Capítulo 6: Verdades a medias.

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Jaekyung lanzó un gruñido de frustración mientras apartaba bruscamente el portátil. "¡Maldición!", exclamó, dejando caer las palabras con una mezcla de ira y decepción. -Este hijo de perra está limpio como una patena. No hay nada relevante en su vida - masculló con molestia, marcando el número de su asistente con determinación.

Cuando el asistente respondió al otro lado de la línea, Jaekyung no pudo contener su disgusto. -¿Qué tipo de información mediocre es esta?- bufó con irritación. - Este tipo no tiene nada interesante en su vida. Lo más relevante es ser heredero de la cadena de clínicas de su padre. Después de eso, nada- espetó con desdén.

El asistente, visiblemente apenado, intentó justificarse: - Lo siento muchísimo, señor. Hice todo lo posible por conseguir información relevante, pero parece que esta familia es muy reservada. No hay nada extraordinario en sus vidas.

Jaekyung se pasó una mano por la frente, tratando de calmar su creciente frustración. - Está bien. Pero necesito que hagas algo más - dijo con determinación, decidiendo cambiar de táctica. - Programa mi cita de fisioterapia para que se realice aquí en mi casa a partir de ahora. Tendré mis sesiones antes de empezar a trabajar. ¿Entendido?

El asistente asintió, prometiendo enviar el nuevo horario al señor Kim.

Al colgar el teléfono, Jaekyung dejó escapar un largo suspiro. No iba a rendirse tan fácilmente con Kim Dan. Renunciar no estaba en sus planes. Quizás el enfoque prudente era la clave. Si realizaba las terapias en su casa, sería más difícil para Dan escapar, y nadie sabría si estaba usando o no sus feromonas. Con el tiempo, se habían promulgado leyes para proteger a los omegas en la sociedad, y ya no estaba bien visto que un alfa utilizara sus feromonas para intimidar o seducir a un omega sin su consentimiento. Del mismo modo, los omegas también estaban sujetos a estas regulaciones. De esta manera, se mantenía un cierto orden, aunque la mayoría no cumpliera con tales leyes. Entre ellos el señor Joo.















Al día siguiente, Jaekyung se levantó temprano, como era su costumbre, y realizó su rutina de cardio, limitada debido a la condición de su brazo. Después de bañarse y desayunar, se preparó para recibir la visita de su querido fisioterapeuta.

Aunque estaba ansioso por verlo, sabía que debía mantener la calma y aparentar que todo estaba bajo control. No quería ahuyentarlo a la primera.

Dan llegó acompañado por una ama de llaves de la mansión, aunque ya conocía la casa. Se dirigió al estudio del señor Joo, pero antes de entrar, tomó aire y tocó la puerta.

- Puedes pasar - dijo Jaekyung con calma desde el interior.

El castaño entró al amplio estudio y, después de hacer una reverencia, se acercó al escritorio.

- Buenos días, Jaekyung - lo saludó de manera informal y natural.

- Buenos días, hyung - respondió Jaekyung con una leve sonrisa.

A simple vista, podrían haber sido una pareja de amigos felices. La paz que emanaba entre ellos era notable, aunque quizás solo fuera una ilusión.

- Jaekyung - comenzó Dan, rompiendo el silencio. - Quiero dejar algo claro. Por favor, escúchame esta vez.

El azabache no mostró ninguna reacción, pero se acomodó en su silla tras el escritorio para prestar atención a lo que el castaño tenía que decir.

- No tengo ningún problema en ser tu fisioterapeuta. De hecho, será un placer cuidarte. Pero... no te pases conmigo. Respétame, así como yo te respeto a ti - expresó Dan con firmeza.

Jaekyung esbozó una breve sonrisa y luego se puso de pie. Esta acción puso en guardia al omega, que retrocedió instintivamente al ver al imponente alfa frente a él. El azabache contuvo la risa, apretando los labios antes de bajar la cabeza y suspirar.

Pequeñas Dosis/ Jinx Donde viven las historias. Descúbrelo ahora