Salió del cuarto de baño y permaneció parado observando la espaciosa habitación. Sin duda era amplia, equipada de todos los muebles y de varios objetos necesarios. Con grandes ventanas cubiertas con unas gruesas cortinas blancas que apenas permitían el paso de la luz. Sin embargo, era un espacio impersonal. No pareciera que aquí vivió un joven por al menos veinte largos años.
Si no tuviera sus recuerdos en verdad pensaría que está en un cuarto de hotel y no en su propia habitación.
– No hay ni una sola huella suya.
Dijo con un poco de tristeza en su voz. No importa quién sea, las personas siempre dejan algo de sí mismas en los lugares en donde viven.
Permaneció en silencio con la cabeza baja y los brazos cruzados, tratando de controlar las emociones que surgían a borbotones. Se recuperó rápidamente y se dirigió hacía el vestidor. Tenía algunas sospechas sobre lo que encontraría dentro.
– Tal y como pensé...
Las ropas y el calzado eran todos casi los mismos. Todo dentro era monocromático y en diferentes tonalidades de negro. Había varias sudaderas con capuchas, algunos suéters grandes y polos de mangas largas. Además de pantalones anchos y largos. El calzado era simple, muchas zapatillas y uno que otro par de zapatos. También pudo ver uno que otro gorro y sombrero ancho.
Mientras muchos jóvenes de su edad se preocupan por verse bien, ya sea arreglando su vestimenta y agregando accesorios, éste chico solo cubría su cuerpo tanto como podía.
– Negro...plomo...plomo más oscuro...plomo más claro...plomo casi blanco...¡Uy! Uno blanco...
Decía mientras hurgaba entre las ropas. Buscaba algo que le gustara para usarlo, ya que solo tenía estos estilos al menos debería encontrar uno un poco más agradable.
– Miren nada más...fuiste muy atrevido con este diseño ¿Eh?
Pero quién lo diría pudo encontrar una sudadera blanca que revelaba algo de las suaves clavículas. Le gustó así que se lo puso, también fue a por ropa interior y un pantalón de un plomo muy claro.
Ya vestido fue donde la mesita de noche y cogió una agenda anticuada que estaba dentro de un cajón con llave. Se sentó sobre la suave alfombra con la espalda apoyada en un lado de la cama.
Sostuvo la pequeña agenda y pensó sobre el mundo en el que ahora vivía.
Se trata de la era interestelar de grandes avances en la ciencia y tecnología. De grandes cambios como la existencia de humanos con habilidades superiores y varones que podían procrear. Los seres humanos habían abandonado la Tierra hace muchísimo tiempo atrás y se habían desarrollado en varias estrellas. En la que ahora se encontraba era Zenit, la estrella principal. El centro de todo y donde residía el emperador.
La situación general es bastante estable a diferencia del inicio del imperio interestelar. La amenaza de los zergs, quienes una vez fueron los grandes enemigos de la humanidad, hoy en día es solo un asunto manejable. Aunque las personas tenían en mente su existencia no les preocupaba y vivían muy bien. Por supuesto, el emperador y los gobernantes no eran tan despreocupados, trataban con seriedad cualquier amenaza. Por lo cual, tanto los investigadores como el ejército no descuidaban su quehacer. Ambos gozando de gran reputación en el imperio.
– Eso es genial ¿No? Realmente genial...
Pero su situación familiar para nada era "genial".
– Es absurdo...tan absurdo.
Dijo mientras sacaba una fotografía de la agenda y la observaba con detenimiento. Estaba un poco desgastada debido a que el joven la había mirado con frecuencia. En ella había una mujer hermosa, con ojos celestes, de cabello largo y rubio. De rostro angelical, delgada y vestida con un simple y precioso vestido blanco. El joven era la viva imagen de esta mujer, su madre, Eliane. Si la piel, el cabello y los ojos del joven eran de suaves tonalidades casi transparentes; entonces, su madre lucía tonalidades más brillantes. Al lado de su madre estaba una mujer mayor con cabello corto y bien peinado. No era tan hermosa como la mujer rubia, pero tenía un encanto de nobleza en todo su ser. Lo cual le fue heredado al joven. Ella era su abuela paterna, Shen Shiyi. Ambas, suegra y nuera, tenían sonrisas en sus rostros y eran tan armoniosas como madre e hija. Tanto la fotografía como la agenda fueron de su abuela.
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Disfraz de ángel
RandomPfff jajajaja...¡Ha sido difícil aguantar la risa al ver sus caras estúpidas a diario! Exclamó con locura desbordante en su distorsionada mirada y una sonrisa de regocijo que era simplemente perturbante. ¿Quién es un ángel? Ya está muerto hace much...