La luz del sol iluminó con delicadeza la habitación de hospital. El señor Xie estaba parado frente a las ventanas con cortinas parcialmente abiertas, de espaldas al hijo que ahora dormía apacible. Su sombra difuminada poco a poco tomaba forma conforme el sol ascendía. La noche anterior se quedó en la habitación observando a Xie Yan, no durmió nada y ahora tenia los ojos rojos y un entumecimiento en la cabeza.
Xie Yan despertó después de un tiempo y miro distraído el ambiente circundante.
– Cierto…el hospital…y…¿Xie Mingxi?
Sintiendo a su hijo despertar, sus ojos que observaban el exterior temblaron brevemente para luego mostrar firmeza. Su característica apariencia gélida volvió a él. Ahora era otra vez el poderoso señor Xie. No había rastro del hombre que ayer no se apartó de la cama de su hijo y menos se atrevió a parpadear mientras lo cuidaba.
– Pronto te darán de alta, alguien vendrá a recogerte y regresarás a la mansión.
Dijo sin apartar su vista del paisaje fuera de la ventana, siempre de espaldas al joven recostado en la cama.
Xie Yan lo observó con una expresión aburrida. Con la boca torcida hacía abajo y los ojos fríos. No había rastro del pobre chico que ayer se desmayó tan miserablemente.
Al ver el movimiento de Xie Mingxi de darse la vuelta, cambió tan rápido a un joven apenado y nervioso con la cabeza baja. Pero éste ni siquiera le miró, caminó directo a la puerta.
Entonces…
– Ah…pa-apá...
Xie Yan, casi tartamudeando, le llamó con una voz suave.
El “papá” que llamó se detuvo antes de abrir la puerta.
– …Ahm…a-adiós.
Dijo en una voz tan diminuta que parecía casi desaparecer en el espacio.
– …Mm.
Apenas recibió esa respuesta de Xie Mingxi que salió de la habitación con un paso un tanto apresurado. Hasta el final no le dirigió una sola mirada.
– ¿Qué diablos?
Xie Yan masculló enojado mientras mordía un lado de su labio inferior. Sus mirada fruncida no se alejó de la puerta ni un segundo.
– ¿Me estoy perdiendo de algo?
Un momento después ingresaron las enfermeras con el desayuno y se retiraron. Sin antes darle una miradita al joven maestro en cama que era tan encantador.
Xie Yan empujó todos los pensamientos desordenados al fondo de su mente y comió con felicidad.
– Por algo es el hospital número uno del imperio, la comida es deliciosa.
Faltaba algún tiempo para que le dieran de alta por lo que salió a turistear.
Caminó distraídamente por la arboleda disfrutando del paisaje natural, cuando por el rabillo del ojo vio a un uniformado. Regresó sobre sus pasos y se ocultó detrás de un árbol como un ladrón. Su rostro apenas se asomó y sus ojos brillaron al ver al hombre.
– Ja…ja…jajaja
Poco a poco su sonrisa se profundizó al confirmar la identidad de esa persona en los recuerdos del joven.
– El camino más adelante ¿no es el que da al jardín de flores?
Se relamió los tiernos y rosados labios. Sus ojos brillaban con maldad y expectativa. Retrocedió con cuidado y se dirigió al lugar destinado. Su corazón latía de emoción con cada paso. Su felicidad era palpable…pero era del tipo que haría a uno temblar al verla.
Gu Xian sintió la mirada de alguien, pero cuando observó el lugar de donde provenía no había nadie allí. Por lo que no le dio importancia y siguió con su camino. Iba a paso firme por el largo sendero. Era alto y apuesto, con un cuerpo bien entrenado, con cabello marrón peinado hacia atrás y ojos del mismo color. Llevaba el orgulloso uniforme azul marino de su legión, Ares.
Pronto llegó al jardín de flores. A donde iría era más adelante, al edificio interior en el que estaba su padre.
En el camino, su mente se distrajo con el recuerdo del joven que vio ayer, sin duda era él. Su apariencia era diferente al del pasado, pero lo reconoció. Mientras caminaba pensó en el joven del que se separó aquel día y el que vio anoche. Como si fuera una materialización de sus pensamientos, a un lado vio a éste sentado en una banca debajo de un verdoso árbol y rodeado de flores multicolores.
Se detuvo al instante y sus ojos se abrieron un poco más al mirarlo. El joven parecía tener algo de sueño con los ojos cerrados, los labios de flor ligeramente abiertos y su cabeza tambaleante. Estaba luchando por no quedarse dormido, pero sin lograrlo. Se veía tan cómodo y pacífico. Su preciosa apariencia fue bañada por pequeños rayos de sol que se filtraban entre las hojas del árbol. Su cabellera dorada parecía tener oro esparcido, tan hechizante. Como un ser celestial lleno de inocencia y pureza.
En algún momento de su aturdimiento, Gu Xian, se acercó paso a paso. Despacio y con cuidado, como si de un pecado se tratase el despertar a tan encantador ser. Embelesado, quiso tocar su tierna y sonrosada mejilla, pero se detuvo al ver las pestañas que como alas de mariposa aleteaban revelando el celeste oculto.
– Mm…
Un pequeño sonido salió de sus labios mientras fruncía levemente sus delicadas cejas. Con una expresión somnolienta levantó la mirada, era tan lindo y puro. Su corazón saltó al ser visto por sus celestes tan confusos e indefensos. Sabía que Xie Yan tenía una apariencia sobresaliente incluso con el cabello oscuro que ocultaba su rostro. Hoy…le ha dejado totalmente atontado.
Xie Yan reaccionó y saltó de su asiento alejándose de él. Lo observó con los ojos bien abiertos llenos de sorpresa. Lentamente su expresión se llenó de agravio. Al ser visto por esos ojos brillantes por las lágrimas, Gu Xian, quedó aturdido. De pronto Xie Yan se dio la vuelta y quiso huir, pero fue sujetado por el brazo. Gu Xian le agarró el brazo izquierdo. Sin embargo, Xie Yan luchó por liberarse.
– Suelta…te digo que me sueltes.
– …Yanya-
– ¡Cállate! ¡No quiero oírte! ¡No quiero verte!El repentino grito le dejó mudo. Xie Yan jamás le había levantado la voz. El joven que era tan tímido con él, hoy podía verle con tanto odio y agravio. Algo como esto nunca sucedió, ni siquiera esa vez.
Xie Yan aprovechó su distracción y se liberó de su agarre. Corrió dejándole atrás. Gu Xian solo le vio alejarse mientras el sol iluminaba su frágil cuerpo. Su figura desapareció de su vista en medio de un campo de flores. Bajó la cabeza para ver su mano vacía. Todavía sentía el toque de su delgada muñeca.
– Xie Yan
El joven que una vez fue su amante clandestino desapareció, dejándole esa mirada suya de odio y agravio. Suspiró con fuerza y antes que pensara en tan siquiera hacer algo, alguien le llamó desde atrás.
– Capitán, el Almirante le espera.
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Disfraz de ángel
RandomPfff jajajaja...¡Ha sido difícil aguantar la risa al ver sus caras estúpidas a diario! Exclamó con locura desbordante en su distorsionada mirada y una sonrisa de regocijo que era simplemente perturbante. ¿Quién es un ángel? Ya está muerto hace much...