Capítulo 14: Welcome Back

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15 DE JUNIO DEL 2024

Hoy es el día final de clases. Sofía no se había comunicado con ningún miembro de la familia Di Marco o sus cercanos, a excepción de Lucas y Leah, con quienes habría unido vínculos.

—¿Es necesario que te vayas? —decía Leah mientras veía a Sofía empacar sus cosas.

—Claro que sí... Mis padres me esperan. 

—Pero, pasarás tu cumpleaños lejos de mí. —continuaba Leah.

—Leah... Yo volveré, son solo 14 días lejos de mi.

—Está bien. —se rindió. —Lucas no permitirá que te vayas.

—Tiene que hacerlo, es decisión mía, no suya.

—Pues sí. Pero sabes que está enamorado.

—¿De mí? Imposible.—respondió Sofía segura de su respuesta. Sabía que si alguno de los dos se enamoraba su matrimonio sería imposible y Minari había estado acosándola con el fin de que lo firmara.

—Solo habla de tí en casa. Brad a veces ni come en casa porque eres el tema de la conversación casi todo el tiempo.

Esta conversación había dejado a Sofía pensando sobre que tan cierto era eso. Aún si lo fuera no quería hablarlo con Lucas, menos estando a unas horas de volver a su país. No le había dicho nada a Lucas, nunca lo vió necesario, sin embargo, después de la conversación con Leah, vio obligatorio el hecho de enviarle un mensaje a Lucas avisándole sobre su viaje.

-

Sofía se encontraba en la sala de espera del aeropuerto, su mirada perdida en el horizonte a través de los amplios ventanales. La voz del altavoz interrumpió sus pensamientos.

—Último llamado para el vuelo 302 con destino a Bogotá, Colombia. Por favor, aborden por la puerta 4. —Era el momento de partir, de dejar atrás su vida en Italia (al menos por unos días).

Mientras se levantaba, su bolso vibró con insistencia. Era su teléfono. Con prisa, buscó en su interior, sus dedos, rozando la fría superficie del dispositivo justo cuando la pantalla se oscureció. "Batería agotada", alcanzó a leer antes de que todo quedara en silencio. 

—En el avión lo pondré a cargar. —dijo antes de subir al fin al avión que la llevaría de nuevo a casa.

Al momento de despegar, como si no hubiese dormido en años, Sofía se durmió de inmediato y así, junto con su libro favorito, su viaje de casi 24 hrs se hizo más corto de lo que esperaba.

-

Sofía caminaba por el aeropuerto de su ciudad natal, cada paso resonando con el eco de los recuerdos. A pesar de haber pasado solo nueve meses en Roma, parecía una eternidad desde que había caminado por estas mismas puertas. El aire tenía un aroma distinto, uno que solo podía encontrar aquí, en Colombia.

Casi una hora después, Sofía se detuvo frente a la casa donde creció, su fachada tan familiar y, sin embargo, tan distante ahora. La puerta de madera tallada, la ventana de su habitación mirando hacia la calle, el jazmín trepando por la pared... todo estaba intacto, excepto ella. Ya no era la misma chica que había dejado este lugar hace nueve meses.

Con un suspiro, Sofía estaba a punto de abrir la puerta cuando sintió dos brazos rodeándola por la espalda. Se quedó inmóvil, el corazón le latía con fuerza en el pecho.

—Te extrañé tanto, Sofía —susurró una voz familiar detrás de ella.

Era él, su ex, el hombre que había dejado una cicatriz en su corazón. Sofía se tensó, pero no se apartó. Había algo en su tono, una mezcla de arrepentimiento y anhelo que la desarmaba.

—¿Por qué estás aquí? —logró decir, su voz era un murmullo.

—No he podido dejar de pensar en ti desde que te fuiste. He venido todos los días, esperando verte —confesó él, su aliento cálido en su cuello.

Sofía cerró los ojos, luchando contra la marea de emociones que amenazaba con arrastrarla. Recordó las noches de insomnio, las llamadas perdidas, la traición.

—No puedes hacer esto —dijo finalmente, deshaciéndose de su abrazo y enfrentándolo—. Lo que pasó... no se puede olvidar tan fácilmente.

Él la miró con ojos suplicantes, buscando en ella una señal de perdón.

—Dame otra oportunidad, Sofía. Puedo cambiar. Puedo ser el hombre que mereces.

Pero Sofía sabía que algunas heridas eran demasiado profundas para sanar. Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió desde dentro, revelando las figuras de sus padres. Su madre, con los brazos abiertos y una sonrisa que iluminaba su rostro, y su padre, con una mirada serena y acogedora. Sofía se liberó suavemente del abrazo de su ex y corrió hacia ellos, refugiándose en su calor familiar.

—¡Sofía, mi niña! —exclamó su madre, envolviéndola en un abrazo que olía a hogar.

—Bienvenida, hija —dijo su padre, su voz profunda y calmada.

El reencuentro fue un bálsamo para el alma de Sofía. Hace años no veía a su padre, y el tiempo sin ver a su madre parecía el mismo. Aquellas palabras de bienvenida y las risas llenaron el aire, disipando la tensión del momento anterior. Su ex, aún de pie en el umbral, observaba la escena con una mezcla de emoción y resignación.

—¿Tomás? —preguntó su madre, notando la presencia del joven.

Sofía se giró, enfrentando a su ex con una nueva fortaleza.

—Vamos a casa.

Con esas palabras, Sofía cerró la puerta a su pasado y, con una sonrisa, se dejó llevar por el amor y el apoyo de su familia. Antes de siquiera comenzar a hablar sobre lo que ha pasado en su tiempo en Roma, el teléfono fijo sonó, cortando el aire con su tono insistente. Su padre contestó y, tras unos breves momentos, su expresión cambió. Extendió el teléfono hacia Sofía.

—Es para ti, dicen que es de urgencia... Una llamada internacional.—dijo con una nota de curiosidad en su voz.

Sofía sintió un nudo en el estómago. ¿Quién podría ser? Tomó el teléfono con manos temblorosas y llevó el auricular a su oído.

—¿Hola? —dijo, su voz apenas audible.

Una voz familiar respondió, una voz que no esperaba escuchar tan pronto.

—Sofía, soy yo, Brad. Necesito verte. Es urgente.

El corazón de Sofía se detuvo. ¿Urgente? ¿Qué había sucedido? Las palabras de Brad resonaron en su mente, llenas de tensión y algo más... ¿miedo?

—Brad, ¿qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó, su preocupación creciendo.

—No puedo decirte por teléfono. Después llegará alguien con los detalles. Solo... solo quería escuchar tu voz.

La línea se cortó antes de que pudiera responder. Sofía se quedó allí, con el teléfono aún en la mano, su mente girando con preguntas. ¿Qué era tan urgente que Brad necesitaba verla? ¿Y por qué sonaba tan alterado?

Mientras la noche caía sobre la ciudad, Sofía se retiró a su habitación, la conversación con Brad dando vueltas en su cabeza. Algo grande estaba por suceder, algo que podría cambiarlo todo. Y con esa inquietante certeza, Sofía se acostó, sabiendo que el amanecer traería consigo no solo un nuevo día, sino también la promesa de un misterio que solo Brad podía revelar.


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