Kim BeomGyu nació de forma atroz y dolorosa, a su vez, siendo la mayor felicidad para su familia.
BeomGyu había resultado ser la mezcla perfecta entre la agonía y manías de su papi SeokJin y el desinterés y persistencia de su papá TaeHyung. Por otro...
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Los miedos y el pánico a no saber cómo cuidar de SeungMin se evaporaron con la misma facilidad que la incógnita de los había mostrado. El cachorro no era exigente, ni demandante más allá de las manías básicas de cualquier persona. Tampoco era escandaloso o revoltoso, era más bien tranquilo y callado. SeungMin solo jugaba a montar puzzles, construcciones de lego, dibujaba cosas con formas abstractas y lanzaba pensamientos entre pequeñas pausas.
Con la tranquilidad que eso le aportaba. BeomGyu tuvo tiempo de pensar en su próxima canción, ver los muebles antiguos de la casa a su alcance y valorar que había tenido una gran suerte al encontrar a un abogado como TaeHyun que estuviera dispuesto a ayudarle a cambio de cuidar a su hijo.
-SeungMin. -Habló la ama de llaves, asomando a penas su cabeza al salón donde jugaban y del cual BeomGyu admiraba las aristas de la repisa en la chimenea. -¿Te hago la merienda? -El cachorro ni se inmutó ante la presencia de la anciana. -SeungMin. -Dijo más severa. -Hay que merendar.
El pelilargo supo que no lo había hecho con mala intención, seguramente esa mujer amara con su vida a los Kang, pero su actuar desató el caos del cual tenía miedo en un principio. La mujer sujetó bajo el brazo del infante, cuando este siguió sin hacerle caso y tratando de captar su atención. El hecho de que lo desconcentrara, de que lo obligar a soltar su color para pintar, fue el detonante de un grito en extremo agudo y molesto.
El pequeño cachorro Omega en el interior de SeungMin había aullado pidiendo auxilio.
La mujer tapó sus oídos, echando varios pasos atrás, y maldiciendo en susurros. BeomGyu, con dolor penetrante en sus sienes y ojos nublados, miró como pudo al cachorro para verlo jalar de su cabello con la mano izquierda y golpearse en la sien con su derecha hecha puño.
No le importó el dolor de su cuerpo, que sus piernas temblaran, su Omega necesitaba socorrer al cachorro que pedía ayuda desesperado.
-Mocoso. -Llamó a voz ronca, por el dolor, dejándose caer de rodillas a su lado en el suelo alfombrado. -SeungMin. -Tomó sus manos, queriendo que dejara de herirse y causando de nuevo gritos en el pequeño. Era agobiante, se sentía inútil, desesperado. Comenzó a llorar sin ser consciente de ello y actuó por inercia, haciendo lo que le había recomendado su hermano, haciendo lo único que a él le había relajado y calmado cuando era pequeño.
BeomGyu tomó el cuerpo rígido de SeungMin entre sus brazos, pegándolo a su pecho con fuerza, arrullándolo de un lado a otro en un vaivén suave, su aroma a melocotón expuesto en exceso, sus labios pegados a la frente del menor en una caricia aterciopelada mientras murmuraba suavemente una canción sin ritmo ni sentido, una canción de cuna que no existía, pero que hacía retumbar su pecho donde el cachorro reposaba su cabeza de lado.
Una vez SeungMin se convirtió en gelatina moldeable, lo cargó en brazos hacia la cocina, sin prestar atención al servicio escaso de la mansión, para prepararle un sándwich.