cap 3

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Dicen hay un lazo entre dos personas que se aman, como un... ¿hilo rojo? Posiblemente, pero eso es muy cursi y muy ridículo entre dos hermanos. Era algo más... el cuidado y el cariño. La sangre y las lágrimas.

Hermandad.

-¿Por qué mi tocino no tiene sabor?- reprocho Bill con el tenedor en su boca, soboreando el poco sabor de su desayuno. Huevo revuelto con longas de tocino.

- Claro que tiene.- añadió Tom.- le hecho unas piscas de sal, lo suficiente.- se burló mientras metía un bocado más. Bill frunció los labios, enojado y miró el plato de Tom.-¡Eh, eh!- Tom sujeto la mano de Bill, la cual había viajado hasta su plato, cogiendo uno de los tocinos.

- El tuyo si tiene sabor. ¡El mío no!

- No puedes comer mucha sal.- tiro de su plato lejos de Bill. El menor volvió a si lugar, entrelazando los brazos y bajando la cabeza hacia abajo.

- Lo odió...- murmuró en un tono inaudible.

- Eh, Bill.- cogio la barbilla de su hermano.- Sabes perfectamente que los niveles de sal deben ser reducidos en tus comidas.- sonrió.

-¿Por qué...?- los ojos de Bill se incharon y sus labios temblaron.- Solo quiero ser como tu, como los demás.

- Lo eres.- Tom desencajo la mandibula y tomó el cabello de su hermano.- ¿Si? - Bill mostró una mueca.-¿me puedes regalar un sonrisa?- el menor se encogió ante lo dicho, con algo de vergüenza. Pero finalmente sonrió.

- Tonto.- habló con una sonrisa formada de comisura a comisura.

- Un poquito.- los dos se rieron.

Después de lo ocurrido en el cumpleaños de Bill, el menor tuvo un ataque de ansiedad por la culpa que sentía al pensar que si no hubiese celebrado ese día, Tom no hubiese recibido golpes por parte de su padre. Aunque con el consuelo de él y aclarando que no era su culpa, se calmo y aquel ataque no llegó a mayores.

En los ojos de Tom, Bill era como un cristal, algo frágil, algo que se debe cuidar. Era como un oro. Bill era el niño más bonito y especial ante los ojos de Tom. Desde muy pequeño Bill mostraba madurez a diferencia de los demás. Tenía otros gustos, dejando de lado a los cochecitos y muñecos. Bill se sentraba más en la lectura, sobre todo la de Miguel Cervantes, que era su escritor favorito. También le gusta escribir, era el amante de la escritura y literatura.

Tom supo que Bill podía desarrollar habilidades para aquello y podría llegar hacer un nuevo escritor reconocido por todo el mundo. Pero nunca supo como dar inicio a ello, no contaban con la estabilidad económica de todo bien, por lo que Bill no estudiaba como los demás. El menor iba a clases nocturnas, y claro, se supone que era cinco días por semana, Lastimosamente el instituto en donde asistía, era una pagada por el gobierno y eso hacía que poco les importase a las personas encargadas de aquel instituto la educación de los estudiantes. De igual manera, su pago era seguro.

-¿Deceas ir a algún...?- Tom fue interrumpido por el fuerte ruido producido por la tumbada de puerta de entrada. Jörg entró echó furia.

Los hermanos se vieron asustados, sobre todo Bill, que corrió hacia su hermano, aferrándose de su espalda.

- Tom...

- Tranquilo... no te alteres.- Tom se sujeto del filo de la mesa, ayudando a su cuerpo inclinarse para un lado y así ver lo que pasaba. El mayor sintió las manos de su hermano temblar y resbalarse por su camiseta. - Hey, Bill. No tiembles, todo está bien.- se arrodillo debajo de su hermano y acaricio sus gordas mejillas.

Unos pasos rápidos se asuentaron ante los oídos de los hermanos. Eso alarmó a Tom. Se levantó del suelo solo para quedar inmóvil. Jörg, lo tomó de la nuca, privandole de movimiento. Lo mismo con Bill, quien fue sujetado de su delgado brazo. El padrasto estaba rojo de enojo, parecía estar zafado de sus casillas. Los llevó fuera de la casa y los tiro al piso, con un pequeño bufido.

El mayor corrió hacia la puerta, empujando de ella para que no fuese cerrada. Bill, tirado en el piso, no entendía nada, solo miraba como su hermano se aferraba a una madera, evitando un desalojo.

-¡No nos puedes botar!- rechiño el mayor. Tom puso un pie atrás de su pierna, tomando así, más base y soporte.

-¿¡No!? ¿¡Quien lo impide!? ¿Tu?- Bill comenzó a agitarse, respiraba a fuerzas. Se sujeto de un árbol y por un momento pensó en correr lejos.

-¡Esta casa es de nuestra madre!

-¡ESA PUTA ESTA MUERTA! ¡LA MUY PERRA SE FUE DETRAS DE UN BILLETUDO COMO UNA PERRA EN CELO!- eso fue todo para que Tom quedara dilatado de la realidad y dejara caer su cuerpo para atrás.

El menor, Bill. Sentía como su corazón se oprimía ante lo dicho de su padrasto. Simone, había muerto, dejando a dos personas en orfandad.

Jörg aprovecho ese momento de shock de sus hijos para sacarlos de combate y cerrarles la puerta, sin remordimiento alguno. Tom dejo que sus pensamientos lo llenarán, olvidando algo más importante, o más bien. A alguien más importante... Bill

El menor estaba sufriendo un ataque de ansiedad, tirando en la fría cera de la pista, su corazón latía mil por segundo y la respiración se le iba.

-¡Bill! ¡Bill porfavor no!- el mayor sujeto a su hermano entre sus brazos. Lo cargo y supo que esto era algo grabe... Los ojos del menor se iban para atrás, dejando ver un color blanco en ellos. Su cuerpo temblaba como gelatina y espuma se le acentuaba en la boca.

No había solución que Tom podía resolver en ese momento, todo se le fue de la mente. Lo único que hacía era correr y correr en busca del hospital más cercano, en donde Bill fuera atendido.

- Porfavor resiste mi niño...- algunas lágrimas se le salieron de sus ojos, mostrándose débil. Tom siempre le había dicho a su hermano que él era fuerte, que nunca lloraba y que era una persona que no le afectaba absolutamente nada. Pero en ese momento todo eso no le importo y dejó liberar su dolor de tan solo pensar que... no, nisiquiera quería pensarlo, quería borrarlo.

El delicado y débil cuerpo de Bill cayó en la camilla, en su rostro fue colocado una mascarilla de oxígeno y fue llevado con enfermeras a una sala de UCI. El mayor intento ir junto a ellos pero un doctor, de firme actitud le coloco la mano en el pecho e impidió su paso.

-¡Porfavor tengo que ir con él! ¡Soy su hermano!- Tom se desespero y las lágrimas brotaban más y más sin poder contenerse.

- No puede ir, nosotros lo llamaremos.

-¡Dígame que se va a salvar! Mi hermano sufre problemas del corazón.- sus manos sujetaron los bíceps del doctor. Lo miró con los ojos rojos.

- Haremos todo lo posible... no es facil tratar esto, y mucho menos cuando son convulsiones.- la cabeza de Tom fue cayendo poco a poco con temblores y sollozos que acorralaban aquella sala. Apretó aún más los bíceps del doctor y dejó escapar un bufido.

El doctor Robles, le dio unas palmadas en la espalda y lo dejó para ir a aquella sala en donde se encontraba Bill. El mayor, el más fuerte, dejó que su cuerpo se resbalara por la pared. Se sentó en el suelo y ahí, arrepentido de no poder ser útil para Bill, grito.

-¡MIERDAAA!- sea la palabra que sea, fuese fuerte o no. Fue el grito que Tom necesitaba desde hace mucho tiempo para liberar todo el dolor que tenia muy dentro de él.

Entonces Tom supo que los papeles se invertían. Bill luchaba por su vida y eso lo hacía fuerte mientras que él se derrumbada por lo más preciado que amaba.

"Los fuertes lloran, y los débiles se vuelven fuertes, mucho más fuertes"

@Anatwinces

9:45 pm ^^

9:45 pm ^^

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Solo los dos [Toll] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora