La Rata, El Cerdo Y El Halcón

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EL HALCÓN

Los tejados extremadamente juntos del Lecho de pulgas le facilitaba andar por ellos, ayudaba a observar a las personas sin ser descubierto; aparte de desplazarse con mayor rapidez, pudiendo evitar todo el tumulto de gente que había debajo de el.

Salto de un tejado a otro sin parar, volvió a mirar abajo y el hombre de la capucha había girado en una esquina, dos hombres le seguían; conservando cierta distancia. Acelero el paso adelantando a todos rápidamente, su cuerpo menudo hacia de él alguien lo suficientemente ágil como para maniobrar en los tejados sin caerse o hacer ruido alguno, esto ultimo siendo una habilidad que había perfeccionado desde su niñez.

Se deslizo entre dos paredes muy juntas, apoyo su espalda contra una pared y su pierna con la otra, mientras controlaba el ritmo de la caída con ambas manos. En frente de el estaba La rata y El cerdo, ninguno de los tres conocía el nombre del otro, solo sabían que servían al mismo empleador y eso les bastaba para no hacer mas preguntas.

Los tres hombres no habían sido escogidos al azar, cada uno tenía una característica especial, La rata, no era mas que un niño, bajo de estatura, perfecto para moverse por alcantarillas y túneles, El cerdo era un hombre corpulento, debajo de su mascara de cerdo sobresalía una espesa barba entre cana, de hombros anchos y una voz gruesa como los muros de un castillo.

— Dos hombres lo están siguiendo, falta poco para que lleguen.

— Debemos deshacernos de ellos de inmediato — El cerdo toco su hacha que estaba escondida debajo de su capa.

— Llamaremos demasiado al atención — La rata pensó durante unos segundos y continuó. — Nos infiltraremos en el castillo, Halcón vendrá conmigo — Volvió su vista al Cerdo — sigue a esos hombres, cuando caiga la noche elimínalos.

El cerdo asintió y salieron del callejón, Rata y Halcón permanecieron cerca del callejón para ver como el hombre de la capa se adentraba en el, los hombres que lo seguían se acercaron lo suficiente para poder escuchar lo que sucedía dentro, claro, si hubiera alguien allí.

Ambos hombres esperaron un rato antes de irse; siendo seguidos por El cerdo. La Rata y El Halcón continuaron su camino hasta un alcantarillado, se adentraron en él, no necesitaban luz pues La rata conocía aquellos pasillos como si fuera la palma de su mano, al igual que el Halcón con sus tejados, La rata había usado aquellos pasajes para sobrevivir durante toda su vida. Aún le sorprendía como aquel niño era el líder del grupo, siempre oculto bajo su capa y su mascara no permitía ver ningún rasgo de él, por lo que era un completo desconocido en toda palabra.

Iniciaron el ascenso por unas escaleras de caracol, demasiado estrechas, su movimiento era completamente limitado, a diferencia de su guía que se movía con total libertad. avanzaron por un pasillo que se volvía mas estrecho concorde caminaban, las voces detrás de las paredes eran claras, podía entender todo aquello que se hablaba, los cotilleos cortesanos eran como una orquesta, su ruido no cesaba, y cada uno era más interesante que el anterior.

— No prestes atención a lo que dicen, no hemos venido a escuchar cotilleos cortesanos.

— Entiendo — Respondió el Halcón.

Mientras caminaba una conversación llego a sus oídos, no pudo evitar detenerse y escuchar.

— Ha solicitado el libro de las grandes casas, ¿Por qué?

— No lo sé — Respondió una voz casi senil. — Soy el maestre, mi deber no es cuestionar a la mano.

— Vamos, anciano decrepito, no te hagas el indefenso, de todas las ratas que hay en esta ciudad tu eres la peor.

EL GRAN KHALWhere stories live. Discover now