X: ¿Quién erai'?

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Creo que es bien conocida la situación de Kinari en esos momentos, pa' qué 'tamos con cosas. Cuando hablaba con su madre, como que siempre terminaban mechoneándose mutuamente, aunque su madre agarraba papa.

¡¿Descalificado?! ¡¿Es en serio?! —se escuchó del otro lado de la línea.

Kinari se había ido a un lugar más o menos privado para darle a su mamá la chance de gritar todas las weás que quería. Ni falta hacía de acercar el teléfono a su oído, porque se escuchaba el grito desde la otra cuadra. Así que mientras se sacaba la mugre de las uñas, el teléfono a un lado apoyado en la superficie del grueso respaldo de esa banca se encontraba lanzando improperios con la voz de su madre.

¿Estaba pescando las cosas que ella le decía? Puta, a ver...

¿Puede ser...?

«No 'toi ni ahí

No, no estaba pescando.

¡Lycalpe, por favor, te lo ruego! ¡Necesito que seas mejor que esto! ¡Acabas de arruinar tu futuro!

Frunció su ceño. ¿Arruinó su futuro por no poder estar en la final? Sonaba muy dramático.

¡Todos te están viendo, Kinari! ¡Todos! ¡Héroes de Japón, e incluso de otros países! ¡No me puedes hacer esto, por Dios! ¡Tú tuviste que haberte quedado en la final!

Negó con la cabeza en silencio, rodando los ojos.

¡Fue por esos chicos! ¡Aquellos que escogiste! ¡Kinari, estuviste con gente de un puntaje paupérrimo!

—Mamá, no puedes emitir juicio de valor a partir de un puntaje —fue lo primero que dijo en toda el mono-diálogo con su madre.

¡Pero habían mejores puntajes, Lycalpe! ¡Habían mejores! ¡Los primeros puestos, o sea, por favor, Lycalpe! ¡Estabas cuarto lugar!

—Lo sé, mamá... —suspiró.

Lycalpe, tienes que ponerte serio. Esto es por el futuro, no me puedes hacer esto. Te envié a Japón con el fin de que puedas seguir la carrera de Heroísmo en una de las mejores academias del mundo, ¡no puedes tirar todo por la borda!

—No he tirado nada por la borda —dice simple.

—¡¿No?! ¡¿Y esa descalificación qué?! ¡¿Y ese cuarto lugar en una carrera? Kinari, una carrera, y tú eres veloz! ¡Quedaste cuarto lugar y después descalificado! ¡Kinari! —suplicaba la fémina.

—A veces no salen las cosas, mamá. ¿Qué quieres que haga? —dice con voz tranquila, con una mirada seria y cabizbaja, concentrada en sus uñas.

¡¿Qué quiero que hagas?! ¡Que tomes primer lugar, Kinari! ¡Que todos te reconozcan! ¡Eso quiero! —le exclama su madre—. ¡Quiero que seas reconocido, que sepas de tu quirk, que seas obediente! ¡Eso quiero!

Kinari desvió su mirada a un lado. Escuchar eso, lo de siempre, resultaba hasta tedioso, sin embargo, sabe que no siempre fue así. Y cada vez que lo escuchaba, se acordaba de eso: no siempre fue así. Su madre no fue la histérica mujer que hoy en día normalizó en su vida diaria. Hubo un momento de su niñez que, realmente pequeño, en donde su madre estaba realmente tranquila. Antes de cumplir cinco, aún se acordaba de esos momentos. Fueron efímeros, leves recuerdos.

A veces se preguntaba qué sucedió para terminar así.

Su madre seguía hablando pero su concentración se re-dirigió a otro lado. Más específicamente a cierta sombra que parecía no desviar su mirada de él.

Saco De Wea - Sero HantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora