El trato

3 0 0
                                    

POV Alya

Gryffindor ganó la copa de las casas, bien por Harry y los demás. El gran problema de esto es que era innecesario ilusionar a toda la casa Slytherin, incluyéndome.

"Ni siquiera contaron mi participación"

Ahora estoy en mi habitación, guardando mis cosas antes de partir.

-Estúpida competencia sin sentido- gruño antes de cerrar mi baúl-. Me esforcé por no perder ningún punto este año, tener buenas calificaciones y participar en clase y el último día ayudé a salvar esta cosita- digo sacando la piedra rojiza de mi bolsillo-. Todo para que al final no se me reconozca nada- suspiró cansada-. ¿Ahora qué haré contigo? – Observo con detenimiento la piedra en mi mano.

El brillo cálido contrastaba con los tonos fríos de la habitación. Resaltaba a la vista inmediatamente, pequeña y roja entre las paredes grises y la iluminación verdosa. Realmente bella y sorprendentemente poderosa.

-Supongo que debo entregarla a Dumbledore para que se la de a Nicolás, no quiero tener una muerte en mi consciencia... al menos no una provocada por mí- temblé ligeramente ante el recuerdo del cuerpo sin vida de Quirrell-. Pero sigo sin saber dónde está la oficina del director.

"No creo que merezca tener la piedra. No después de todo lo que nos hizo pasar, pero es muy valiosa para traerla de un lado a otro"

-Aunque podría tomar una recompensa por mi cuenta- sonreí con malicia mientras sujetaba con fuerza la piedra.

Con ayuda de un caldero y el hechizo de fuego que Hermione utilizó con el lazo del diablo, puse a hervir agua.

"Ni idea de si funciona de esta manera, pero no se me ocurre otra manera más que hacer caldo de piedra filosofal"

Minutos después, el agua donde puse la piedra adquirió un color escarlata digno de admirar.

"Supongo que funcionó"

Vacíe la infusión en 15 viales que me sobraron de pociones, por suerte compré un montón de esas cosas.

"Ahora solo queda entregarle este tesorito a Dumbledore... donde sea que se encuentre"

Tocó dar un último recorrido por el castillo, pasando por cada pasillo en un intento de encontrar al director u otro profesor y también para despedirme momentáneamente del lugar donde pasé bastantes aventuras, algunas mortales.

Cuando sin querer llegué al tercer piso, me ganó la curiosidad por saber qué pasó con el recorrido de pesadilla.

"Parece que se llevaron a Fluffy... y removieron el lazo del diablo... no hay señal de las llaves voladoras... McGonagall debió tomar su ajedrez..."

Cuando es de día, está vacío y no hay ningún mago parasitario intentando conseguir un artefacto legendario para posteriormente conquistar el mundo, este lugar parece casi normal, aunque eso es casi un insulto, considerando que aquí todo es extraordinario.

La última sala. Abrir la puerta parecía devolverme a ese momento, las sensaciones desagradables volvían a mí, pero intentando controlar mi respiración decidí entrar.

-¡Buenos días, señorita Blythe! No esperaba verla tan temprano por aquí.

El hombre que buscaba y a la vez, el que menos quería ver. El mago de la barba más larga y blanca, el único a quién-ya-se-supone-todos-saben teme. Dumbledore, la antigüedad viviente, estaba en medio de la habitación observando los restos del espejo.

-Buenos días, profesor- respondo con calma-. Solo tomaba un último recorrido antes de las vacaciones.

-Oh, cómo vuela el tiempo- suspira el mayor-. Aun recuerdo el comienzo de este año- se gira para verme.

"Yo también lo recuerdo. Mi primera impresión fue de que usted estaba loco y parece que le atiné"

-Supongo que algunos dimos impresiones muy novedosas.

"... Soy yo o acaba de... leer mi mente"

El profesor esbozó una sonrisa y volvió a dirigir su atención al espejo.

-Lamento lo del espejo- "Y lo del comentario mental si es que puede leerme la mente"

-Era una valiosa y antigua reliquia. No esperaba que Voldemort lo destruyera. El espejo logró su cometido, mantener a salvo a la piedra, aunque eso significara perderla también.

"Vaya... parece en verdad lamentar la pérdida del espejo y de la piedra filosofal"

-No está tan perdida- comento tímida, el director me ve una vez más, pero su mirada parece más confundida, aunque intenta esconderlo bastante bien-. Yo estuve aquí esa noche, ¿sabe? Oculta gracias a una poción de invisibilidad- dije mientras caminaba alrededor de la sala.

-El profesor Snape debe estar impresionado con su dedicación en pociones.

-Lo haría si no estuviera tan ocupado criticando a sus alumnos- respondo mordaz.

"El profesor Snape podrá no ser tan mala persona, pero definitivamente no es buen profesor"

-El punto es que estuve aquí, pude ver a Harry, a Quirrell y... bueno usted sabe, todo el espectáculo que se formó. Y no recibí ninguna suma de puntos durante el banquete de anoche por mi participación.

-No había notado tu presencia, es un logro admirable, pero me temo que ya es tarde para cambiar los resultados.

"Tarde fue cambiar en plena fiesta"

-No vengo por simples puntos. Vengo por esto- saqué la piedra de mi bolsillo.

-Así que usted la tenía- actúa el mayor, o creo que está actuando como si ya lo supiera de antemano-. ¿Y quiere algo como intercambio?

-Poniéndolo así parece muy grosero de mi parte. Yo solo pido conocer a Nicolás Flamel y tal vez unas lecciones del más grande alquimista de la historia. Cosas simples- extendí mi mano con la piedra, esperando que aceptara para dársela.

El adulto sonrío, sus ojos con una chispa de curiosidad. No me importaba tanto lo que el director pensara sobre mí en estos momentos, tan solo saber si cumpliría con mi petición.

-Esta bien- responde el mayor y le entregué el preciado objeto-. Estoy seguro de que Flamel se alegrará de conocer a una jovencita tan entusiasmada en su área de especialidad.

El director salió del lugar con la piedra. Solo quedaba yo junto al marco y los fragmentos del antiquísimo espejo de Oesed. Pegado al marco quedaba un fragmento lo suficientemente grande para poder verme en él y contemplar dos piedras filosofales en una mesa junto a algunos instrumentos de química.

"Interesante, aún funciona"

Con cautela, tomé ese trozo de espejo y regresé a mi cuarto para tomar mis maletas y subir finalmente al tren que me llevaría a casa y pondría fin a esta aventura. En verdad necesito estas vacaciones.

"Por lo menos tratar con Dudley es sencillo, con bromear sobre transformarlo en sapo basta"





.........................

Y hasta aquí llega la primera parte de la saga, espero que aquellos que le dieron una oportunidad a esta parte puedan hacer lo mimo con la secuela.

Gracias por leer, nos vemos.

Alya Blythe y la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora