ARYA
La tela del vestido hacía que su cuerpo sintiera comezón, y sentía demasiado calor entre toda la multitud que había en el torneo de la mano. Su padre la había obligado a asistir, al contrario de su hermana a ella nunca le habían gustado los torneos, le parecían algo estúpidos y sin sentido, pero al ser el ultimo día del torneo su padre la había obligado a asistir.
Cuando la final del torneo llego; Arya sintió una profunda desilusión al ver que Ser Loras Tyrell se rendía ante El perro, a pesar que ninguno de los dos le agradaba Arya deseaba ver como el favorito de su hermana era derribado por alguien como el perro.
— Padre, ¿Me puedo retirar? — Le suplico Arya a su padre. — Syrio me ha de estar esperando para nuestra clase.
Syrio era su maestro de danza, su padre lo había contratado para que le enseñara a usar la espada que su hermano Magnus le había regalado.
— Ve...
Arya salió corriendo antes de que su padre pudiera pronunciar palabra alguna. Arya fue a su habitación para primero cambiarse antes de ir a su lección de danza. Arya llego antes del medio día, vestía sus ropas de entrenamiento; algo calurosas para su gusto pero debía soportarlas.
— Haz tardado demasiado niña — Syrio le arrojo una de las espadas, Arya logro atraparla en aire sacándole una pequeña sonrisa.
— Mi padre no me permitió venir hasta que el torneo terminara.
Syrio le ordeno ponerse en posición. Arya adopto la posición de los danzarines del agua de Braavos, su maestro había sido el mejor y pronto ella también lo seria, así cuando volviera a ver a su hermano el podría sentirse orgulloso de ella.
Entrenaron hasta que el sol empezó a ponerse, Arya devolvió la espada a Syrio y este la felicito por sus rápidos avances, cuando estaba de camino hacía el torreón de Maegor vio a aquel gato negro, el condenado gato que le había hecho la vida imposible, Arya intento atraparlo pero este se le escapo de las manos, Arya comenzó a corretearlo por toda la fortaleza hasta llegar a una zona desconocida para ella, el gato se perdió en la penumbra de la habitación, sin luz, Arya no podía ver nada, trato de visualizar su alrededor con el tacto de sus manos. Se detuvo al sentir un hueso, Arya podría decir que aquel hueso era mas grande que su brazo entero, siguió así por hileras de dientes.
Antes de poder salir de allí Arya sintió dos voces acercándose, pudo ubicar la puerta de la habitación gracias a que por debajo se reflejaban las llamas de una antorcha que estaba cada vez mas cerca,
Arya se oculto en aquellas gigantescas fauces, Arya no podía evitar preguntarse si dicho cráneo le había pertenecido a Balerion, el dragón mas grande jamás visto en Westeros, o algún otro de los dragones pertenecientes a los conquistadores.
— El chico en Essos, debe ser eliminado cuanto antes.
Ambos hombres ya había ingresado en la habitación, ella podía escuchar perfectamente su conversación. Arya presto sumo cuidado en no hacer ruido alguno.
— Debemos ser pacientes querido amigo.
Arya no podía reconocer ninguna de las voces pues el eco de la habitación las distorsionaba impidiendo que pudiera identificar algo.
— Primero debemos identificar las lealtades de nuestro Lord Mano. Cosas han sucedido en el frío norte, y mis redes no han logrado cruzar mas allá del cuello.
Ambos hombres desaparecieron atreves de una pared, Arya busco las pared con la intención de seguirlos, no podía tardarse, si aquellos hombres hablaban de su padre significaba que estaba en peligro.
cuando por fin logro encontrar la pared correcta dio un pequeño empujón, Arya entro de inmediato y comenzó a seguir la luz de la antorcha por un pasillo que se iba estrechando cada vez más.
— ¿Qué haremos si la Mano resulta ser una amenaza?
— Lo mismo que con la anterior, cortarla.
Arya trato de escuchar más pero perdió de vista aquellos hombres, debía avisar a su padre, estaba en peligro, siguió dando vueltas, toqueteando las paredes tratando de dar con un salida. Una pequeña luz que se filtraba por una pared la alerto, se dirigió hacia ella esperando dar con una salida, puso su ojo en el pequeño agujero; era la habitación de su padre. El se encontraba sentado en su escritorio, escribía una carta.
Arya empujo la pared como anteriormente lo había hecho y esta se abrió, su padre se sobresalto por el ruido y trato de ocultar la carta que había estado escribiendo.
— Arya, por los dioses — Su padre había soltado la pluma de su mano y la había posicionado en la empuñadura de un puñal atado en su cinto. — ¿De donde haz salido?
Arya abrazo exaltada a su padre y comenzó a narrarle todo lo sucedido, este la escuchaba cona tención con el ceño fruncido, al terminar su padre tenía en sus ojos una angustia jamás vista en el.
— ¿Dices que estos hombres hablaron de asesinarme?
Arya asintió mirando a su padre, no sabía que mas decir, su padre se había quedado en silencio, miro la carta que estaba sobre el escritorio y no pudo evitar que su curiosidad saliera a flote,
— Padre, ¿Para quien es esa carta?
Su padre pareció recordar la existencia de aquel papel en su mesa, lo arrugo con su mano y lo hecho al fuego para que se consumiera, Arya pensó que eran rugidos los que salían del crepitar de las llamas al destruir aquel papel.
— Arya, mírame — Su padre se arrodillo para estar a su altura. — Jamás hables de lo que sucedió hoy... — dudo un poco antes de continuar. — Ni siquiera a tu hermana. ¿Lo prometes?
— te lo prometo.
— Esa es mi loba — Su padre le dio un corto beso en su frente. — Ahora ve a tu habitación, y toma un baño. Tom esta fuera, al salir dile que busque a Jory, que lo traiga a mis habitaciones.
Arya cumplió las ordenes de su padre al pie de la letra. Incluso en su bañera no podía evitar pensar en lo que había escuchado de aquellos hombres, confiaba en su padre, pero todavía temía que algo pudiera lastimarlo, se sumergió en el agua, orando a los antiguos dioses que protegieran a su padre.
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EL GRAN KHAL
Science FictionEsta es mi primera historia de game of thrones así que disculpen si hay errores en la historia. Rhaegar targaryen decide no ir al campo de batalla y se queda con lyanna en dorne, al concluir la batalla eddard stark se dirige a la torre de la alegría...