Rodrigo estaba aburrido, se había cansado de ver series, pero no podía dormirse.
Eran las 3:26 de la mañana, lo único que se le ocurría era pedir algo de comer, su estómago comenzaba a hacer ruido.
Decidió pedirse una hamburguesa con papas, algo simple para no comer pesado.
Mientras llovía y esperaba, se puso a jugar Mario kart, estaba tan aburrido que perdió todas las partidas.
Camino por toda su casa, puso música en su televisión y bailó con su gato.
Tomó un vaso con agua y siguió esperando, sentado en el piso con su teléfono en mano.
No sabía por qué su comida tardaba tanto, habían pasado más de 20 minutos y aún no tocaban el timbre.
Pensó qué el repartidor se lo había comido, pero en cuanto se fijó por la aplicación, su pedido nisiquiera había salido del lugar.
Llamó a la tienda y preguntó que estaba pasando.
Al final, nadie podía tomar su pedido, así que el cajero se lo llevaría apenas se desocupara.
Le dieron un horario aproximado de 04:35 de la mañana, pero a esa hora, él ya se habría cocinando lo mismo.
Pensó en cancelarlo, pero las hamburguesas de ese lugar eran increíbles.
Intento dormir un rato, pero sabía que si dormía, no sé levantaría para cuando llegue su pedido.
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En cuanto escuchó que alguien tocó su puerta, se levantó tan rápido como pudo de su sillón.
Abrió la puerta con mala cara, pero desapareció en cuanto vio al repartidor.
-Eh... pedido para, ¿Rodrigo?- Preguntó nervioso, nunca había hecho entregas, pero pensó que sería divertido probar aunque sea una vez.
Rodrigo seguía en silencio, observando la belleza del repartidor.
Ojos marrones, alto, pelo negro, lindas pestañas, linda voz, bonito peinado, el traje de su trabajo estaba empapado, mostrando un cuerpo bien trabajado debajo de esas simples telas.
-Joven, ¿Es usted, Rodrigo?- Iván, el repartidor, estaba deseando irse de ahí, se ponía nervioso con solo ver al lindo chico que tenía en frente.
-¡Si!, si... perdón- Dijo Rodrigo, poniéndose rojo como tomate, ¿Se había quedado todo ese rato mirando al repartidor?
-Tenga, una hamburguesa con papas.- Explico amablemente Iván, también un poco rojo.
-Disculpe, ¿Tiene algo que hacer, ahora mismo?- Rodrigo sonreía mientras pronunciaba cada letra, no sabía que estaba haciendo, pero necesitaba ver al menos, 15 minutos más a ese chico.
-No, mí turno acaba de terminar, ¿Se le ofrece algo?- Iván nunca veía un lado malo a las cosas, era dulce y amable, pero a veces podía saber más de lo que uno espera.
-Verte más tiempo, ¿Quiere pasar?- Amablemente preguntó Rodrigo, haría lo posible por saber más de ese lindo repartidor.
-Sería todo un placer, Joven Rodrigo.- Acepto cordialmente Iván, en sus pensamientos, esperaba con ansias esas palabras.
-¿Cómo te llamas?- Preguntaba Rodrigo mientras ambos entraban a su casa, con una sonrisa pícara formándose en su rostro.
