Capítulo 19. La Marca Tenebrosa gris

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------ Sobra decir que nos saltamos el capítulo sobre la cueva ----------------

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Cuando salieron bajo el cielo estrellado, Gia subió a Dumbledore a la roca mas cercana y lo ayudó a levantarse. Empapada y temblorosa, cargando de su padrino, la muchacha se centró con todas sus fuerzas en su destino: Hogsmeade.  Cerró los ojos, agarró a Dumbledore por el brazo tan firmemente como pudo y se abandonó a aquella horrible sensación de opresión.

Antes de abrir los ojos ya supo que la Aparición había dado buen resultado, pues el olor a salitre y la brisa marina se habían esfumado. Temblando y chorreando, se hallaban en medio de la oscura calle principal de Hogsmeade. Por un instante Gia fue víctima de un espantoso truco de su imaginación y creyó que allí también había inferi saliendo de las tiendas y arrastrándose hacia ella, pero parpadeó varias veces y comprobó que nada se movía en la calle, donde sólo había algunas farolas y ventanas encendidas.

- ¡Lo hemos conseguido, profesor! - susurró con dificultad, sintiendo una dolorosa punzada en el pecho -. ¡Lo hemos conseguido! ¡Tenemos el Horrocrux!

Dumbledore medio perdió el equilibrio y se apoyó en la muchacha. Gia creyó que su inexperiencia en aparecerse había afectado al director, pero entonces reparó en que su cara estaba más pálida y desencajada que nunca, apenas iluminada por una lejana farola.

- ¿Se encuentra bien, señor?

- He tenido momentos mejores - contestó Dumbledore con voz frágil, aunque le temblaron las comisuras de la boca, como si quisiera sonreír -. Esa poción... no era ningún tónico reconstituyente...

El anciano se desplomó y Gia gritó de pánico.

- Señor... No pasa nada, señor, se pondrá bien, no se preocupe. - Desesperada, miró en derredor en busca de ayuda, pero no vio a nadie; su único pensamiento fue que debía ingeniárselas para llevar cuanto antes a Dumbledore a la enfermería -. Tenemos que volver al colegio, señor. La señora Pomfrey...

- No - balbuceó Dumbledore -. Necesito... al profesor Snape... Pero no creo... que pueda caminar mucho...

- Está bien. Mire, señor, voy a llamar a alguna casa y buscaré un sitio donde pueda quedarse. Luego iré corriendo al castillo y traeré a la señora...

- Severus - dijo Dumbledore con claridad -. Necesito ver a Severus...

- Muy bien, pues a Snape. Pero tendré que dejarlo aquí un momento para...

En ese instante Gia oyó pasos precipitados y el corazón le dio un vuelco: alguien los había visto y acudía en su ayuda. Era la señora Rosmerta, que corría hacia ellos por la oscura calle luciendo sus elegantes zapatillas de tacón y una bata de seda con dragones bordados.

- ¡Os he visto aparecer cuando corría las cortinas de mi dormitorio! Madre mía, madre mía, no sabía qué... Pero ¿qué le pasa a Albus?

Se detuvo resoplando y miró boquiabierta a Dumbledore, que yacía en el suelo.

- Esta muy herido... - explicó Gia -. Señora Rosmerta, ¿puede acogerlo en Las Tres Escobas mientras yo voy al colegio a buscar ayuda?

- ¡No puedes ir sola! ¿No te das cuenta? ¿No has visto...?

- Si me ayuda a levantarlo - dijo Gia sin prestarle atención -, creo que podremos llevarlo hasta allí...

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Dumbledore -. ¿Qué ocurre, Rosmerta?

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