Hace una semana que entré a las clases en la universidad aquí en Italia. Al principio todo fue un poco complicado, pues, nos pusieron demasiados exámenes, tantos que no tuve tiempo de salir con mis amigos.
—Hablemos de la página tres del libro. Esto es fácil. ¿Cuál es el único hueso humano que cambia según el género? —Pregunta el profesor Dashie Lombardi.
—La pelvis. —responde una chica pelinegra sentada a mi lado. La verdad a pesar de llevar una semana aquí, aún no me sé los nombres de mis compañeros... Menos los de Cade y Jiwoo, son con las personas que más hablo y con las que mejor me llevo.
—Muy bien señorita Russo. Estás muy atenta hoy, creo que si sigues así tendré que premiarte. —Todos se miraron en silencio, era bastante obvio que el profesor Dashie solo quería acostarse con la tal Russo y ella no se molesta. El señor Dashie Lombardi es el profesor más atractivo de la facultad, es muy inteligente y físicamente es como un dios griego y eso, junto a que es muy coqueto, lo hace como el profesor más cogible de la universidad.
—Me alegra escuchar eso, profesor Lombardi. —Responde la chica de forma coqueta.
La clase transcurrió de manera cómoda y el resto de la tarde me la pasé charlando con las chicas, en este momento me dirigía a dirección a reclamar mi identificación.
En el momento en el que me dirigía hacia la oficina de la secretaria me tope con Brad, el hombre de la última fiesta a la que fui, junto con una preciosa chica a su lado. Con el terror de encontrármelo de nuevo me oculté en la primera habitación que vi cerca de mí y cerré la puerta.
—P-Profesor. —Escuché una voz conocida a unos cuantos metros de mí. Giré con curiosidad y ahí me di cuenta de que estaba en la biblioteca pequeña. Esta la solemos usar quienes estudiamos para exámenes, ya que al ser la más pequeña; muy poca gente la utiliza.
—¿No querías un premio, bebé? —respondió entre gemidos otra voz. Me dirigí con curiosidad hacia donde provenía el sonido. —Si te quejas otra vez me tocará ser más fuerte. —en ese momento llegué al lugar y por una esquina logré apreciar al profesor Dashie con Russo; mi compañera.
—Sí... —respondió ruso entre un montón de suspiros.
Obvio esto es algo muy fuerte, ¿por qué cogen en la universidad? Son una estudiante y un profesor, así ella tenga 20 y el 23.
Me di la vuelta con la intención de irme; ya vi suficiente y no creo que deba quedarme a ver el final de la película porno en vivo que nos regalaban mi compañera y mi profesor. Lamentablemente, al pasar por una estantería, uno de los libros cayó al suelo y en el casi silencio de la habitación hizo un eco que alertó a la pareja. Yo corrí lo más rápido que pude y salí de ahí rezándole a Dios porque no me hubieran visto, creo estar lo suficientemente nueva como para lidiar con un profesor y una compañera que me acosen para que no cuente que estaban dándole duro al cardio en la biblioteca.
-
Y aquí estoy, de nuevo, en la clase del profesor promiscuo, solo que a excepción del día de ayer; el profesor Lombardi tiene sus ojos fijos en mí y aquí pregunto: ¿Creen que me asusta? ¡Claro que sí! ¿Quién en su sano juicio estaría feliz porque el profesor que hace tan solo un día viste cogiéndose a una compañera tuya descubrió que existes?
Traté de ignorarlo el resto de clase, obvio, era complicado, ya que es mi profesor y debo según prestarle atención.
Al sonar la campana no quise esperar mucho tiempo, me puse de pie y casi que corrí en dirección a la puerta del salón.
—Señorita Smith. — "¡NO! ¿ESA SOY YO?", fue lo único que pensé. Giré mi cabeza y lo miré directamente.
—¿Sí señor? —respondí con un poco de nervios.
—Quiero hablar contigo. No es mucho tiempo. —dijo luego que notar mi incomodidad.
Después de que todos mis compañeros salieran, tal y como lo dijo el profesor, nos quedamos solos.
—Sé lo que viste ayer. —Dice el profesor mientras se sentaba en su escritorio. —Si estás pensando en decirlo...
—No lo haré, no se preocupe. Si me interesara hacer conocer lo que vi ya lo hubiese hecho ¿Por qué esperaría? —respondí
—No lo sé, quizás esperas para avisarme y hacer que yo te diera algo a cambio.
—No necesito nada. Ni quiero hablar sobre su momento de privacidad. Tranquilo, queda así. —dije tratando de tranquilizarlo.
—Bien, estaré atento a tus movimientos, si algo sucede o alguien se entera, iré tras de ti.
Después de esa incómoda conversación me despedí y me fui del salón y me dirigí a la casa.
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SHADOW
RomanceUn heredero mafioso y una estudiante de medicina se ven atrapados en un juego de poder y pasión. Un secuestro por conveniencia se convierte en una lucha interna entre el deber y un amor inesperado. ¿Podrán los lazos del corazón triunfar sobre los de...