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Lágrimas caían por sus mejillas, algunas terminaban en su almohada, pero otras en la comisura de sus labios.

Nunca había llorado tanto, gritó y rogó para que pueda estar con él unos minutos más, pero sabía que era imposible.

Sus pobres ojos verdes, no tenían más ese lindo brillo que lo cacterizaba, ya no podía sonreír.

Pensó en simplemente morir, pero no podía, el miedo le ganaba.

Se odiaba a él mismo por no haber echo algo, si él hubiera llegado antes, ¿Estaría a su lado aún?, ¿Seguiría siendo feliz?

¿Que hubiese pasado, si Rodrigo Carrera, llegaba tan solo 15 minutos antes?

¿Hubiese podido frenar el auto que lo mató?, ¿Qué hubiese pasado?...

Toques en su puerta y el timbre resonaban por toda la casa, estaba vacío sin su mejor amigo, sin quien lo salvó sin saber hablar.

Barry, su gato, había sido atropellado.

Ya no estaba con él, ya no escucharía sus maullidos en la madrugada, ya no le compraría juguetes, ya no se acurrucaria a su lado cuando él lloré, solo le quedaban recuerdos, que ahora se tornaban tristes para Rodrigo.

Se levantó, con muy pocas ganas de seguir ahí, solo se cansó del timbre.

Caminaba por su departamento para buscar las llaves, viendo todos los juguetes, la ropa, los tachos de comida y agua, aún seguían ahí.

Simplemente no se escuchaba nada, la casa estaba vacía sin él.

Nunca volverá a sonreír como antes, decidió dejar la carrera de Streamer, simplemente quería ser una persona normal ahora.

El psicólogo no lo ayudaba, sus amigos nunca podían, él estaba solo.

Solo, sin Barry, sin su vida entera.

Se odiaba, se detestaba, se deseaba la muerte el mismo.

Pero un día, el miedo no pudo ganarle. Él lo hizo, comenzó con cortes leves, pero se dio cuenta que eso no le ayudaba mucho.

Harto de todo, dejo una carta.

Dirigiéndose a su cocina, agarró una soga que tenía guardada, comenzando a hacer el nudo.

Subió a su habitación con la carta y la soga en mano, se armó de valor y colgo el suave pedazo de yute.

Dejo la carta a un lado de su cama, subiendo a una silla, y poniendo la soga al rededor de su cuello.

Empujó la silla, y todo terminó.

Ya no había ninguna vuelta atrás, lo había echo y no tenía escapatoria, solo le quedaba llorar, llorar y desear morir.

Lamentablemente, su madre entró con una copia de llaves a su casa, vio todo apagado, le pareció raro, así que subió al cuarto de su hijo.

Viendo, con sus propios ojos, a su nene colgado de una soga, sin vida.

Las lágrimas no tardaron en aparecer en la madre, comenzó a gritar que no podía ser cierto, llamo a una ambulancia lo más rápido que pudo.

Pero Rodrigo ya no estaba con ellos, se había ido para siempre.

Salió en todos lados la noticia, impactando a mucha gente, en especial a sus amigos, quienes la mayoría entraron en un estado de depresión.

Lo extrañarían para siempre, pero no podían hacer nada por volver a ver esos ojos verdes que tenían un gran brillo especial, esa sonrisa tan linda, esos labios en forma de corazón, su lindo pelo castaño, ya no.

"Te extrañaremos por siempre, Rodrigo Carrera."

Fin.

552 palabras.

𝒪𝑛𝑒 𝑠ℎ𝑜𝑡𝑠 - ℛ𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora