Pequeñas Dosis/ Jinx

Extra 2

Jaekyung miraba con los brazos en la cintura su jet privado aterrizar en la pequeña pista. El aire isleño, mezclado con el olor del salitre y el graznido de las gaviotas, era la bienvenida para el omega castaño que bajó por la escalerilla de embarque.

Dan sostenía a Jia dormida, mientras que su abuela sostenía a Jin. Tras ellos, bajaron Yoon-Gu, Heesung, Heena, el tío Namwook y su familia. En cada uno de ellos, la emoción era palpable.

El alfa se acercó rápidamente a su omega y le dio un fuerte abrazo, besó su frente y luego acarició la cabecita de su hija dormida. Hizo lo mismo con su otra hija, a quien sostuvo en brazos.

—Debí ponerles bloqueador solar —mencionó el omega acercándose al auto que les aguardaba.

—Ya estaremos en el salón, allí hay un balneario, no será necesario ponerles —el alfa le ayudó a acomodarlas en las sillitas para bebés.

—Estoy tan emocionado —Dan cerró la puerta y no pudo evitar enredar sus brazos en el cuello del alfa.

Jaekyung lo tomó con suave gesto de la cintura y se aproximó a sus labios para besarlo suavemente.

—No sé si pueda esperar hasta mañana —susurró.

—No exageres.

—¡Ey, ustedes dos! —interrumpió Heena acercándose amenazadoramente—. Venga, sepárense, que no pueden verse más hasta mañana en la ceremonia.

Jaekyung la fulminó con la mirada, pero a la chica no pudo importarle menos. Así que pronto alejó a su amigo, dispuesta a pasar la noche junto a él, en una supuesta despedida de solteros, que Jaekyung consideró una tortura.

Tras despedirse, ambos tomaron caminos opuestos en la pequeña isla, pues según Heena, era de mala suerte que los novios se encontraran antes de la boda.

—¿Que no era que no podían verse vestidos de novio? —Yoon-Gu, quien tomaba unas fresas, se sentaba en un extremo de la piscina para remojar sus pies.

—Papita, tú no sabes nada sobre bodas —presumió Heena—, es mi especialidad. He estado practicando casi todo este año, y me emociona organizar esta ceremonia.

Yoon-Gu rodó los ojos y buscó algo que comer. Dan estaba recostando la cabeza en la orilla, dejando que su cuerpo fuera cubierto por el agua tibia, reflejando en sus ojos los colores anaranjados del atardecer.

Pensaba en tantas cosas. Desde que había conocido a Jaekyung, su vida cambió demasiado. Era su mejor amigo y, con el tiempo, se volvió su pareja. Ahora era el padre de sus hijas y mañana... su esposo. Una lágrima de felicidad escurrió por su mejilla.

Cuando miraba al pasado, todo el dolor que había sentido, todas las cosas horribles que sucedieron, se quedaron allí, en el pasado. Jaekyung se había encargado de llenar cada espacio vacío de su vida, al punto que sentía la gran necesidad de estar siempre junto a él. Cerró los ojos, aprovechando las últimas luces del día y dio un gran suspiro. Era feliz.

El diseñador personal de Jaekyung no perdió la oportunidad de mostrar su creación en el esbelto cuerpo del omega. Un año y medio tardó en confeccionar el traje de Dan, incluso más que el de Jaekyung.

Las piezas de tela blanca las había unido a mano, confeccionándolas de formas delicadas y hermosas. La espalda estaba cubierta por un encaje combinado con hilos de plata, que se ajustaba a la cintura y bajaba en forma de alas delicadas hasta sus pies, rodeando sus caderas y abriéndose en la parte delantera, donde un pantalón blanco combinaba a la perfección.

Heena terminó de acomodar el ramo, confeccionado con flores silvestres de la propia isla, mientras la abuela y Yoon-Gu vestían a las gemelas con vestidos blancos. Parecían dos pequeñas princesas, nada menos para las dueñas de la isla.