Capítulo 6: Dos Almas Entrelazadas

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SOPHIA POV:

—Oye, Sofía. ¿Me escuchas? —dice Jiwoo, sacándome de mi ensoñamiento.

—No, lo siento... Estaba pensando en otra cosa. —respondí al darme cuenta de que no estuve atenta a nada de lo que me decía.

Mentiría si dijera que desde el día de ayer no estuve pensando en la conversación que tuve con Lucas, la otra chica que ni idea de quién es y con mi profesor.


21 de marzo del año 2024 (un día antes):


Tras salir de la cafetería en la que Lucas me había pedido matrimonio, aun sin conocerme. Me dirigía hacia la universidad, sin un destino claro.

—¿Qué? —Traté de decir al sentir una mano agarrándome, pero ya era tarde, la persona ya me había arrastrado a una habitación.

—Sofía.

—¿Profesor Lombardi? ¿Qué se supone que está haciendo? —inquirí enojada. ¿Quién se creía que era para encerrarme con él?

—Voy a ser directo y quiero que me escuches.

—¿No podía simplemente pedírmelo? ¿Era necesario jalarme como si fuese una cosa más?

—Bien, lo siento... —al ver que no respondía, continuó: —Mira, yo sé que no nos conocemos... y que tal vez, no tenemos la mejor relación... —Vi como su garganta se movía, dando a entender que tragó saliva. "Esto está raro" fue lo único en lo que pensé. —Pero... Aléjate de esa familia mientras tienes la oportunidad.

—¿De qué familia me habla? —pregunté con nerviosismo.

—Ya sabes, los Di Marco. Brad y Lucas. —esos últimos nombres juntos resonaron en lo más profundo de mi cabeza, si bien ya lo sospechaba; era raro que alguien lo dijera en voz alta. Cayó como un balde de agua fría. Lucas era familiar del tipo loco de las pistolas.

—Sofía, escúchame bien. Sus padres harán lo que sea por el bien de ellos mismos, incluso si debe hacer que sus hijos cometan barbaridades, cosas muy turbias que ni tú ni nadie está listo para ver. —A pesar de que se veía muy serio sobre lo que decía, no pude evitar desconfiar. Este es el profesor que se acuesta con sus alumnas, ¿qué tan creíble podría ser que trate de cuidarme? —Te lo digo desde ya. Ya que tienes oportunidad, aprovéchala y vete de Italia. No los escuches.

—¿Escucha lo que me dice? Me está diciendo que renuncie a mi sueño. —dije con ironía.

—Te contaré algo. Así quizás entiendas todo.

DASHIE POV:

20 de julio del año 2022. (FLORENCIA-ITALIA)

—Dashie!

—¿Sí, Brad? —respondí al ver que me llamaba uno de mis amigos más cercanos.

Brad y yo nos conocimos hace aproximadamente 3 años, cuando conocí a Minari (mi hermosa prometida). Desde que nos conocimos nos volvimos muy cercanos, eran pocas las cosas que no me gustaban de él como mi amigo, cosas como su trabajo y la forma en la que resolvía sus problemas, aunque gracias a Dios nunca me entrometió en ellos.

La familia Di Marco y yo nos volvimos muy cercanos hace casi 3 meses, cuando Minari nos dio la sorpresa de que estaba en embarazo, así es, voy a ser papá en menos de 6 meses.

—Empaca tus cosas y las de Minari. —dijo apurado mientras guardaba un arma en la parte baja de su espalda.

—¿Por qué? —pregunté asustado.

—¿QUÉ DIABLOS IMPORTA, DASHIE? RECOGE LAS PUTAS COSAS Y GUARDALAS EN UNA MALETA. TIENES 5 MINUTOS. —gritó.

—No es necesario que me grites. —dije enojado mientras pasaba a su lado.

Iba camino a las escaleras, sin embargo, de un momento a otro, el aire se llenó de un estruendo ensordecedor de metal y pólvora que resonaba entre las paredes de la casa. Como pude me oculté en una de las paredes de las grandes escaleras de mármol que subían directamente a los dormitorios. Las personas del servicio gritaban y corrían en todas direcciones, buscando un refugio.

Yo, me encontraba atrapado, mientras sentía que mi respiración se entrecortaba por el miedo. Sin embargo, tomando valentía de un lugar muy profundo de mí y arrastrándome por el suelo, logré subir al segundo piso y desde ahí asomé mi cabeza hacia el primer piso.

Veía como Brad y otros hombres que vigilaban la casa disparaban sin piedad alguna a las personas que habían entrado a la gran mansión Di Marco con el afán de matarlos.

Cuando uno de esos tantos disparos resonó, el tiempo pareció detenerse. Vi la expresión de sorpresa en el rostro de Minari, la forma en que sus ojos se abrieron con un miedo que yo nunca había querido que ella conociera.

Minari, el amor de mi vida, ahora estaba cayendo al suelo. Como pude corrí hacia ella, sin importar si otro de esos disparos caía sobre mí. Mi instinto tomó el control de mi cuerpo. Cada paso que daba era un grito silencioso, una súplica al destino para que no fuera tan cruel. Al llegar a su lado, la tomé en mis brazos, sintiendo la calidez de su sangre, contrastando el frío del suelo. Mi corazón se quebró ante la visión, la mujer que amo herida.

—¡Minari, quédate conmigo! —exclamé, mi voz se había convertido en un susurro desesperado. En ese momento, yo no era Dashie; era un hombre enfrentando la posibilidad de perder lo único que había llegado a valorar más que su propia vida.

—Dashie, amor... —Mi mundo se redujo a la figura temblorosa de Minari en mis brazos. Los disparos retumbaban a lo lejos, pero yo apenas los oía, mi atención estaba fija en ella, en su rostro pálido y en las palabras que brotaban de sus labios con urgencia.

—Protege a nuestro bebé. —susurró Minari con una determinación que desgarraba mi alma. —No importa lo que me pase a mí.

—Vamos a salvar a los dos. —insistí, mi voz se encontraba firme a pesar del caos que nos rodeaba. Sentí un nudo en la garganta, una mezcla de miedo y resolución. —No te vas a morir, Minari. No voy a dejarte sola.

Ella intentó sonreír, una sombra de su alegría habitual, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. La limpié con el dorso de mi mano, prometiéndome a mí mismo y a ella que haría lo imposible para mantener esa promesa.

—Juntos. —fue lo último que pude decir antes de que ella cerrara los ojos ante mí. Una escena que estoy seguro de que nunca olvidaré.

—¡BRAD! —grité tratando de buscar ayuda. Tan rápido como grité Brad corría hacia mí con sus ojos inyectados en sangre, su odio se notaba desde unos metros. —Minari... —fue lo único que pude decir desde mi desesperación.

—Va a estar bien. No te preocupes. —a pesar de la determinación de sus palabras, sus ojos mostraban todo lo contrario. Yo no alcanzaba a comprender lo que pasaba. —Tómala. Vamos en el auto. 

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