cara, Matías se estremeció entre su lugar, ese chico se le hacía raro y le daba mala espina, este se dirigía hacía las dos chicas, Matías sintió su mandíbula tensarse.

- Dame todo - El hombre sacó un cuchillo de su bolsillo y comenzó a amenazar a las chicas, Matías al principio se quedó estático, pero cuando las inocentes chicas comenzaron a gritar tuvo que tomar acción. Se acercó y tratar de empujar al ladrón, este seguía forcejeando con las chicas mientras Matías trataba de alejarlo, repente su miedo se convirtió en desesperación, y más gritos se comenzaron a escuchar dentro de la fiesta, junto con disparos.

- Matías vete de aquí, ahora - Matías abrió los ojos como platos, podría reconocer esa voz a kilómetros.

- ¿Enzo? - Las dos chicas al ver que el delincuente dejó de forcejear, salieron corriendo, dejándolos solos. Enzo se quitó la tela que cubría su cara y se incorporó para acercarse a Matías.

- ¿¡Qué mierda te pasa!? Les hiciste daño, ¿Cómo eres capaz de hacer esto? ¡Eres igual a los otros choros de mierda de este lugar asqueroso! - Matías gritaba con desesperación mientras empujaba a Enzo, sabía que Enzo hacía ciertas cosas ilícitas, pero jamás se imaginó que sería capaz de lastimar a personas inocentes.

- Necesito que te vayas ya, los que están adentro son peligrosos y quieren robarse todo ¡Solo vete! -

- ¡No me iré! Mis amigos están adentro y nos lo dejaré, ¡No soy un animal sin sentimientos como tú! - Los gritos y golpes de dentro de la fiesta se escuchaban cada vez más fuertes, Enzo intento agarrar a Matías y correr, pero Matías no se dejó y lo golpeó en el abdomen mientras le seguía gritando con lágrimas de decepción en sus ojos, en medio del caos las sirenas de policía comenzaron a acercarse, Enzo corrió y huyó solo, pero Matías se quedó ahí anonadado en frente de las patrullas de policía.

-

- Que estoy bien, solo fue un golpecito - Francisco había sido golpeado por uno de los choros pero por suerte no había sido nada grave, Juani le ponía hielo y compresas fría para que se bajara la hinchazón y Matías seguía con la mirada perdida, los tres estaban en la estación de policía en lo que llegaban sus padres, todos los adolescentes que estaban en la fiesta estaban ahí por poseer sustancias ilícitas.

- Perdón Mati, de verdad pensé que te caería bien una fiesta, pero todo se fue a la mierda - Habló ahora Juani mientras aplicaba la compresa en el moretón de Francisco.

- No, está bien, no podrías saber que esto pasaría, como sea, solo necesito llegar a mi casa - Y como si el cielo lo hubiera escuchado llegó Malena, se le hizo raro que no fuera su madre, pero no se lo cuestionó mucho, solo necesitaba salir de ahí. Malena firmó como su representante y se fueron en su auto, Matías quería preguntar algunas cosas, pero estaba lo suficientemente abrumado como para hablar.

- ¿Así que drogándote en fiestas? -

- ¡Yo no me drogué! Solo fui a pasar al rato - Malena rio ante la rápida alteración del menor.

- ¿Por qué no vino mamá? - Malena sintió su mandíbula apretarse y se irguió en su asiento.

- Tuvo problemas con el casero, al parecer tenía deudas con la renta, creo que tendrán que mudarse pronto - El ambiente se puso tenso y frio, Matías comenzó a preocuparse, pero supo que ponerse mal no ayudaría en nada.

- La vida apesta - Dijo Matías con amargura haciendo reír a Malena.

- ¿Tú crees? -

- Sí, estoy destinado a vivir en esta miseria toda mi vida -

- Yo creo que no, si te esfuerzas quizás puedas superarte -

- Esos solo son cuentos, estoy en la mierda y mi familia está en la mierda, Dios me duele mucho la cabeza - Malena se quedó en silencio pensando en que decirle al menor.

- Tu madre me contó que fuiste a ver a tu padre -

- No quiero hablar de eso -

- ¿Salió mal? -

- Si -

- Debí suponerlo, desde que llegaste estás más amargado que de costumbre y eso es decir mucho - Bromeó haciendo reír a Matías.

- Sabes, muchas cosas que queremos no las podemos tener, a veces luchamos por cosas y a quizás no se dieron por más que te esforzaste, pero no porque algo te salió mal significa que todo lo hará, es necesario vivir de algo que quieres, esforzarte por algo, tener un rumbo porque de lo contrario solo vivirás en el limbo frustrado y resentido con los demás, pero sobre todo contigo mismo - Matías se quedó atónito ante su consejo.

- Pero es que tu no lo entiendes, yo soy este miserable lugar, aunque trate de alejarme y de pensar diferente no puedo, es como si estuviera atrapado en mis pensamientos -

- No eres de dónde vienes, eres lo que decides ser, no porque tu padre te haya abandonado significa que todos lo harán, yo creo en ti, tu madre cree en ti, tu abuela y apuesto que los putos de tus amigos también creen en ti - Dijo Malena mientras sonreía y conducía amenamente, Matías sintió su corazón saltar de alegría, escuchar eso le hacía dar pequeños ánimos de que quizás algún día todo mejore, pero era difícil cambiar viviendo como él vivía. Al cabo de unos minutos llegaron al edificio.

- Gracias por el consejo -

- No es nada, la vejez ya me está dando sabiduría parece - Ambos rieron y Matías entro a su casa para correr hacía su cuarto y dormir, necesitaba descansar, no quería pensar en nada más, solo necesitaba una larga siesta.

"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" enzo x matiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora