La Guerra estalla.- Parte 1

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Capital de Real de Ecbatana
Desierto Occidental, Imperio Parso
991 D.G.M (Después de la Gran Migración)

Ecbatana, era una ciudad en crecimiento de más de medio millón de personas, y en aumento, llegaban de todas partes del recién formado Imperio Parso, todos los días se podía ver a los representantes de los distintos pueblos del imperio, desde los negros Kakuanos y Nuwia, hasta los morenos Parso y Farsi, los blancos Jebushi y Helenos, semi humanos de todo tipo, pero sobre todo de los nativos de occidente, tales como los Ophois u hombres chacal, los Narasinja, semi humanos con aspecto de león, era una ciudad cosmopolita, que bullía de actividad cada día.

En las zonas periféricas de la ciudad, ubicados estratégicamente en cada barrio había templos para las deidades de Falmart, con representaciones locales de cada dios, aunque los que predominan son los adorados por los pueblos de Parsia, como el del dios Mithra, sin embargo, el templo central de esta ciudad, a un lado del palacio real de Parsia y aún en construcción, era el templo al Todopoderoso, a Ala, una nueva deidad introducida por el Sha, al que le otorgaba gran parte de sus victorias como muestra de su favor divino.

Patrullando las calles, se encontraba la guardia de la ciudad, compuesta por tropas de la milicia y del ejército regular estacionadas en el lugar, escudos de mimbre, de bronce, espadas largas o lanzas cortas, cotas de malla o armadura de escamas, con casco o turbante, eran una presencia omnipresente en toda la ciudad, desde los ajetreados bazares, hasta los bares y burdeles de la ciudad, en el cielo un wyvern sobrevolaba la ciudad seguido por varios jinetes de Lamassu, asegurándose que los cielos de la capital estuvieran seguros frente a cualquier amenaza.

Los embajadores Saderanos, sin embargo, no vieron las estatuas, los retratos, o disfrutaron la comida, se centraron única y exclusivamente en el oro, la plata y las piedras preciosas que adornaban a las estatuas, se maravillaron por las montañas de riquezas que podrían adquirir si Parsia se les sometía, los esclavos y criaturas exóticas que exhibirán en las calles de Sadera, las dudas sobre la invencibilidad de sus legiones eran nulas, para ellos solo bastaría una palabra y el mundo estaría obligado a obedecerles.

Pero el Sha de Parsia, Ciro, no estaba muy seguro de eso, había recibido pacíficamente a los embajadores, pero tras escuchar sus palabras vagas y carentes de sentido, había deseado matarlos, pero analizo todas las posibilidades, pese a tener una fuerza enorme a sus espaldas, la mayoría estaba estacionada en las regiones internas del país para estabilizar las regiones, construir un ejército nuevo era costoso, sobre todo si este ejército contaba con 800 mil efectivos, actualmente no tenían ni 300 mil listos.

Invadir Sadera era una empresa que no debería tomarse a la ligera, pero este ultimátum, era sin duda, una afrenta que no podría tolerar, aunque advertido de esto, dejarlo pasar sin una respuesta adecuada, solo dañara la imagen que quería construir sobre él, un conquistador y subyugador, y la imagen era algo fundamental cuando querías mantener un imperio unificado, un emperador débil o estupido, solo ocasiona que los vasallos tengan deseos de rebelarse o usurpar el poder.

Es así que, pese a su desagrado, expulsó a los Saderanos de sus tierras, y enviandoles de vuelta con una declaración de guerra para su emperador, convocando a sus Marzban (Comandantes) les explico la situación lo más simple posible, los hombres presentes, le habían seguido cuando empezó sus conquistas occidentales.

- Atacar a los saderanos en una etapa tan temprana puede ser un error, pero derrotarlos sin duda conseguirá que nuestro gobierno sea célebre entre todos sus súbditos mi Sha - hablo Marzban Arash, señor de Daylam, un ducado ubicado en la costa sur de Parsia.

- Sin embargo, una ofensiva tan temprana y sin los medios logísticos necesarios no llegará muy lejos, dependeremos de los locales para suministrar a nuestros ejércitos - Ciro observó a otro de sus Marzban, Kaveh, señor de Basra, cuyo puerto era el nodo comercial del imperio y base de la flota parsa.

Gate: la Ascensión de HellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora