Capítulo 18: La decisión

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La noche había caído sobre la ciudad, y las sombras se alargaban en el callejón por donde Sofía caminaba. Acababa de despedirse de sus amigos Leah, Cade, Jiwoo y André.

—Uy, olvidé mi abrigo. —Sofía giró hacia la dirección de la que venía. —Bueno, cuando llegue a casa le diré a alguno que me lo lleve a la universidad.

Sofía se iba a girar de nuevo, cuando de repente, un pedazo de tela empapado en algún químico cubrió su boca y nariz. Sofía luchó, pataleó y trató de gritar, pero sus esfuerzos fueron en vano. La oscuridad se apoderó de su conciencia, y el mundo se desvaneció.

Al despertar, la confusión se mezcló con el miedo. Atada a un árbol, en un lugar desconocido, Sofía gritaba por ayuda. Su voz se perdía entre los árboles, sin esperanza de ser escuchada. Fue entonces cuando él apareció, un hombre cuya presencia emanaba peligro.

¡Ayuda! —su grito se quebraba en el pánico.

El hombre, con una calma perturbadora, le aseguró que nadie vendría. 

—Cuando estabas con los Di Marco no estabas así de arisca. —Reveló el hombre. —Decidí dejarte ir... Pero, desde que huiste de ahí descubrí que eras para mí. —Pausó y se acercó a ella. — Necesito tu compañía y se que tú necesitas la mía.

Con un beso forzado y lleno de rabia, intentó sellar su relación, pero Sofía, impulsada por el asco, lo mordió. Él retrocedió, sorprendido por su resistencia.

—Aunque ahora me rechaces, sé que después me aceptarás. —Le advirtió antes de soltarla. —Corre, más tarde voy por ti. 

Sofía obedeció, corrió lo más rápido que pudo hacia cualquier lugar.

-

La gente a su alrededor continuaba con sus rutinas, ajenos al tormento que la consumía por dentro. Las risas y conversaciones que llenaban el ambiente eran un recordatorio constante de su aislamiento emocional. Podría parecer exagerada, pero un acoso era algo que nunca había vivido, afortunadamente. La forma en la que aquel beso no salía de su mente la hacía sentir usada.

Era como si una barrera invisible la separara del resto, una burbuja de dolor que solo sus amigos más cercanos podían percibir. Cade, Leah, Jiwoo y André se habían convertido en su único refugio, los únicos capaces de leer la tristeza en sus ojos que intentaba ocultar tras una sonrisa forzada.

Mientras caminaba cabizbaja hacia la biblioteca, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz preocupada de Cade.

—Sofía, ¿estás bien? Te noto distante estos días —preguntó, su mirada llena de una preocupación genuina.

Ella intentó esquivar la pregunta con una excusa, pero la insistencia de sus amigos la hizo ceder. En un rincón apartado, con la privacidad que el bullicio de la universidad permitía, Sofía compartió su historia. Las palabras salían entrecortadas, cada frase era un esfuerzo, cada recuerdo una herida abierta.

—Fue horrible... —susurró con voz temblorosa—. Me siento tan... vulnerable.

Los amigos de Sofía la rodearon, formando un círculo de apoyo. No había juicios, solo una empatía silenciosa y una promesa tácita de estar allí para ella. Cade, con un gesto protector, le tomó la mano, transmitiendo una fuerza que ella no creía tener.

—No estás sola en esto, Sofía. Vamos a la policía o algo. —dijo con convicción.

—Cade tiene razón, Sofía. No podemos quedarnos así sabiendo que estás en peligro. —dijo Jiwoo, André solo asintió.

Toda la tarde trataron de contentarla contándole otras cosas. Por fin, después de dos días, Sofía pudo olvidar lo sucedido y continuar con su vida.

-

La clase de Sofía transcurría con normalidad, la monotonía de la lección apenas lograba mantener su atención. De repente, la puerta se abrió con un golpe que resonó en el silencio del aula. Todos los ojos se dirigieron hacia la entrada, donde Brad, con una expresión de preocupación marcada en su rostro, irrumpió en la sala.

—Sofía, necesitas venir conmigo ahora —dijo Brad, su voz no admitía réplica.

Ella lo miró, confundida y sorprendida por la interrupción. Sin embargo, la gravedad en la mirada de Brad le indicó que esto no era una broma.

—¿Qué sucede? —preguntó Sofía, mientras recogía sus cosas.

—No hay tiempo para explicaciones. No puedes negarte a casarte, ahora es por tu seguridad —reveló Brad, casi arrastrándola fuera del aula.

Los murmullos de los compañeros llenaron la habitación mientras Sofía era guiada fuera de la clase. La noticia de su compromiso con Lucas había sido un rumor persistente, pero ella nunca lo había confirmado. Ahora, con la aparición de Brad y su insistencia, la realidad de su situación se volvía innegable.

Una vez fuera del alcance de oídos curiosos, Brad le explicó que la situación había cambiado. Las amenazas que Sofía había enfrentado no eran un incidente aislado; había un peligro real acechandola, y su unión con Lucas era más que un matrimonio: era una alianza estratégica para protegerla.

—No me importa lo que tenga que hacer, no voy a permitir que te pase nada —afirmó Brad con determinación.

—Brad ¿te estas escuchando? No me pienso casar. —dijo Sofía.

—Piensalo bien. —Brad le tomó su mano. —Es necesario. 

Sofía se encontraba en una encrucijada, entre el deseo de su libertad y la necesidad de seguridad. En medio de la presión decidió aceptar y firmar aquel contrato, esa misma noche se encontraría en la casa de los Di Marco lista para firmar.

SHADOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora