52; Que haré?

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Cierta mujer tarareaba alegremente una canción de cuna mientras caminaba por los pasillos del palacio y tocaba su vientre ligeramente abultonado.

Entro a su habitación y se sentó sobre el sillón que le había regalado el emperador hace algunas semanas, cuando ella recién llegaba al palacio y tuvo es discusión con la emperatriz.

La emperatriz...

«Ella puede es la única que me humilla, aunque yo tenga el favor de su majestad... Ella y su hija siempre me humillaran, y humillaran a mi bebé.». Pensó la peli-plateado con tristeza pero a la vez con un ligero enojo.

-Eh.. Lady Rashta, el vizconde Lotesshu ha venido a verla– informo una sirvienta.

–¿Huh? ¿Otra vez?– «¿Viene a pedirme dinero? Pero.. solo hace una semana le dí una gran cantidad.» pensó y luego giro su cabeza. –Dile que pase.

La sirvienta acato la orden y dejó entrar al hombre que sonreía con malicia.

–¿Cómo está.. mi querida Rashta?

–¿A que has venido?

–Solo vine.. por algo de dinero.

–¡¿Ah?!– se levanto de su lujoso sillón y miro con odio —y algo de temor— al mayor. –¡Te di dinero hace una semana! ¡¿Cómo es que gastas tan rápido el dinero?!

–Mi querida Rashta.. criar a un bebé no es nada fácil...

–¡Tu estás viviendo una vida lujosa con tus hijos con el dinero que te doy para el bebé! ¡Solo para el bebé!

–Bueno.. mi hijo es un gran padre y también merece ser recompensado.

–Argh...– se dirigió a su joyera, saco una pulsera de diamantes y se la entregó. –Toma y vete. No soporto tu presencia.

–Gracias...– lo guardo en su bolsillo y antes de salir, detuvo su paso. –Si te parece tan injusto que pida tu dinero, diselo al emperador.

–¿Acaso te burlas de mí?

–Tal vez.. pero recuerda, si caigo yo, caes tu.

–...

–O puedes pedirme favores, recuerda que somos aliados.

–Vete de una vez, quiero estar sola o sino le diré a guardias que te saquen a patadas!

Rashta se dio la vuelta y escucho como la puerta se cerraba.

–¡Argh!– chillo y se sentó en su sillón, mordiendo su uña.

«¿Pedirle favores? Estoy segura que solo se burla de mi... Aunque, recuerdo que la princesa estuvo muy mal estos días, además esas mujeres (Hailey y Glaceon) y la emperatriz se preocupan mucho por ella, incluso el emperador... ¿Será algo importante?» pensó con cierta intriga.

–Tsk, ¿Y si se lo pregunto al duque Ergi? Si, eso será mejor...

Imperio Occidental

–¡Este día será increíble!– exclamó Charlotte, colocando el collar de diamantes en el cuello de la rubia.

–Si, lo será. Al fin Heinrey será el rey de Occidente, aunque.. en definitiva se romperá el contrato de amantes entre el y mi madre.

–Si.. pero al menos el imperio Oriente y Occidente serán aliados por ese lazo de amor entre el príncipe Heinrey y la emperatriz Navier.

–Si.. un amor prohibido...– susurro, con la mirada baja.

Stephanie tenía el vestido azul que le había dado Heinrey, era hermoso, y la joyería era lujosa pero resaltaba su sencillez.

Soy la hija de la emperatriz |La emperatriz divorciada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora