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Editado: 01/12/2017

Changmin caminaba por las calles de Seúl diciendo en susurros palabras intangibles ante la presencia de la gente que caminaba y paseaba por el lugar. Frases relacionadas con Jaejoong, los sentimientos de odio y repulsión eran lo que más destacaba en sus palabras. Además de acompañarlo con adjetivos que lo calificaban. Diablesco, desprecio, etc.

Una vez más tropezó cayendo al suelo con las cosas que había comprado del supermercado, papas fritas, soda, chicles, pizzas, dulces, galletas y muchas cosas de las cuales Shim Changmin no comía por ser comida chatarra. Molesto se levantó tomando entre sus dos brazos las bolsas, se meneaba de un lado a otro tratando de evitar que no cayeran de nuevo al suelo, pero eran demasiadas y éstas siempre caían en menos de diez pasos.

La paciencia se le estaba acabando, y con ella por el suelo, casi llegando a la escuela tiró las cosas al piso después de haber recogido más de cinco veces las cosas en el camino.

"Maldito diablo.... maldito Jaejoong, maldito."

Maldecía una y otra vez el menor, por primera vez en su corta vida Changmin odiaba a alguien con repulsión y lo maldecía a cada momento. Pero de nada le servía, después de todo él tuvo la culpa de dejarse llevar por las ideas de Junsu pensando que nada podría salir mal con ese plan.

¡Claro que había salido mal todo!

No sólo había sufrido una decepción por ello, ahora se encontraba en esa situación. Siendo esclavo de un chico que recién conocía. Realmente no sabía las razones mentales de ese tal Jaejoong, pero si sabía que sus intenciones no eran buenas, quizás no es la primera vez que tenía a un joven menor, como él, como su sirviente.

Changmin subía las gradas del edificio escolar con sumo cuidado, no quería volver a caer y ser observado por los alumnos que caminaban por los alrededores. Y como si la mala suerte estuviera de su lado, al subir un escalón tropezó cayéndose junto a las bolsas que llevaba. La gente a su alrededor le miró y simplemente se río de la torpeza del menor.

— ¿Estás bien? —una voz conocida para sus oídos escuchó. Levantó su vista encontrándose con la persona que le había cautivado el corazón.

Asintió en silencio, por primera vez en los años que estudiaba en el colegio Yoochun le había dirigido la palabra. Si creía que sería el peor día de su vida, tal vez se había equivocado. El chico por que ha suspirado por años le había mirado, por segunda vez, y sobre todo le había hablado.

— ¿Por qué cargas todo esto? —el líder basquetbolista era una persona intrigante, popular y sobre todo atrayente.

De todas las chicas que se le han acercado, solo una logró ser su amiga, aunque más se la llamaría compañera de aula. Changmin le sonrió mientras recogía las cosas y él lo ayudó, y recordó como se había fijado en el joven Yoochun.

— Para que pregunto si la respuesta es clara, ¿cierto?

Asintió con una sonrisa en su rostro y con torpeza volvió a tumbar las cosas que le había ayudado a levantar, mentalmente se golpeó por ser bastante estúpido por crear una primera impresión bastante torpe y tonta ante el muchacho que tanto le gustaba.

— Me tengo que ir —le dijo y ahí fue cuando reaccionó. Tan bobo estaba mirándolo que había olvidado entablar un conversación para comenzar, tal vez una amistad con él.

— Si Yoochun hyung —no le quedó más que decir cuando lo vio caminar y él también lo hizo decepcionado, dándose la vuelta para ir al aula maldita donde lo esperaba aquel ser que, desde ese día, despreciaba.

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