Rumores de guerra

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Alexandros acaba de llegar a las afueras de Pella, la capital de Makedonia, su "pequeño" séquito lo seguía muy de cerca, cansados de haber viajado hasta sadera, algunos hombres conversaban entre ellos, riendo y haciendo algunos cuantos comentarios sobre sus familias, esposas, hermanas, padres o hijos que los esperaban, había sido un viaje increíblemente tranquilo y aburrido, pero nadie se quejaba, menos probabilidades de morir misma paga

Al entrar por la puerta norte, mejor conocida como la puerta del rey, se podía observar a Pella con una población de 200 mil habitantes, divididos en distintos barrios, con casas de paredes blancas y tejas rojas o de suelo plano, donde el techo también se usaba para secar la ropa, dormir en las temporadas de calor, u otra actividad o necesidad que se requiera, las casas son de dos plantas, siendo la planta baja para guardar algunos animales, la cocina, almacén y taller, si es que el hombre es lo suficientemente rico para tener un taller, en la planta superior, están los dormitorios donde duerme la familia

A diferencia de las clases bajas, los ricos viven en casas propiamente dichas, que tiene dos niveles y múltiples habitaciones para distintas labores, siervos y siervas, o en algunos casos, esclavos, los siervos son ciudadanos libres contratados, los esclavos no, en su mayoría son humanos, capturados de otras ciudades estado, o comprados a estas, Alexandros observó a uno de estos esclavos, llevando la marca de su esclavitud en su cuello, con una soga al cuello y un tablón que anunciaba "esclavo", estaba acompañando a su señora en las compras

Alexandros les dedico una mirada, mientras pasaba por el mercado, era como todos los días, un lugar ajetreado, se sentía bien, vivir en la antigüedad no era tan malo si eras de la nobleza, aunque tampoco se quejaría, él admiraba mucho a los griegos, y poder ver su estilo de vida (en parte) en carne propia, le agradaba y no le molestaba sacrificar la mayor parte de las comodidades del siglo XXI, pero si le preguntaran, desearía tener algunas de vuelta como el televisor o el internet

En las escaleras de entrada hacia el palacio real, esperándolo estaba cierta mujer, vagamente le recordaba a su madre, salvo por el cabello que era del mismo color castaño y ojos grises como su padre, un rostro delicado, y hermoso, si no fuera por la estatura de la niña, y que tenía bien expuesto el cabello, podría haberla confundido realmente con su madre

- Helena - dijo Alexandros al ver más de cerca a la pelinegra de 7 años

- Hermano mayor, que casualidad, estaba tomando el sol y llegas tú - indica con una pequeña sonrisa

Alexandros sonríe levemente antes de bajar del caballo, uno de los hombres a caballo toma las riendas del animal, Pirró, Argos y Sócrates bajan de sus caballos para seguir a Alexandros, como su escolta personal, los demás jinetes empiezan a marchar hacia los establos para dejar los caballos, Helena empieza a caminar y Alexandros la sigue

- Mamá ha estado preocupado por ti, no ha dejado de preguntar si has enviado alguna carta a padre durante la última semana - Alexandros miró a sus compañeros, Argos se encogió de hombros indicando que no sabía nada

- He enviado cartas - indicó Alexandros, Helena lo miró un momento dudando, luego se encogió de hombros

- Bueno, podemos asumir que las pobres aves fueron devoradas por algún águila oh decidieron que no reciben el pago justo por sus servicios y desertaron del reino - indicó ella, tratando de mantener una expresión seria aunque el atisbo de una pequeña sonrisa se marcó en sus labios

- Lo bueno es que no han armado un Sindicato obrero o estaríamos jodidos - razono Alexandros sonriendo levemente 

- ¿Un que? - pregunto Pirro por detrás, Alexandros se giró para verlo

- Nada en particular - le contestó y volvió a darle la espalda 

- A veces me asustas con cada cosa que dices - comentó Helena dedicándole una mirada de preocupación a su hermano

Gate: la Ascensión de HellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora