Capítulo 13: Cansado.

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Andy regresó a su casa aquella noche, se zumbó una de las pastillas y se fue a dormir con la esperanza de encontrarse con Bella.

Pero sus planes no salieron como esperaba, las horas pasaron y Andy se despertó sin que ningún sueño se cruzase por su cabeza, como si fuese despertado de una conmoción. Andy se levanta de la cama, vuelve a tomarse otro puñado de pastillas y vuelve a tirarse a la cama a dormir, pero, al pasar las horas nuevamente, solo encuentra los mismos resultados. Nada.

Andy, con los hombros encorvados y la mirada perdida, se arrastra por las calles grises de la ciudad. Cada paso es un esfuerzo titánico, como si el peso del mundo descansara sobre sus huesos frágiles. Las luces de los escaparates parpadean, pero él apenas las registra. La envidia lo consume, como un fuego lento que devora su alma.

Observa a las personas que pasan a su lado. Los rostros sonríen, los cuerpos se mueven con gracia. Andy se pregunta cómo es posible. ¿Cómo pueden ser felices? ¿Cómo pueden tener trabajo, autos, una vida que parece tener sentido? Él, en cambio, se siente atrapado en un abismo oscuro, sin esperanza ni salida.

Las noches son las peores. Andy se acurruca en su cama, mirando el techo desgastado. El hambre lo atormenta, pero la depresión le cierra el apetito. Su dinero se agota, y el casero ya ha empezado a tocar su puerta preguntando por el dinero del mes. A veces, piensa en desaparecer, en dejar de ser un espectador de la vida ajena y convertirse en un recuerdo borroso.

La ciudad sigue su curso, indiferente a su sufrimiento. Andy se siente como un muñeco de comedia en manos de un titiritero cruel. La risa de la vida lo persigue, burlándose de sus sueños rotos y su corazón destrozado.

Pero en algún rincón oscuro de su mente, una chispa de resistencia arde. Andy no quiere rendirse. Aunque todo parezca gris, aunque la envidia lo ahogue, hay algo dentro de él que lucha por sobrevivir. Tal vez, algún día, encuentre una razón para seguir adelante. Tal vez, en ese abismo interior, descubra una luz que lo guíe hacia la superficie.

Andy se sienta en el parque, mirando los árboles que se mecen con la brisa. El sol se filtra entre las hojas, creando un juego de luces y sombras en su rostro. Ha pasado semanas buscando trabajo, enviando currículums a empresas que parecen inalcanzables. Pero la respuesta siempre es la misma: "Gracias por tu interés, pero no tenemos vacantes en este momento."

La frustración lo consume. ¿En qué es bueno? ¿Cómo puede competir con personas que tienen títulos universitarios, habilidades técnicas y años de experiencia? Andy piensa en aquellos dos años de encierro durante la pandemia. ¿Por qué no aprovechó ese tiempo para aprender algo nuevo? ¿Por qué no se esforzó más en la escuela?

Cerca de aquel sitio había un puente, mientras Andy camina hacia él, piensa en todas las cosas que estaría haciendo junto a Bella en este momento. Se pregunta que habrá sido de sus dos hijos ¿Habrán crecido? ¿Acaso Bella ya estará casada con otro hombre mejor que él? ¿En verdad estará esperando a Andy? Cuando por fin llega al puente, siente la brisa golpear su rostro y se sube a las barandillas, el fondo de al menos seis metros lo están llamando, Andy siente deseos de saltar, así que cierra los ojos a esperar que la gravedad decida por él, suelta sus manos de las barandillas para dejar de sostenerse y su cuerpo cae hacia el lado contrario. Andy se queda tirado en el piso del puente, deseando haber caído hacía el otro lado.

Entonces, es cuando Andy se da cuenta de que ya no quiere seguir con vida.

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