Capítulo 7. El triunfo de Snape

171 24 1
                                    

«Ya podías haberme liberado antes de largarte, cacho de cabrón», pensó Gia con rabia. Tendida bajo la capa invisible, se preguntó si podría hacer algo de magia. Agitó la mano, tratando de pensar en el hechizo para liberarse, pero nada le sirvió.

«Cahuen», pensó. «¿Dónde esta mi maravilloso linaje cuando se le necesita?». Pero Gia sabía que no era por eso; sentía demasiada rabia y cabreo hacia Draco en ese momento como para ser capaz de hacer magia sin pronunciar el hechizo. «Pienso empalarte, capullo». Pensó en intentar patalear, pero sabía que no funcionaría. «Esto me pasa por cotilla y por tener ideas brillantes que no llevan a ninguna parte. Me dejó, ¿a quién cojones le importa que se meta en la boca del lobo?». Era una tontería, por supuesto. Sabía que no descansaría hasta averiguarlo. A fin de cuentas... era Draco.

Mientras escuchaba los últimos pasos que se percibían en el pasillo, pensó en Ron, Hermione y Pansy, que creerían que había bajado sin esperarlos. Le pareció percibir el susurro de los árboles que bordeaban el lago y también el lejano ululato de una lechuza, pero nada que indicara que estaban buscándola, ni siquiera (y se avergonzó un poco al pensarlo) voces ansiosas preguntando dónde se había metido Gianna Potter. La desesperación la fue embargando cuando imaginó la caravana de carruajes, tirados por thestrals, avanzando lentamente hacia el colegio y a Draco burlándose de lo que había hecho. Con un poco de suerte, Zabini le echaría la bronca y le daría una paliza por ella.

El tren dio una brusca sacudida y Gia se quedó tumbada maldiciendo a todos los ancestros de los Malfoy. La locomotora se puso en marcha y el suelo empezó a vibrar. El expreso de Hogwarts estaba a punto de abandonar la estación y nadie sabía que Gia todavía se hallaba tendida en uno de sus vagones.

Entonces la muchacha notó que la capa invisible se levantaba y oyó una voz:

- Hola, Gianna.

Hubo un destello rojizo y Gia recuperó la movilidad. Dio un salto y se puso de pie. Tenía en frente a Tonks, que sujetaba con una mano la capa invisible.

- Tenemos que salir de aquí ahora mismo - dijo la bruja -. Corre, saltaremos.

Gia la siguió por el pasillo. Tonks abrió la puerta del vagón y saltó al andén. La chica la imitó y aterrizó con gracia a su lado, enderezándose con orgullo al tiempo de ver cómo la locomotora de vapor aceleraba y se perdía. El frío nocturno le alivió el dolor en el orgullo, pero se sentía avergonzada de no haber podido usar su magia por su rabia.

- ¿Quién ha sido?

- Draco Malfoy - contestó Gia con rabia. Tonks se sorprendió -. Oh, tu madre te lo ha contado, ¿verdad?

- Tienes un gusto curioso para los chicos, Gia. Llama la atención. Pero también me fijé una vez en como os mirabais - Gia gruñó -. ¿Cómo es que no has podido hacer magia? - preguntó -. Vamos, iremos caminando al colegio, cúbrete con la capa.

- Porque la rabia es un sentimiento ardiente, Dora, que te nubla la mente - gruñó. La bruja agitó su varita: una inmensa criatura plateada de cuatro patas salió de ella, echó a correr y se perdió en la oscuridad.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Un patronus? - preguntó Gia.

- Si. Aviso al castillo de que te he localizado para que no se preocupen. ¡Vamos, no nos entretengamos!

Echaron a andar hacía el camino que conducía a Hogwarts.

- ¿Cómo me has encontrado?

- Advertí que no bajabas del tren y sabía que tenías la capa invisible - explicó la bruja -. Pensé que quizá te hubieses escondido por alguna razón. Cuando vi aquel compartimiento con las cortinas echadas, decidí inspeccionarlo.

Soulmates VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora