Maika. Primera vez con otra mujer y trío. ( Versión extendida).

4.4K 13 3
                                    



Para Jennifer. Porque si, porque me apetecía ponerlo, una lectora me ha pedido una escena lesbica y tenía esta escrita hace años. Porque me apetecía una mujer y ella es preciosa.

Al mediodía me excuso para no trabajar por la tarde ante Maite y me voy a casa. En momentos como este me doy cuenta de que aun no soy consciente de la magnitud de los cambios que he afrontado en poco tiempo. Siento la obligación de justificar mi ausencia después de solo seis horas en la oficina, ante Maite, que a todos los efectos es empleada mía. La dueña disculpándose de coger horas libres... quizá es sólo que en realidad, nací para otra cosa. En casa, lleno la bañera de agua muy caliente después de comer una ensalada de rúcula con salmón y queso de cabra y dos salchichas de pavo. Me meto, con música en la tablet, de Paco de Lucía y el teléfono de trabajo cerca por si acaso. Y con la maquinilla de afeitar. Debo hacerme la depilación definitiva, pero nunca saco tiempo. Aunque en las piernas apenas tengo bello y el del pubis no me cuesta mucho mantenerlo rasurado. Empiezo a repasármelo, esta vez lo quito por completo, aunque generalmente me dejo una rayita vertical fina. Quizá, porque las chicas más jóvenes que veo en el vestuario del gimnasio, lo llevan así, no lo sé, pero hoy me apetece sentirlo como está. No me lleva mucho tiempo. Me relajo, recostándome después en la bañera y enseguida empiezo a pensar en la cita de esta noche. Llevo desde la mañana deseándolo, pensando en Maika, y la conversación con Susana también me ha "activado". Susana no despierta atracción sexual en mí, a pesar de que es bellísima, pero Maika, vaya que sí lo hace. Sin darme cuenta me encuentro con las piernas sobre los bordes de la bañera certificando la suavidad de mis labios. Después dormiré un poco para estar descansada, pero esto es relax y debo relajarme, y lo hago, me relajo. Dos veces.


Estoy aparcada con el Mercedes de la empresa en la bocacalle de la tienda de Gran Vía, de pie apoyada en el capó con las llaves del coche en la mano, mirando hacia la calle donde está el bar de Maika. Me observo y estoy más ansiosa que nerviosa, pero tengo algo de miedo también. Me he puesto unos vaqueros azules ajustados, una camiseta negra de Los Suaves y unas deportivas blancas con el logo en negro. A la hora en punto veo una chica que sale de esa calle andando sola y rápido. Al principio no la reconozco pero es Maika. Camina con un gesto particularmente llamativo, nervioso. Trae una falda corta con dorados en tonos tierra, una blusa ocre y chaqueta de ejecutivo beis a juego de los zapatos de salón con tacón alto y el bolso. Ha ido a la peluquería, es evidente porque su media melena rubia, está perfectamente planchada al igual que su manicura perfecta en rojo intenso. Se ha puesto maquillaje, pero muy discreto y elegante, me da que pensar que también se lo han puesto en un salón de belleza o quizá alguna amiga esteticience. Está preciosa y lo sabe, da la impresión que se ha puesto sus trapos más elegantes y favorecedores, que se ha empeñado en gustar. Y funciona porque Maika está resplandeciente. Ahora me doy cuenta de que debe tener al menos veinticinco años, cuando con su look, las dos veces que la he visto antes, aparentaba veinte como mucho. Esta chica hoy quiere gustar, y gusta, a mi muchísimo. Eso es muy bueno porque su actitud más tarde será también la de querer agradar. Es casi tan alta como yo, atlética pero con más pecho que el mío. Viene encogida, como enrollándose en la chaqueta para ocultar su gran belleza y con la cabeza mirando hacia abajo, escondiéndose tras el pelo que le cae dócil y dorado, para no llamar la atención. Al llegar al cruce mira hacia el coche, me ve a mí y viene rápida igual de encogida hasta ponerse ante mí a un metro. Saluda ;

Maika -. Hola, ¿Qué tal?.

Yo -. Hola Maika, estas preciosa de verdad. Pero ¿te pasa algo? ¿Estás bien?.

Maika -. Estoy bien, pero estoy muy acojonada por lo que vamos a hacer. En serio...

Yo -. Tranquilízate, se trata de que no hagamos nada que no queramos, ni dejemos nada que queramos hacer, sin hacerlo.

Maika -. ¿Y él? ¿No va a venir? (lo dice con la cabeza agachada, levantando los ojos para mirar directamente a los míos).

Yo -. Vendrá, pero solo si le llamamos. Él no es importante, es un tío.. Seguro que él disfruta, pero hoy, se trata de nosotras dos. Si estamos cómodas, le llamaremos y aparecerá en unos minutos.

Maika -. Mejor así. ¿A dónde vamos a ir?.

Yo -. A mi casa pero antes debes relajarte. No hay ninguna prisa.

Maika -. ¿ Como te llamas?. Aún no lo sé...

Yo -. Virginia. Me llamo Virginia.

Me acerco a ella acariciando su mejilla. Su cara está radiante, es delicada de rasgos y sus ojos oscuros me atraviesan mirándome muy abiertos, pero su labio inferior está temblando del miedo. Me mira a los ojos y yo a ella. Paso mi mano por su sien hasta su nuca y de ahí, hacia arriba metiendo los dedos entre su pelo, y tiro de su cara hacia la mía besándola en la mejilla... y en la comisura de los labios y en la boca. Ella suelta sus brazos con los que se abrazaba bajo el busto, dejándolos caer a los lados, y la chaqueta se abre descubriendo la blusa en la parte de sus pechos, se nota que libres de sostén, como los míos. Nos miramos. Yo miro sus pechos y llevo mi otra mano a acariciar un pezón suyo con un nudillo, sin dejar de acariciar su cuero cabelludo sobre su nuca.

Yo -. ¿ Vaya, has ido así a trabajar? Tu jefe hoy se habrá alegrado mucho de verte.

Maika -. Me acabo de quitar el suje en la calle, detrás de una furgoneta al salir de trabajar.

Yo -. En eso estamos igual entonces.

Le vuelvo a acariciar su pezón que se retrae poniéndose duro. Tiro de su cabeza hacia mí otra vez, esta vez nuestras lenguas se encuentran y ella además muerde mi labio inferior. Montamos en el coche y arranco hacia mi casa. En el coche la pregunto como está y dice que menos nerviosa, pero que me arañaría la tapicería del coche de lo que le excita la situación. Pongo una mano sobre su rodilla, ella se relaja algo más por el contacto y yo le digo que si tiene que arañar los asientos, que lo haga, pero que a mi me relaja más acaríciame a mi misma cuando estoy así. "No te rías, estoy fatal, llevo así toda la semana y acariciarme ya no funciona, créeme", me dice. La empiezo a acariciar yo en la pierna, ella me mira y se deja hacer.


Llegaremos a mi casa en quince minutos, a esta hora no hay tráfico, pero vamos despacio. Apenas hablamos, aunque nos estamos comunicando de alguna manera, nos estamos adaptando una a la otra. Nos adaptamos a la situación. En el audio del coche suena un concierto en el Price de M-clan con el volumen bastante bajo, pero su rock en vivo con el público como coro animoso, me alegra y tranquiliza en mi estado cada vez de más nervios, de más excitación. Ella que parece conocer las canciones, lleva el ritmo con pequeños toques de las yemas de sus dedos sobre el asidero de la puerta. Yo, el ritmo lo marco con ligeros deslizamientos de mi mano derecha sobre la piel de su rodilla o del interior de la parte baja de su muslo. Cuando acaricio en esa parte de su piel, ella separa un poco mas las piernas y cierra los ojos. Su labio inferior vuelve a temblar. Su respiración ahoga el sonido de la música, que permanece únicamente dentro del habitáculo, en esos momentos, en nuestras cabezas y en nuestras manos en forma de esas batutas que llevan el ritmo.



Entramos directamente hasta el garaje con el coche. Ella se baja y los nervios o las dudas vuelven a consumirla. Vuelvo a sentir sus miedos en su lenguaje corporal porque ha vuelto a encogerse y a abrazarse bajo el pecho bajando la cabeza. Entramos desde el garaje al pasillo central de la casa, lo cruzamos hasta la sala y yo enciendo todas las luces y el sistema de sonido con una play list que he dejado preparada de baladas sensuales en inglés con Rihanna, Lady Gaga, Annie Lenox, Julia Michaels, Jp Copper, y más. Le ofrezco alguna bebida que rehúsa. Me acerco a ella en mitad de la sala y la beso como antes en la calle al lado del coche. Hace calor por que he programado la calefacción a veintiún grados, pero las dos acumulamos más calor que ese. Nuestro beso es muy placentero, relajado pero intenso. Nuestros labios se reconocen, se acarician y se abren para dejar paso al contacto de nuestras lenguas, que danzan abrazadas ritmos sensuales. El sabor de Maika me resulta grato, al principio tiene algo del sabor afrutado de la barra de labios pero después es más limpio y algo salado, me retrae a mis primeros besos con el nerviosismo lógico de mis catorce años, pero con más fuerza que aquellos. El beso con Maika, sabe más al pecado que deseamos y que empezamos a cometer. Mi mano izquierda recorre su busto y ella se descuelga la chaqueta. Palpo sobre la blusa sus curvas, ella me coge por la cadera para ir bajando a mi culo. Acaricio suavemente su pecho derecho, le suelto dos botones de la blusa para dejarme acceso y meto mi mano para acariciarlo directamente. Tiene los pechos más grandes al tocarlos de lo que me había parecido a la vista, o es la sensación que mi mente interpreta por tocar, por palpar, el seno de otra mujer con el único fin del placer, el único fin de dar y tomar placer con ese contacto. Ella se desabotona el resto y su blusa también se descuelga. Me separo de ella lo suficiente para admirar la belleza de lo que tengo delante. Maika me resulta ahora más atrayente que nunca, más atractiva. Ella me mira y me provoca acariciando su pezón derecho con las yemas de dos dedos. Me deshago de mi camiseta, de los deportivos y de los pantalones y poso ante ella. Maika me observa un instante y se acerca hacia mí besando mi cuello, mi hombro.. mi pecho, empezando a dedicarme discretas caricias por él, con su lengua. Retrocede en su camino y vuelve a besarme en la boca, esta vez es más agresiva, yo también lo soy. Mis manos van, una a su cintura y la otra a sus tetas directamente. Las suyas a mi cabeza, me aprieta contra la suya, me la balancea, la gira para acceder a mi boca de todas las formas pensadas y de alguna soñada. Bajo una mano por su vientre hasta el muslo de la pierna izquierda, más abajo del corte de la minifalda y empiezo a subir, llevando la tela hacia arriba en mi camino. Llego a su sexo que está desnudo, lo cual me agrada. También está caliente, ya nada más palparlo se percibe muy caliente. Y húmedo, como ella había dicho en el coche, Maika esta muy mojada. La acaricio, y ella me responde. Mete su mano bajo mi tanga y acaricia el mío. Me desprendo de él... Ella sigue.

Yo -. ¿Estarás más cómoda en la cama?.

Maika -. Estoy cómoda ya, me va dar igual la cama o la mesa de la cocina. ¿Tú estás cómoda?.

Yo -. Magníficamente cómoda, cielo. Me gustas mucho, y quiero seguir. Quiero llegar al final contigo.

Maika -. ¿Cuánto tardará tu amigo en venir si le llamamos?.

Yo -. Debería tardar diez minutos, pero seguro que en seis está aquí. Tiene tantas ganas de follarnos a las dos, como las que tengo yo de ti.

Maika -. O yo de ti. ¿Qué te parece si vamos a la cama y esperamos un poco más antes de llamarle?.

Yo -. No hay prisa, cuando tú quieras le llamamos.

Vamos a la cama, ella detrás de mí por el pasillo y al entrar al dormitorio me doy la vuelta para esperar que ella entre. Maika aún tiene la falda puesta, que es lo único que la viste, y le dedico unos segundos a admirarla. Su cuerpo emana sexualidad, demasiada. Verla así, semidesnuda y preparada para tener sexo por primera vez con otra mujer sobrepasa cualquier expectativa. Sólo de mirarla deseo más con ella. Y se lo digo ;

Yo -. Maika eres impresionante, ahora mismo no me queda ninguna duda de lo que dije en navidades. En aquel entonces puede que no pensara estrictamente en el sentido de mis palabras, pero ahora sí que lo hago. Maika deseo profundamente follar contigo. Ahora mismo, nada me provoca más que follar contigo y averiguar lo que sentimos las dos haciéndolo.

Maika -. Virginia, llevo toda la semana deseando eso, y ahora más que en ningún momento. Yo también siento el mismo deseo, quiero follar contigo.

Volvemos a fundirnos en un beso pasional. Nuestras manos recorren el cuerpo de la otra, su falda cae al suelo y el calor del sexo empieza a embriagarnos. Maika tiene tres tatuajes, una catrina en el antebrazo izquierdo, un hada alada tras el hombro derecho en el omoplato y dos cerezas muy rojas en el pubis. Esta completamente depilada como yo, y su sexo es más terso que el mío. Mientras mis labios mayores sobresalen de él, en Maika parece más una perniciosa rajita en su delicado cuerpo, hasta su clítoris aparece oculto. Aún arrastra unas leves marcas del sol de un tanga muy alto en las caderas, estilo brasileño, quizá de una escapada invernal al sol, pero sin marcas en los pechos. Mis dedos entran por sus pliegues buscando su clítoris, los suyos ya me perforan hace un rato, cuando aún de pie pero sin soltarnos, nos acercamos a la cama. Ella se pone de rodillas sobre la colcha y avanza, se tumba mirándome. Yo avanzo de rodillas entre sus piernas abiertas hasta volver a juntar nuestras bocas. Ahora es mi mano la que la penetra a ella, mientras vuelve a sujetar y dirigir mi cabeza para besarme con la lengua.

Empiezo a besar su piel bajando hasta sus pechos. Los lamo muy delicadamente en los pezones. Ella me susurra que baje más, lo hago. Bajo rápidamente por su cuerpo hasta su pubis. Con las manos a los lados de su sexo separo los labios de ella y lamo dentro de ellos. Empiezo a lamer todo su sexo, ella sujeta mi cabeza, pero enseguida la suelta como si aprobara mis maniobras. Hace mucho calor. Parece como si emanara de su sexo, las dos sudamos abundantemente. No sólo sudamos por la piel, nuestros sexos también emanan fluido. Bebo del que emana el suyo mientras acaricio el mío estando de rodillas. El sabor aquí de Maika es glorioso. Me recuerda al mío propio, pero es más salado. Quizá el estado de excitación de toda la semana afecte. Yo también he estado mojada desde el miércoles pasado y además sudando más de lo habitual. Maika me susurra ;

Maika -. Quiero correrme así, ahora. No te preocupes, después podré seguir. Pero me gustaría que me folles con la mano ahora y correrme en tu boca, después hacer lo mismo contigo y más tarde llamar a tu amigo.

La obedezco sin protestar. Entiendo que es como yo, y desea su primer orgasmo ya para aprovechar al máximo el tiempo. La follo directamente con tres dedos por su dilatación. Hasta se me antojan escasos cuando meto los tres juntos por primera vez en sus pliegues, creo que le cabría mi mano entera, pero así está bien. Lamo su clítoris mientras y de vez en cuando la propino un ligero mordisco en él. Enseguida ella me sujeta la cabeza y la aprieta contra sí misma. Grita, muy fuerte. Es un "si" o un "se". Pero repetido. Cada calambre que siento en su cuerpo, que la retuerce por completo, un grito, "Se". En dos segundos otro más fuerte, "SE". Dos segundos y otro más fuerte y duradero, "SEE". Así hasta que explota vaciando completamente sus pulmones. Mis dedos se clavan más adentro en ella y se quedan quietos allí. Mi lengua dibuja círculos en su clítoris. Pero mi otra mano aplasta mi sexo con fuerza pasando de lado a lado y haciendo mucho ruido, estoy muy, muy arriba. Ella me mira y sujetándome la cabeza sale de debajo de mi, pero yo sigo quieta en la misma posición de rodillas en el borde de la cama y moviendo muy rápido la mano sobre mi sexo. Maika va por detrás de mí y empieza a besarme los labios apartando mi mano. Mete su nariz en mis pliegues y disfruto cuando su lengua lame entero mi sexo. Lo recorre hasta donde pierde su nombre. Y más allá. Me lame también el culo y eso al principio me da algo de reparo, pero cuando se dedica únicamente a esa labor con la lengua porque mi sexo es invadido por sus dedos cambio de percepción. Me agrada. Me excita. Maika empieza a mover sus dedos en mi interior, como abriendo y cerrando la mano. En ese acto parece como si accediera a lugares prohibidos y repletos de nervios estimuladores. El placer que me da ese gesto es infinito y casi no advierto que su lengua ya no lame mi culo. Ahora lo está empezando a penetrar, apenas será la punta de su lengua, pero mi placer es absoluto. Me rindo. Exploto. En forma de orgasmo extrañamente repentino, plácido y gratificante. Caigo sobre el colchón con la mano en mis vértices, en todos. La yema de mi dedo meñique ha entrado unos milímetros detrás, hasta donde supongo que lo ha hecho su lengua. Ella se postura a mi lado.

Maika -. Eres virgen ahí, ¿ verdad?.

Yo -. Bueno.. Si te refieres a un hombre, ninguno ha estado ahí, me da miedo. Pero juego a veces...

Maika -. Con tus dedos...

Yo -. Si y no. Tengo un juguete especial para eso.

Maika -. ¿Quieres que juegue yo con ese juguete en ti?.

Yo -. No, al menos hoy no.

Maika -. Quiero que le llames ahora. ¿Quieres tú?.

Me levanto y voy a la sala a por el teléfono. Mando el mensaje, que apenas llega, aparece visto con el doble Chek azul. Vuelvo al dormitorio con una botella de agua. Maika está tumbada con las piernas abiertas, descansando. La miro desde la puerta fijamente.

Yo -. ¿Te apetece beber?. Hacia demasiado calor y he bajado la calefacción. Si quieres también hay cervezas y refrescos.

Maika -. Gracias. Sí, pásame el agua. ¿ Le has llamado?.

Yo -. Sí, tardará poco, estaba pegado al teléfono ( reímos las dos, yo no puedo dejar de mirar su sexo, es evidente, quiero más, mucho más). ¿Qué tal estás?.

Maika -. De momento, mejor que bien. Te prometo que me ha gustado mil veces más que con cualquier hombre con su boca. Y creo que aún estábamos nerviosas las dos, y ¿tú, que tal?.

Yo -. Creo que estamos aún nerviosas. ¿Nos relajamos un poco más antes de que llegue el?

Maika -. ¿Tienes ese juguete a mano?. Puedes jugar con el en mí, si quieres.

Yo -. Están en la mesita de tu derecha, abajo.

Maika abre el cajón de abajo de la mesita y dentro de él la caja roja que hay. Mira unos instantes y saca un vibrador rojo especialmente delgado no muy largo, de unos 12 centímetros. Me pregunta si es ese. Tampoco hay muchas opciones más. En la caja están ese, otro que evidentemente no es el del que hablamos por su tamaño, las bolas chinas y un succionador de clítoris, que forman en total la parafernalia porno de mis momentos íntimos, a parte de algún preservativo y gel. Nunca he usado ese tipo de utensilios acompañada a excepción del regalo de Unai, pero tampoco me disgusta la idea de hacerlo con ella. Maika ahora lame el rojo. Me acerco a ella y me lo da a mi, que también lo lamo. Después la beso en la boca ardientemente y bajo mi mano a la vez que lo enciendo. Lo apoyo en su sexo moviéndolo, apoyándolo en la superficie, recorriéndolo a lo largo. Bajo besando sus pechos, su vientre. Beso su pubis mientras le penetro la vagina con el vibrador. Beso y lamo sus labios mientras introduzco y extraigo aparato. Lo saco y se lo apoyo detrás. Ella me dice que no tenga miedo, que dilata mucho ahí. La penetro entonces. Me sorprende lo bien que entra en ella, porque cuando lo uso yo debo lubricarlo con geles o vaselina, pero en ella se aprecia que goza profundamente con la penetración así. Juego con el hacia dentro y hacia afuera un momento, pero se lo saco completamente un segundo y lamo yo también su culo. Maika se derrite en ese momento, se retuerce de placer y arquea su espalda. Se lo vuelvo a meter cuando suena el timbre, es Iker. Me levanto para ir a abrir la puerta exterior dejando la principal entornada. Vuelvo al dormitorio donde Maika se penetra donde la deje. Me apoyo en el quicio de la puerta para mirarla hacerlo.

Iker -. ¿ Me necesitabais?.

Yo -. No, ni de lejos. Pero ya que estabas invitado... mira, Iker, está es nuestra amiga Maika.

Maika cesa en su acción y deja el juguete sobre la colcha para levantarse y venir hasta nosotros. Lo hace despacio mirando a Iker de arriba abajo. Se dan dos besos pero ella tras estos, le planta uno en la boca metiéndole la lengua.

Maika -. Hola Iker, ¿ No?. Vamos a ir despacio, por favor, Virginia y yo, estamos conociéndonos, pero no hay prisa.

Iker -. Si, va a ser mejor ir despacio. Cuando follamos Virginia y yo, la verdad es que me agota, así que entre las dos... no quiero decepcionar a nadie. Oye Maika, ¡estas cañón!.

Maika -. Tranquilo no pasa nada si te cansas, puedes quedarte mirándonos mientras te recuperas. ( Los tres reímos).

Yo -. Iker, ¿porque no te quitas muy despacio la ropa mientras te miramos? Maika me ha confesado que siente ansias por ver tu polla sin la manta.

Maika y yo nos recostamos en la cama, acariciando la una a la otra en el pubis. Iker se quita el suéter y los zapatos, más tarde la camiseta pero espera así un poco mirándonos. Dudando si va a ser capaz de hacernos llegar a las dos. Y por lo poco que voy conociendo de Maika, ni en sueños llegaría, pero estoy segura que vamos a ayudarnos mucho entre nosotras para que todos gocemos. Lamo mis dedos sugerentemente mirándolo a él, que se quita vaqueros y bóxer. Su pene está en plena erección y el hace ademán de subir a la cama, cosa que yo le impido. Nos acercamos a gatas Maika y yo al borde de la cama y bajamos igual al suelo, allí reptamos hasta los pies de él, para empezar a morrearnos a dos centímetros de su pene. Iker pone una mano sobre la cabeza de cada una. Maika le mira temerosa, yo le paro en seco;

Yo -. ¡No! , despacio. Nosotras hacemos, tu solo espera, no vayamos a joderlo todo antes de empezar.

Maika me sonríe y vuelve a besarme a la vez que agarra el miembro de Iker con la mano derecha. Le empieza a masturbar. Al poco mira directamente lo que está haciendo y vuelve a mirarme a mi. Me pregunta sin decirlo, si puede, y yo la incito a hacerlo. Lleva su boca al pene de Iker y lo mete en ella, casi hasta adentro. Unas tres o cuatro veces. Vuelve a mirarme y me susurra al oído.

Maika -. Joder, buen ejemplar... ¿ me ayudas con esto?.

Las dos empezamos a lamer el "ejemplar" de Iker, cada una por un costado a la vez, desde la base al extremo. Nuestras miradas están ancladas la una en los ojos de la otra. Cada pocas veces, cuando llegamos a ese extremo a la vez, nuestras bocas se funden en besos con lengua o mordiscos a nuestros labios. Maika masajea con una mano los testículos de el, yo me masturbo a mi misma y a ella a la vez.

Maika -. ¿Ponemos en un aprieto a Iker?¿Le hacemos escoger qué coñito nuestro se va a follar primero?.

Nos subimos al borde de la cama de rodillas ofreciéndole a él óptimas vistas de nuestros traseros y de nuestros sexos, la una al lado de la otra. Iker no duda. Se clava en Maika hasta el fondo. Maika gime y rápidamente me busca con su boca, nos besamos mientras yo me masturbo unos instantes. Ella me pide que la deje comerme entera y yo me sitúo delante de ella, tumbada, para que ponga su cabeza entre mis piernas. En esta posición veo a Maika mirándome a los ojos mientras me come entre las piernas, e Iker por detrás de ella penetrándola plácidamente. Iker resulta muy guapo ahora, o al menos eso me parece a mi. Me da mucho morbo verlo follándose a Maika, y me da mucho más morbo aún ver a Maika con Iker detrás, y ella comiendo de mi coño. Creo que voy a terminar pronto y no me apetece así que giro sobre mi misma y meto mi cuerpo debajo de el de Maika. Empiezo a lamerla allí sin que Iker pare... hasta por momentos su polla o sus huevos impactan en mi cara o en mi cabeza en su bombeo. Esta visión es lo más morboso que he disfrutado nunca. Además, lamiendo en esta postura el sexo de Maika, la cantidad de fluidos que aporta a mi boca es enorme. En ocasiones pongo la punta de la lengua sobre la base de la polla de Iker, casi en sus huevos, cuando está clavado en Maika y la lamo mientras sale. En estos momentos, mi boca se llena del flujo de néctar de ella.

Iker -. Ahora sería la leche que os cambiarais. ¿Os importa?.

Como para importarnos, a eso habíamos venido las dos. Nos cambiamos y nada más hacerlo siento la penetración de Iker más agradable que las anteriores veces con él. Es cierto que se que estoy muy dilatada ya y que el, tiene el pene bañado por los fluidos de Maika, pero no sé si es solo eso, lo que si es cierto, es que lo siento más intenso y a la vez más agradable que otras veces, eso que ese ejemplar ha estado muchas veces en ese lugar, pero a su vez, Maika está ahora debajo de mi y su boca me vuelve completamente loca. Yo lamo a la vez el sexo de Maika. Me encanta su sabor.

Probamos todas las posturas que se nos ocurren, cambiándonos de papel en cada una de ellas. Las hay más placenteras y menos, también unas que me dan más morbo que otras, y de estas, en la que más morbo siento, yo apenas intervengo y no nos cambiamos de papeles. Maika esta en cuclillas sobre Iker, cabalgándole, moviéndose rítmicamente y yo, estoy de rodillas ante ella sobre la boca de Iker, besando a Maika y acariciando sus pechos mientras estos bailan la danza del amor. En un momento dado, ella por detrás de su culo agarra la polla de Iker sacándosela, y la lleva detrás, apenas un segundo, porque empieza a cabalgarlo despacio otra vez, metiéndosela ahora detrás, de menos a más, de solo la punta a toda ella. Miro su cara y siento envidia porque refleja un placer extremo. Su boca tiembla completamente y es incapaz de centrar la mirada. Ella tras un momento empieza a alternar la fuente de su placer, lo cabalga unas cuantas veces con su culo y cambia para penetrarse la vagina. Las primeras veces se ayuda agarrando la polla de Iker con la mano por detrás de si misma, pero más tarde ya no lo necesita, solo sube un poco más en sus movimientos y se mueve lo justo para dejarse caer a plomo, y ya se está follando seguido con su otro manantial. Yo, que sigo recibiendo las atenciones de la boca de Iker me excito muchísimo y cada vez que siento los orgasmos de Maika, al menos dos mientras estamos en esta acción, la beso a ella con más pasión y con el último además, la acompaño en su clímax. Entonces las dos empezamos otra vez a lamer el miembro durísimo ahora, más que nunca, de Iker, besándonos cada poco. Iker se corre otra vez, ahora entre las bocas y las caras de las dos. Nos lamemos la cara la una a la otra. No queda rastro de la corrida de el, ni en su ejemplar ni en nuestras caras cuando terminamos de absorberlo. Tampoco en nuestras bocas. Nos seguimos besando.

Son las dos y media de la mañana e Iker se ha quedado dormido hace un instante. Maika y yo hemos ido a la cocina a comer unos sándwiches que tenía preparados y hemos vuelto a la cama. Estamos amándonos, besándonos.. acariciándonos.

Maika -. Virginia, quiero jugar con esto. Déjame hacerlo a mi, lo haré con cuidado, lo prometo. Sé que te va a gustar y a mi me daría mucho morbo (mostrándome el pequeño juguete rojo).

Yo -. Me da miedo. Nunca me he atrevido a probar con nadie por esa razón.

Maika -. Tampoco somos lesbianas ni habíamos estado con otras chicas nunca y míranos, creo que nunca me había corrido tantas veces en una noche.

Yo -. Y aún no ha terminado...

Minutos después, Maika tras haber lubricado mi puerta prohibida un buen rato con su lengua, me taladra suavemente con el dichoso juguete rojo. Me da bastante placer lo reconozco, mucho es más, pero nada comparado a cuando tras despertar Maika a Iker lamiendo su polla sin dejar de perforar mi culo, me subo en él a horcajadas y empiezo a hacerle el amor. Maika me hace el amor en esa forma a la vez, follándose mi culo. Mi placer es máximo. Mi orgasmo, descomunal. Mi corrida parece un río que inundara la habitación.

Iker se ha ido a casa poco más tarde, pero le he pedido a Maika que se quede a dormir conmigo un rato y lo hemos hecho abrazadas. Por la mañana nos hemos comportado como dos amigas, nada más. Sé que ella siente lo mismo que yo, y no sé en absoluto, que sentimiento es ese. Desde luego que es más intenso que la amistad que puedes sentir por alguien que no conoces perfectamente. No lo llamo amor, y tampoco es una atracción básicamente sexual, que la hay. Pero hay también cariño, hay respeto, y hay gratitud. Hay mucha complicidad. Me gustaría repetir, volver a quedar con Maika, pero no sé si ocurrirá.

Relatos eróticos breves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora