Entrenando la Mente y el cuerpo

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El niño frente a mi recibo un golpe en la cara cuando utilizo la parte plana de mi escudo para atacar en vez de defenderme, el Hoplon es de madera y está adaptado a mi tamaño, al igual que la lanza y la espada, alrededor de mi, hay unos 80 niños, hijos de nobles o campesinos, todos ciudadanos que están entrenando para formar mi guardia de Compañeros, la unidad de élite del Reino de Makedonian, debemos entrenar juntos, sufrir juntos, y trabajar juntos, todo para generar un vínculo de confianza entre nosotros para que en el fragor de la batalla estén dispuestos a dar su vida por mi si hiciera falta

- Lo siento - digo tomando la espada con la misma mano donde está el escudo y extendiendo mi mano derecha para ayudar al chico que cayó al suelo 

- No se preocupe príncipe, solo fue un golpe - murmura el chico tomando mi mano y poniéndose de pie

Se llama Pirro, es alta y delgado, de cabello castaño y ojos grises, tiene 9 años, casi como todos los demás, los acaba de cumplir, es un chico que no destaca mucho como guerrero, pero si como estratega, quiza el sea el que de nombre a las victorias pírricas en este mundo, la sola idea me perturba, ¿será una señal de que perderé? ¿que hellas será invadida por el imperio?

- No, de verdad lo siento, deberías ir al medico por las dudas, es una orden - insisto, utilizando, o abusando, de mi título real para que cumpla 

- Como ordene - dice el chico ante de girarse arrojando su escudo y lanza al suelo

Niego con la cabeza, realmente no debería ser tan brusco, además ya he demostrado ser más capaz que la mayoría de los chicos aquí, quizá se deba a que, tengo la mente de una persona de casi 50 años, que ha estudiado las formaciones griegas, sus tácticas y formas de combate desde joven en mi primera vida, en comparación con estos niños, soy un veterano, es cierto que quizá en la práctica sea mejor, pero en la teoría soy tan inexperto como estos niños

- Buen golpe su alteza - una voz detrás de mí me saca de mis pensamientos

- Un poco excesivo diría yo - respondo a mi interlocutor, un chico de nombre Argos seguido por otro muchacho idéntico a él salvo por los ojos, ambos tienen 10 años

- En una batalla real no se debe tener consideración por el enemigo - sentencia el gemelo de Argos

- Sócrates... Es bueno verte aquí también - respondo evadiendo su comentario

Ambos, Argos y Sócrates son hijos de un terrateniente y viven al norte de la capital, ambos tienen la misma composición física, robustos, pelo castaño, Argos tiene ojos negros y Sócrates los tiene Azules, es curioso, pues el filósofo Sócrates de grecia, el original, nació y lucho por Atenas antes de ser juzgado y sentenciado a muerte, prácticamente un filósofo guerrero, si no estabas de acuerdo con sus ideas te empalaba una lanza por el culo, bueno quizá eso último no

- El gusto es mío su alteza - responde Sócrates

- Dices que en una batalla no se debe tener consideración por los enemigos - él asiente ante todo lo que digo - ¿Significa que deberíamos matar a los heridos y a los que se rindan? - pregunto

- Sería lo mejor, un enemigo muerto es un enemigo menos, no tenemos que preocuparnos de heridos, de prisioneros, ni de vigilarlos, son solo beneficios - señala Sócrates 

- Pero... ¿No le daríamos al enemigo la misma excusa? - un momento, eso sonó estúpido

- Bueno... - Sócrates se detiene un momento 

- No creo que el enemigo piense igual mi señor - indica Argos

- Es cierto - contestó, a veces se me olvida que aquí no existen "crímenes de guerra" - Aun así debemos ser más considerados con el enemigos - me miran raro

Gate: la Ascensión de HellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora