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Inglaterra. Agosto. 1950.
HANS.

"¿Cómo analizas el momento justo en el que te enamoras? El punto exacto en el que dejaste de fijarte en esa persona como una simple amistad y comenzaste a imaginar una vida junto a ella.

El momento preciso en el que empezaste a prestarle atención a sus movimientos, a quedar bien delante de él, y a hacer que se convertiría en tú sol, en tú luz.

Vivimos diariamente millones de momentos que, por suerte o por desgracia, se eliminan de nuestros recuerdos o pasan a un segundo plano obteniendo una mínima importancia y repercusión en nuestro futuro. Pero, en cambio, hay otras circunstancias que se quedan grabadas para siempre; recuerdos que, aunque el tiempo pase, no transcurren, y siguen conviviendo día a día con nosotros hasta que nuestra vida finaliza.

Porque nos han marcado, nos han hecho sentirnos diferentes. Uno de ellos, es el día en el que te enamoras del amor de tú vida, de tu alma gemela.

Y así, de repente y sin saber cómo, te das cuenta de que has llegado hasta ese punto en el que te levantas por las mañanas y lo primero que piensas es en él, y de que al fin y al cabo tu única ilusión es verle feliz.

Al igual que la tierra gira alrededor del sol, ¿habré empezado yo a girar alrededor de él? ¿Durante cuánto tiempo llevo orbitando sin darme cuenta, gracias a los recuerdos que guardo de sus ojos? ¿Es él mi luz, al igual que es para los creyentes el cirio pascual?

¿Hay algo más deseado que querer y ser querido?"

Y viendo en el reloj que marcaba las doce indicando que era ya domingo de resurrección, escondió su libreta bajo la almohada y soñó una noche más sobre cómo sería sentirse vivo, amado de verdad.
O al menos, con una luz que lo guiara en el camino.

❦❦❦

La voz del magistral resonó por los altavoces de la pequeña capilla, y la familia real, junto a todos los presentes, se santiguaron una vez más con la mirada fija en el altar.

Para ellos no era un domingo de asistir, como normalmente lo hacían, a la sacristía en la pequeña capilla de palacio, sino que esa vez se encontraban en la Abadía de Westminster por motivo del domingo de resurrección, y habían presidido la procesión anterior a la ceremonia desde uno de los palcos instalados esencialmente para su protección.
Habían entrado al templo y el pueblo, que se encontraba tras las rejas, separados de la familia, habían empezado a gritar y alabar en especial a Hans, que hacía meses había sido coronado como el nuevo rey de Inglaterra y poca gente había tenido la oportunidad de ver en público hasta aquel día.

Pero, aunque parecía que el monarca estaba muy centrado en la misa, se la había pasado mirando el cirio pascual, que se quemaba y derramaba la cera en el suelo, casi todo el tiempo. A veces se distraía por los toques de Scarlett al notar que estaba ausente, y otras era su madre la que le empezaba a hablar o le hacía una señal como si, de repente, siguiera siendo un niño pequeño indicándole que debía santiguarse o arrodillarse a rezar.

Pero él seguía perdido en sus pensamientos creyendo en que era imposible que aquella vela, que decían que simbolizaba la presencia de dios porque era solo él quien eliminaba la oscuridad con esa señal de luz, logrará disipar todo el mal.

Porque, ¿Cuántas veces había ido ya entre la noche del viernes santo y aquel momento a rezar, otro año más sin poder dormir, sin hacerle caso a sus demonios que lo mantenían con los ojos abiertos, y no había logrado echarlos?

Se sentía engañado, y pensó en qué pasaría si lo expresaba en voz alta hasta que se sobresaltó al escuchar su nombre, y temió que alguien pudiera haber leído sus pensamientos cuando llamaron de nuevo su atención.

Apology of the tearful [Alabanza a la lacrimosa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora