Capítulo 8: De vuelta al Trabajo

1 1 0
                                    

El sonido, un zumbido persistente, se desvaneció gradualmente. Andy abrió los ojos y se encontró en su antiguo y pequeño apartamento. Ese sitio que lo hace sentir un punto muerto. Las luces de la ciudad no brillaban más allá de las ventanas. Bella, los momentos compartidos, todo era un sueño. El corazón de Andy se rompió en mil pedazos.

Andy trató de levantarse de la cama pero lo único que consiguió fue sentir un fuerte dolor en sus costillas y partes de su cara. Los moretones le ardían como las llamas del infierno. Se inclinó sobre sus piernas, gruñendo como animal. Todo aquel progreso que había conseguido, el mercedes, el gran apartamento, el nuevo negocio que estaba a punto de inaugurar con tanta emoción, todo era mentira. Todo se desvaneció.

Las lágrimas brotaron sin control. Había perdido también Bella, a su amor, a su mundo secreto, su razón de motivación. El dolor era real, más real que cualquier experiencia que hubiera vivido. Se aferró a la almohada, como si pudiera encontrar consuelo en ella. Pero solo había vacío.

La monotonía de su vida anterior lo envolvió. Los fracasos, las rutinas, las personas groseras, todo estaba allí, esperándolo afuera. El apartamento parecía más pequeño, más oscuro, más viejo e inhabitable. Andy se levantó y miró por la ventana. La ciudad seguía su curso, ajena a su tormento.

Andy había regresado al minimarket. Había llegado media hora más tarde. ¿La razón? Pues simplemente no quería volver a ese lugar donde nadie le daba el reconocimiento que tanto aspiraba. Ese lugar donde era menospreciado por su sueldo y por su ocupación. Cuando su jefe, el señor Rodríguez lo mira entrar, ni siquiera le pregunta de donde había sacado los moretones de la cara.

- Pero bueno. ¿Que hora de llegada son estás?

- Lo siento, Señor Rodríguez. Me atacaron anoche y me robaron todas mis pertenencías que llevaba encima - Respondió Andy cabizbajo.

- Pues yo siendo tú hubiese llegado más temprano hoy al trabajo para recuperar algo. Ahora te voy a desconectar esa media hora del día, y te voy a quitar el bono de asistencia también.

- Pero señor Rodríguez, yo...

- Nada, los problemas de inseguridad lo sabemos todos. Si quieres cambiar eso, entonces habla con el presidente. Mientras tanto, yo necesito que cumplas tu horario. ¿Te quedó claro?

- Sí, señor.

- Ahora, de vuelta al trabajo. Rápido.

El minimarket estaba sumido en la monotonía. Andy, con la mirada perdida, escaneaba los productos sin realmente verlos. El señor Rodríguez, su jefe, se había vuelto más duro, como si no le importara que Andy no estuviera bien. Los clientes, antes amables, ahora parecían tratarlo con desdén.

Andy recordaba a Bella, su amor en el sueño. Las risas, las conversaciones, todo parecía tan real. Pero ahora, en su vida cotidiana, todo era gris. El apartamento, las luces de la ciudad, Bella... todo se desvanecía como un espejismo.

El señor Rodríguez lo llamó. "Andy, ¿qué te pasa? Estás distraído. ¿Es por el robo que te hicieron? Si sigues así, te quedarás sin trabajo". Andy asintió, pero sus pensamientos seguían en otro lugar. ¿Cómo podía volver a la normalidad después de haber vivido algo tan intenso?

Los clientes pasaban, algunos murmuraban, otros lo ignoraban. Andy se sentía invisible. ¿Cómo podía explicarse a si mismo que había vuelto a esta vida de mierda? Bella, la chica de sus sueños, parecía desvanecerse en la distancia. Pero su recuerdo seguía atormentándolo.

Ya en su cama, l realidad se cerró sobre Andy como un puño implacable. El sueño, la promesa de amor y aventuras compartidas con Bella, se había desvanecido. La tristeza lo envolvía, y cada día se volvía más pesado que el anterior.

En el minimarket, las luces parpadeaban como estrellas apagadas. El señor Rodríguez, antes un ser insoportable, ahora parecía un verdugo. Los clientes, como sombras hostiles, lo miraban con desprecio. Andy se hundía en la depresión.

Las noches eran las peores. Se acurrucaba en su pequeño apartamento, mirando las luces de la ciudad. Bella, la chica de sus sueños, parecía un fantasma lejano. Bella... Bella era un recuerdo doloroso. Había perdido algo que nunca había tenido, y la tristeza lo devoraba.

Las rutinas se volvieron más monótonas. El minimarket, los clientes, el señor Rodríguez... todo era una cárcel de desencuentros. Andy lloraba desconsoladamente en las noches solitarias. ¿Cómo podía volver a la normalidad después de haber vivido algo tan intenso?

LIMERENCIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora