Capítulo 17: Revelación

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Sofía observó cómo André y Youl salían de la casa, tomados de la mano, un gesto de solidaridad en medio de la tormenta.

Youl, con una mirada de comprensión hacia Sofía, se excusó para llevar la ropa al hospital y ver cómo estaban Leah y Lucas. Su partida dejó a Sofía y André solos, un momento de calma que ambos necesitaban desesperadamente.

André, con la guardia baja y la vulnerabilidad en su rostro, reveló a Sofía la verdad sobre su relación con Kevin. Las palabras salieron en un torrente, confesiones de meses de seguimiento y abuso, de fines de semana marcados por la violencia de un hombre que se suponía debía amarlo.

Sofía escuchó con el corazón apesadumbrado, su mente luchando por comprender cómo alguien podía infligir tanto dolor a otro. Cuando André terminó, ella le ofreció palabras de apoyo, aunque mezcladas con una advertencia.

—André, entiendo lo difícil que ha sido para ti, y te apoyaré en lo que decidas hacer. Pero tienes que pensar bien tus próximos pasos. No puedes dejar una relación tóxica para entrar en otra que podría ser igual o peor —dijo Sofía, su tono lleno de preocupación—. Youl puede parecer diferente, pero las sombras de su mundo son igual de oscuras. Espero que las decisiones que tomes sean las correctas, y aunque no esté de acuerdo con todas, estaré aquí para ti.

André asintió, las palabras de Sofía resonando en su mente. Sabía que el camino a seguir no sería fácil, pero tener el apoyo de Sofía significaba que no estaría solo.

-

En el hospital, la tensión era palpable en el aire. Brad se encontraba de pie frente a la puerta de cuidados intensivos, su mirada fija en el suelo, perdido en sus pensamientos. Sofía se acercó a él con un tazón de sopa casera, su aroma llenando el pasillo con un toque de hogar.

—Brad, traje algo de sopa. Te hará bien comer algo —dijo Sofía, ofreciéndole el tazón.

Brad levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Sofía. Había una mezcla de gratitud y algo más que no podía definir.

—Gracias, Sofía. No estoy seguro de poder... —su voz se quebró, la preocupación por Lucas y Leah aún pesaba sobre él.

—Debes mantenerte fuerte por ellos. Vamos, al menos prueba un poco —insistió Sofía, su tono suave pero firme.

En ese momento, el médico salió de la sala de cuidados intensivos con noticias que cambiaron el ambiente.

—Lucas está despierto y Leah ha pasado lo peor. Están estables —informó el médico con un asentimiento.

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Brad, y aceptó la sopa que Sofía le ofrecía. Juntos, se dirigieron a la habitación de Lucas, donde Sofía se sentó al borde de la cama, dividiendo la sopa en dos platos.

—Lucas, necesitas comer para recuperarte —dijo Sofía, acercando una cucharada de sopa a los labios de Lucas.

Lucas asintió débilmente, permitiendo que Sofía lo alimentara. Brad, desde el otro lado de la habitación, observaba la escena. Un sentimiento desconocido para él empezó a surgir, una especie de celos que lo tomó por sorpresa.

—Sofía, realmente aprecio lo que haces por nosotros —dijo Brad, intentando ocultar su turbación.

—Es lo menos que puedo hacer. Lucas y Leah son mis amigos, no puedo dejar a su familia pasar por esto. —respondió Sofía, sin dejar de atender a Lucas.

Brad se acercó, observando cómo Sofía cuidaba de Lucas con tanta dedicación. Quería decir algo más, expresar lo que sentía, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Por ahora, se contentó con ver cómo Sofía, con cada gesto de cuidado, tejía un lazo más fuerte entre ellos.

-

Las semanas pasaron y con ellas, Leah y Lucas se recuperaron completamente, volviendo a la normalidad de su hogar. La casa Di Marco, una vez llena de preocupación y tensión, ahora respiraba alivio y gratitud. Sin embargo, la paz era frágil y estaba a punto de romperse.

Sofía, cuyas pertenencias estaban ya empacadas, estaba lista para dejar atrás la mansión que había sido su refugio en tiempos de crisis. Estaba a punto de cerrar la puerta de su habitación cuando Minari la detuvo con una urgencia que no admitía demoras.

—¡Sofía! —exclamó Minari, su voz teñida de ira y desesperación—. ¿Cómo pudiste ser tan irresponsable? Arnold ha recibido una copia del contrato de matrimonio entre tú y Lucas. ¡Esto es un desastre!

Sofía se giró, enfrentando a Minari con una mezcla de sorpresa y frustración.

—Minari, yo no sabía que...

Pero Minari no estaba dispuesta a escuchar.

—No importa si lo sabías o no. Ahora no tienes elección. Si no te casas con Lucas, seremos el hazmerreír de toda Italia. La familia Di Marco no puede permitirse tal vergüenza —interrumpió Minari, su mano temblorosa, sosteniendo el documento como si fuera una sentencia.

Sofía sintió cómo el peso de las palabras de Minari la aplastaba. No era solo su futuro lo que estaba en juego, sino el honor de una familia entera. La presión de la tradición y las expectativas sociales se cerraban sobre ella como las paredes de una prisión.

—Pero Minari, ¿y mi vida? ¿Mis sueños y deseos? —Sofía intentó defenderse, su voz apenas un susurro.

—Tu vida es ahora la vida de los Di Marco. Tus sueños deben alinearse con los nuestros. No hay lugar para el egoísmo aquí —respondió Minari con firmeza, su mirada implacable.

Con un suspiro resignado, Sofía tomó el contrato matrimonial entre sus manos, sintiendo el frío papel como el toque de un futuro incierto. 

—Ya estoy harta Minari. No me importa este puto contrato ni quién se involucre, deja de acosarme y busca a otra persona que puedas manipular. —Sofía enojada le tiró aquel contrato a la cara de Minari y se fue cerrando con fuerza la puerta de la mansión.

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