Por un momento yo...

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Para saber donde caminar sin que explote una mina o caiga al vacío era necesario estudiar el terreno. No es un ser indestructible y mucho menos un idiota que correrá sin conocer las consecuencias y herirse en el proceso. No le malentiendan, el mundo puede arder, pero él no lo hará junto con éste. No cree que valga la pena que él se autodestruya.

Por eso, al inicio permaneció en silencio. De haberlos provocado como deseaba entonces les habrían faltado platos y copas para lanzarse. Pero no lo hizo porque quería ver las reacciones de todos...más que eso, quería evaluarlos a cada uno. Tenía las memorias del joven, pero no eran suficientes. Quería experimentarlo él mismo. Después de todo los corazones de los seres humanos son muy complicados. Nunca se les conoce lo suficiente.

Ahora, está casi seguro que el asunto es más complicado de lo que parece. Es claro que hay muchas cosas que el joven desconoce. Al menos ya tiene un poco más de información de ellos.

El padre en su memoria era un hombre tan gélido y tan lejano. Como un dios tan alto e inalcanzable. Pero hoy le abrazó tan protector y con tanto cuidado. Pudo sentir su miedo e incertidumbre.

El hermano que era frío, riguroso y perfeccionista. El mismo que manejó los asuntos de la familia con mano de hierro. Podría tener una voz tan temblorosa.

La hermana que era fría, indiferente y gruñona. Podría tener una mirada tan dolorosa cuando se enfrentaron. Podría parecer tan indefensa al cubrir lo más posible su voz al llorar.

En algún momento mientras se perdía en sus pensamientos se quedó dormido.
Pronto llegaron al hospital militar de la capital, el cual era el mejor en todas las estrellas. Su familia Xie ha aportado mucho al gran imperio. Por lo que tienen un pase especial para ingresar y tratarse allí.

Su padre se apresuró con él en brazos siendo seguido de sus otros dos hermanos. Pasaron al lado de un hombre uniformado y el tiempo pasó tan lentamente. El hombre solo le dio una mirada y en un par de pasos más se detuvo abruptamente. Volteó a verlo pensando si reconoció a la persona equivocada. En ese momento los doctores se apresuraron para ayudar al joven. Los siguió con cuidado.

Xie Yan fue examinado dentro del área especializada.

– Su condición es estable, tiene un caso leve de desnutrición, pero solo necesita de alimentación adecuada y buen descanso.

El corazón de Xie Mingxi finalmente pudo soltarse. Al parecer no era lo que temía.

Xie Qingci también pudo dar un suspiro de alivio al saber que la situación, aunque no tan buena, no era irremediable.

Por su parte, Xie Mian solo permaneció con la cabeza gacha. Sus manos habían sido mordidas por ella misma como último medio para evitar el llanto que no paraba. Pero no tenía dolor, solo se sentía tan fuera de sí misma, tan confusa.

Su mente reproducía los días de su infancia, las veces que se enfrentó con su hermano y lo sucedido el día hoy...una y otra vez.

Fuera del hospital.

– Xie Yan...eres tú.

Dijo el hombre mientras se disponía salir en su nave. La persona que pensó jamás volvería a ver, hoy apareció frente a él. Pero era tan distinto al que una vez conoció. Parece ser que el destino de ambos siempre estará conectado.

– Que molesto.

En la habitación de hospital de Xie Yan las tres personas se encontraban en silencio observándolo. Cada uno perdido en sus propios pensamientos.

La primera en levantarse fue Xie Mian.

– Mi equipo tiene demasiado trabajo...me iré primero.

Solo recibió el asentimiento de su padre y salió después de darle una última mirada a Xie Yan.

Luego de un breve tiempo el padre Xie le dijo a su hijo mayor:

– Organiza al equipo fénix, debemos apresurarnos.

– Sí, padre.

Xie Qingci comprendía el corazón de su padre y rápidamente se dirigió al lugar.

Ahora solo estaban el padre y su hijo menor en la habitación. Permaneció observándolo sin pestañear. Su hijo dormía tan tranquilamente, cubierto con sábanas blancas se veía tan pálido, tan frágil...Cerró sus ojos con fuerza y luego se sujeto la cabeza que le palpitaba de dolor.

Recordó el día más doloroso de su vida...el día que perdió a su precioso sol.

Ese día...ese día...yo...por un momento yo...pensé...que sería mejor que tú...que tú nunca hubieses existido.

Ese solo pensamiento que surgió por un instante en su mente le llenó de culpa. Era su hijo y él pensó que sería bueno que nunca hubiese existido...tal vez así su esposa estaría aún con él. Se ha reprochado por eso toda su vida. Se sentía tan repugnante y más sabiendo lo que ahora sabe.

Todo fue culpa mía, es mi culpa, solo mi culpa...tú eres inocente...solo yo soy el culpable, yo...fue mi inutilidad...no pude salvar a tu madre...y ahora...sigo siendo tan inútil...ni siquiera sé si...

Nunca tuvo el valor de enfrentarse a su hijo menor ni a sus hermanos. Un padre y esposo tan incompetente como él, tan inútil, tan impotente.

Debería haberme dado cuenta...tendría que haberlo hecho...si tan solo...si tan solo yo...en aquel entonces...

Pero ¿Qué podría haber hecho? Ahora era casi tan impotente como lo fue entonces.

¿Dónde está el poderoso maestro de la familia Xie? En la habitación tenuemente iluminada solo hay un hombre demacrado sentado con la espalda encorvada y la cabeza entre las manos.

Disfraz de ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora