Declaración de Guerra

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Holaaaaa! ¿Cómo están?

Esto es un regalo porque... porque sí, soy muy buena ¿no creen?

No me maten, gente

Si me van a pegar que no sea en la cara.

Espero que les guste mucho, bye *Se va corriendo*

Daenys miró el cielo una vez más a la espera de cualquier señal que significara que él había vuelto por ella, aún cuando sabía que no sucedería.

Desde la última vez que lo vio hace cuatro lunas atrás ella lo esperaba.

Como si  en cualquier momento entrara por la puerta con un sonrisa tierna invitándola a volver a sus brazos.

Pero eso nunca pasó.

Ala de Plata surcó el suelo como si le avisara que estaba perdiendo mucho tiempo.

Se puso de pie y sacudió su vestido.

Luego de su gran pelea en la que Viserys abandonó el Valle de Arryn, Daenys se enfrentó más pronto que tarde a una nueva batalla.

La casa Royce al notar la falta de Vermithor, y por ende, del Rey, atacaron sin piedad y fue Daenys quien lideró la defensa del castillo. 

Aún vestida de pies a cabeza con vestido y tocado, le tocó pelear con fiereza contra la perra de bronce de su primo, Lady Rhea no dudó en atacar sin piedad.

Fue tomada por la misma Rhea por la espalda lanzandola al suelo y pateando su columna, el dolor no evitó que la adrenalina la obligara ponerse de pie de un salto y empezar a pelear.

Los golpes iban y venían a diestra y siniestra, todos contra todos, no era capaz de divisar amigos y enemigos, solo habían múltiples peleas en el lugar.

—¿Tienes miedo?— Se burló Rhea.

— Jamás.

— Mi ejercito viene en camino, hoy morirás, Daenys Arryn.— Rio.— Hoy tomaré tu cabeza para mi regocijo.

Daenys sabía que era una mujer fácil de vencer por lo que cuando perdió su espada se lanzó a una pelea cuerpo a cuerpo brutal.

Habían muchos caídos a su alrededor y solo era capaz de rezar para que no fueran sus hombres.

Desesperada por los gritos de dolor y lamento sostuvo la cabeza de Rhea entre sus manos y la estampó contra el suelo, una y otra y otra vez.

Golpes certeros contra el duro y frío suelo del salón de banquetes de su propio castillo.

No fue hasta que una masa gelatinosa se sintió entre sus dedos cuando notó que el agarre de la mujer se había soltado, sus ojos miraron con pánico la imagen frente a ella.

Su cráneo estaba abierto, parte de su cuero cabelludo habían quedado pegadas en el suelo junto a un pequeño mar de sangre, la sustancia gelatinosa rojiza se había esparcido por todo alrededor y ella estaba cubierta de esta.

— Y-yo...

Daenys soltó un jadeo cuando notó la punta de una lanza atravesando su costado.

Cayó sobre Rhea mientras su cabeza daba vueltas y cerró los ojos dejándolo todo en manos del Desconocido.  

Fue Ala de Plata quien tomó venganza calcinando a todo a su paso mientras ella caía en el suelo en un charco de sangre.

Cuando Daenys volvió en su consciencia había pasado una semana.

𝓔𝓵 𝓭𝓻𝓪𝓰ó𝓷 𝓭𝓮 𝓥𝓪𝓵𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora