Capítulo 8: L'arrivo

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A partir de este capítulo todo comienza a ser contado por un narrador omnipresente, por lo tanto, ya no habrán POV's. En caso de algún otro cambio, avisaré previamente. Disfruta tu lectura :)

Sofía sintió el alivio en sus muñecas cuando Brad retiró la cinta que las aprisionaba. Sus ojos se encontraron brevemente antes de que Brad hablara finalmente.

—Solo mi padre sabe de esto, no le digas a nadie más. —Asintiendo con cautela, Sofía salió del auto y se encontró frente a la imponente mansión Di Marco.

La estructura se erguía majestuosa, estaba hecha de mármol blanco, lo que hacía que brillara bajo el sol de la mañana. Estatuas clásicas adornaban el camino hacia la entrada, como guardianes de piedra de un mundo de poder. La mansión, con su diseño minimalista, parecía un santuario moderno, sus líneas limpias y su arquitectura impecable hablaban de un gusto exquisito y una riqueza indiscutible.

Al cruzar el umbral, fueron recibidos por el personal de servicio. Una mujer de mediana edad, con una sonrisa profesional y ojos que no revelaban nada, se acercó a ellos.

—Bienvenida, señorita Sofía, y bienvenido de nuevo, señor Brad. —dijo con una voz que resonaba en el gran vestíbulo. —Si me permiten, señorita Sofía, te mostraré tu habitación.

Sofía asintió, aun procesando la realidad de su situación, mientras seguía a la mujer escaleras arriba, adentrándose en el corazón de la mansión y, posiblemente, en el de su propia historia.

—El señor Lucas se encuentra en la empresa, pero en la tarde volverá. —dijo de nuevo la señora de la que aun Sofía desconocía su nombre.

—No se preocupe. Yo lo espero. —dijo Sofía tratando de sonar sincera. Debía ganarse la confianza de esa gente, así, en un futuro, podría cumplir con su palabra. Sin más que decir la señora que la acompañaba la dejó sola, para que descansara un poco.

Sofía no pudo dormir como la señora le había pedido, se la pasó explorando la habitación que habían elegido para ella. La habitación de Sofía albergaba elegancia y comodidad. Al abrir una de las dos puertas conectadas a su habitación, lo primero que captó su atención fue la amplia gama de ropa que colgaba ordenadamente en un armario de pared a pared. Había vestidos de todos los estilos, desde elegantes hasta casuales, blusas de seda y pantalones perfectamente cortados, cada prenda parecía haber sido seleccionada pensando en ella.

A un lado, una estantería albergaba una colección impresionante de zapatos: tacones de aguja, sandalias delicadas, botas de cuero y zapatillas deportivas y para toda ocasión, todos esperando a ser usados. Junto a ellos, una vitrina con puertas de cristal mostraba joyas bajo la luz suave del techo, que también era cristal, permitiendo que la luz natural llenara el gran cuarto donde se encontraba; collares de perlas, brazaletes de lo que parecían diamantes, anillos de esmeraldas y pendientes de rubíes, cada pieza más deslumbrante que la anterior.

Los bolsos, desde lo más cliché y femenino hasta lo más elegante, estaban dispuestos en estantes abiertos, ofreciendo una variedad de colores y texturas para cada ocasión. Los accesorios, como bufandas de seda, cinturones de diseñador y gafas de sol de moda, estaban meticulosamente organizados en cajones forrados de terciopelo.

La habitación misma era un reflejo del lujo que la rodeaba, con su cama grande adornada con sábanas de algodón y una suave y esponjosa colcha. Las cortinas pesadas podían cerrarse para sumergir la habitación en una tranquilidad total o abrirse para revelar la vista de los jardines meticulosamente cuidados de la mansión.

Sofía se sintió abrumada y confundida a la vez por la riqueza que la rodeaba, una mezcla de asombro y cautela se apoderó de ella mientras terminaba su "exploración".

Pese a sentirse privada de su libertad y que no podía tocar nada de lo que estaba allí, se dirigió al baño, para lavar su cara y salir de la sorpresa en la que se encontraba. Al entrar, se encontró con un espacio amplio y luminoso, dominado por grandes losas de mármol que recubrían el suelo y las paredes, reflejando la luz natural que se filtraba a través de una ventana de techo. —Están obsesionados con el mármol y el cristal. —dijo con cautela. Al lavar su cara, en lugar de despertar sintió que el sueño se apoderaba de ella, se acostó en su nueva cama y cayó en los brazos de Morfeo sin darse cuenta.

Sofía despertó en la noche, la luz de la luna iluminaba la habitación en la que se encontraba. Se puso de pie y se dirigió a la salida, en donde escuchó un montón de voces hablando con efusividad, por curiosidad no pudo evitar dirigirse hacia donde provenía el sonido.

—Sofí, despertaste. —dijo Lucas apenas entró a la habitación. —Fui a buscarte, pero estabas dormida, no te quise molestar.

Sofía iba a responder, cuando una voz ya muy conocida la interrumpió. —Ya que estás aquí, aprovechemos que estás consciente de nuevo y acompáñame al estudio. —dijo Brad y se puso de pie. Sofía solo pudo despedirse para seguirlo.

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